SOBRE EL ARTE Y EL
SER NACIONAL
Gastón Duprat y
Jorge Cohn son artífices de una filmografía muy particular. Con una experiencia
importante en televisión y el documental, y después de 10 años del debut
cinematográfico con El Artista, han generado, en forma independiente, un
universo personal, un conjunto de películas que tangencialmente aluden al hecho
de la creación artística y literaria construyendo una obra cinematográfica
rigurosa y lúcida con un tema dominante que conduce al análisis del ser
nacional.
Ellos mismos
definen su cine como “comedias incómodas”, un cine hibrido caracterizado por un
raro equilibrio cuyos personajes son capaces de conseguir por un lado la
sonrisa del espectador y por otro, generar una profunda inquietud, incluso,
desasosiego, que obliga a la reflexión sobre lo visto.
Mi Obra Maestra no
escapa a estos conceptos. Relata la relación entre un pintor exitoso (Brandoni)
y su merchant (Francella), en el crucial momento en que la popularidad y el
éxito del pintor comienzan su etapa de decadencia, transformando a la película
en una lúcida mirada sobre el mundo del arte, el trabajo del artista, el éxito
y el fracaso proyectando estos elementos hacia la cuestión del ser.
En un concepto
amplio, arte engloba a todas las creaciones realizadas por el ser humano con
una finalidad estética. La película induce a pensar en las diferentes etapas de
un artista, sus diferentes momentos creativos, la llegada del éxito comercial, el
reconocimiento artístico, el fracaso, e incluso, la celebridad después de su
muerte.
Aquí aparece una
dicotomía difícil de entender entre los que es el arte y el mercado del arte. Esta
cuestión que termina por ser el nudo gordiano del film también podría ser vista
en la película como una reflexión con tono de cruel parábola sobre el ser
nacional. Aquella que confunde el éxito pasajero con la gloria del
reconocimiento y que como consecuencia no puede diferenciar el carácter de un
simple logro enrolándolo en una categoría que le es impropia. Es esa misma
sociedad que también crea falsas idolatrías y modas para después desconocerlas.
Es común creernos como argentino los mejores en todos los terrenos,
confundiendo el éxito individual con un éxito colectivo que en realidad no es
tal. Ejemplo de ello es el futbol. Messi es el mejor jugador del mundo pero el
equipo nacional clasifica lejos del campeón. Solemos confundir el éxito a nivel
individual con algo muy diferente que es el logro colectivo. El desarrollo de
un país depende de esto último, de la suma de voluntades.
Cuando un artista
triunfa en el exterior, afirmamos que el arte argentino triunfa en el mundo. Pero
también ocurre lo contrario como en El Ciudadano Ilustre, en la cual un
escritor argentino que ha hecho la mayor parte de su carrera literaria en
Europa es galardonado con el Permio Nobel de Literatura. En esta película, el
triunfador es Mariano Mantovani, que cuando regresa a su pueblo es defenestrado
y hasta perseguido. Es decir, lejos de la admiración se genera un rechazo que
expresa la envidia hacia quien para triunfar o superarse ha tenido que irse.
En esta crítica de
ciertos aspectos de la argentinidad que la película no desarrolla pero sugiere,
se encuentra una de las claves del cine de Duprat y Cohn. Un cine que logra
interesar porque a través de sus personajes nos retrata tal cual somos. Un cine
que indirectamente indaga en el ser nacional sin acartonamiento, sin sentencias
ni formalidades. Simplemente nos retrata como somos. Con defectos que superan a
nuestras virtudes, que claramente no alcanzan para sacarnos del pozo donde
estamos como nación.
Comenzando
por la gran actuación de Brandoni, siguiendo por la correcta contención de
Francella, el buen gusto de la puesta en escena del director y terminando por
el equilibrio de un muy buen guion, Duprat y Cohn vuelven a su tema de siempre,
el ser nacional, tratado con gran ironía y precisión, destacando aquéllos puntos débiles donde
aparecen el doble discurso, la apariencia, el engaño, la envidia, la
corrupción, el desapego a la ley que nos caracteriza como una sociedad de
chantas al borde del mundo, sociedad que la película recrea con una gran
lucidez.