Este documental, hecho originalmente para la televisión en
dos capítulos, es ahora presentado en los cines como un largometraje de
aproximadamente dos horas de duración. Es, además, la obra póstuma de la
realizadora francesa Agnes Varda, una obra autobiográfica de su vida como
también un legado artístico de una creadora incansable que no solo desarrolló
una carrera cinematográfica sino también una obra que abarco la escritura, la fotografía,
la pintura y la instalación.
Partiendo de una conferencia que Varda desarrolla en Paris,
nace este documental que pasa revista a su vasta obra de casi 65 años de
trabajo y también permite apreciar los distintos aspectos de su personalidad
artística, de la cual no solo emana una gran autoridad sino también una deslumbrante
capacidad creativa basada en la libertad, y sobre todo, en su humildad, atributos
que se manifiestan a lo largo de toda su obra, primero a través de la
fotografía, y más tarde en la escritura, el cine, la pintura y más recientemente, en instalaciones donde
prevalece el juego entre imágenes y movimiento.
Varda luce como la abuela buena, con el look de una “papisa”
que le da un corte y un color de pelo que no toca el crecimiento de sus canas y
solo tiñe sus puntas de color bordó, siempre dispuesta a mostrar todo su simpatía,
encanto y orgullo sobre su obra exhibiéndola como un legado a las generaciones futuras.
Su obra como cineasta comienza en 1955, y sea, tal vez, su aspecto
más conocido, el que la da conocer al gran mundo de la cinematografía con una
comedia llamada Cleo de 5 a 7 que la llena de satisfacciones y la coloca dentro
de ese grupo selecto de realizadores que se dio en llamar La Nouvelle Vague. No
todas sus obras fueron exitosas, incluso alguno tuvo el agrio sabor del
fracaso. Pero todo lo que hizo le permitió adquirir una experiencia que resulta
en una sabiduría que permite resolver
los problemas del trabajo y de la vida.
Nos cuenta que al cumplir 80 años sintió como un tren que
se le venía encima pero que a los 90, era capaz de reírse de ese pánico. Su
vitalidad creativa fue tal que estuvo activa hasta unos pocos días antes de su
muerte a los 91 años en febrero de 2019. Este documental, un verdadero legado
cinematográfico que, además, hace justicia porque abarca todo el amplio
espectro de su obra y da a conocer muchos aspectos de su vida artística desconocida
que la trascienden más allá de la gran directora de cien que fue.
De esta manera, aparece su obra pictórica y sus múltiples
instalaciones donde lograr mezclar el cine con la pintura en ese nuevo concepto
artístico. La instalación, un montaje que incluye la pintura y el
ordenamiento de objetos en movimiento, da una idea de realidad en una interacción
de lo físico con lo intangible. Lo interesante en la vida de Varda es que los
objetos más simples eran capaces de inspirarla para crear una obra que
finalmente sería mucho más compleja.
Varda por Agnes es un film autobiográfico que va mucho más
allá que la historia de una vida sino que recorre la obra de una artista que
llega a una edad en la que no solo siente orgullo por lo hecho sino también
necesita enseñarlo, no por vanidad sino por un espíritu docente, la de
transmitir una obra como producto de una experimentación y la adquisición de un
saber. Los aplausos finales que estallan en la sala no son más que el reconocimiento
de una artista humilde e impar cuya obra docente perdurará en el tiempo.
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