PODER Y
RELIGION
El cine de
Marco Belocchio nunca fue fácil. Sus historias siempre críticas de la burguesía
adinerada, en las cuales predominan el ansia de dinero a la par de un fuerte
sentimiento religioso y un grado de alienación permanente en sus personajes ha
sido la característica principal de este italiano iconoclasta que desde "Con
los Puños en los Bolsillos, 1965", pasando por "Con el Diablo en el Cuerpo, 1986",
la extraordinaria "Vincere, 2009", hasta la recientemente estrenada
"Sangre de Mi Sang5e, 2015" se ha mantenido fiel a sí mismo y a todos
los dogmas fundacionales de toda esa generación de grandes cineastas italianos
nacidos a luz de esa obra emblemática que fue" La Dolce Vita" de
Federico Fellini en 1960.
Nacido en
Bobbio hace 78 años, ex marxista y militante del Partido Radical, en 2006
presentó su candidatura a diputado por el partido "Rosa en el Puño", el
cual apoyaba al partido Socialista italiano. Abrevando en estas fuentes, su nueva
película transcurre íntegramente en Bobbio, su lugar en el mundo, desde donde
su visión se amplia y le permite reflexionar sobre el poder, la religión y los
nexos existente entre ambos temas.
"Sangre
de mi Sangre" narra dos historias que se relacionan ente si a través del
lugar común donde transcurren y el tema del vampirismo que ronda ambas
historias. Porque esa vampirización, si bien simbólica, no es otra cosa que la
idea de quien le chupa la sangre a otro. Y esa idea es central en las bases del
marxismo y visión de la lucha de clases, ellos es la tajante división de la
clase obrera y la clase campesina frente a los terratenientes que ostentan el
poder en el Medioevo, o la burguesía capitalista en los tiempos pos industriales.
La de aquellos que viven trabajando por un plato de comida para que las plusvalías
sean acumuladas por sus patrones. O los nuevos ricos de hoy en día que hacen
gala de su dinero frente a enormes masas
de seres humanos que aún permanecen en la miseria más absoluta.
En la
primera historia, dos hermanos están enamorados de una misma mujer. El hermano
mayor se suicida sospechado por el embrujo de la amada. El menor acude al
convento donde han ocurrido los hechos con
el propósito de evitar que el cuerpo de su hermano sea enterrado en suelo
profano. Puede haber una excepción: que la novia del difunto, confiese un pacto con Satanás. En la segunda
historia, un inversor ruso llega a Bobbio con la intención de comprar el
edificio de la prisión, propiedad de un Conde vampiro que despierta con dolor
de muelas y que termina en el consultorio de un odontólogo amigo que le extirpa
un colmillo. En este segundo cuento, el absurdo se apodera de la trama y de la
película. Pasado y presente comienzan a fundirse uno en el otro, y el film
comienza a transformarse en un gran fresco sobre la alianza siniestra entre la
clase dominante y la iglesia a través del paso del tiempo. El pequeños mundo
del pasado donde los roles estaban perfectamente definidos, se vuelve cada vez
más difuso. Los nobles dejan de serlo y aparecen los nuevos ricos que no pueden
justificar su riqueza. Un tufillo burlón se apodera de la película y los grandes
temas de Belocchio resucitan conformando un fresco de niveles un tanto
desproporcionados.
Sangre de
mi Sangre no es el mejor film de Belocchio pero si es un Belocchio en estado
puro. La explotación de clase a traves de los tiempos, la alienación enajenante
de la sociedad de consumo, la corrupción de poder, la falta de comunicación de
unos y otros, el delirio en que viven sus personajes siguen siendo temas
actuales que por su tratamiento demuestran que el cineasta italiano está vivo y
aún gozando de su plenitud creativa. En su ciudad natal, acompañado en la
actuación por sus hijos Pier Georgio y Elena, y su hermano Alberto, realiza esta
película que le hace honor a su titulo. Pero Belocchio nunca ha sido un director
de fácil digestión. Su obra es compleja, y como en las otra obras citadas, se
interna en lo más profundo y lo más oscuro del ser humano: sus creencias, sus
miedos, su ansia de poder, la arbitrariedad de sus leyes, la capacidad de ejercer
la decisión sobre la vida o la muerte de sus semejantes.
Técnicamente
deslumbrante, muy bien actuada, sonorizada, musicalizada y fotografiada, es tal
vez una de las obras más inquietante e interesante que se ha estrenado este año en Buenos Aires, y que demuestra la
absoluta vigencia de su director, a esta altura, un verdadero autor, un gran
maestro del cine italiano.
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