SILENCIO Y OSCURIDAD
Corre el año de 1976. Las democracias de Argentina y
Chile han caído bajo dictaduras militares que han generado miedo, persecución, encierro,
y muerte.
El film de Martelli no hace un discurso político pero si
describe con suma inteligencia el momento vivido. La película habla del “eso no
se dice” logrando transmitir a la audiencia esa cerrazón de boca, esa
angustia que genera la falta de libertad
de expresión, de la situación de sospecha permanente, del saber que está
sucediendo algo grave pero mejor “no meterse”. Un país en crisis. Una mujer con
sentido común se da cuenta de la situación.
La película se sostiene en dos aspectos claves: un guion
excelente y en una actuación maravillosa de la chilena Alina Kuppenheim. Su naturalidad
es total.
El guion firmado por la propia directora está escrito con
suma pulcritud. Prácticamente es un monologo que alude a un momento donde la
realidad se manifiesta a través de la violencia. Un tiroteo en la calle que la
sorprende mientras hace compras, lo cual comienza a generar en ella el “darse
cuenta” de una situación que tiene que ver con el “de eso no se habla.”
Filmada en base a primeros planos, prácticamente un
monologo del personaje central que vive en una situación de inocencia e
incredulidad sobre lo que está pasando no solo a su alrededor sino también en
la situación política del país, la realidad encuentra un clima de violencia
extrema en la que la desaparición de personas se vuelve moneda corriente.
Hay un gran trabajo de fotografía y montaje que permite
darle al film un ritmo pausado pero siempre significativo que describe la toma
de conciencia de una mujer madura, en una intriga hitchcokiana que hace
recordar a La Ventana Indiscreta.
Muy bien resuelta, sobre todo en lo concerniente al clima
de opresión personal del personaje, donde rápidamente, aparecen titulares de
los diarios y televisión en blanco y negro nos permite situarnos en aquellos
duros años de mediados de los ´70. El país está en una crisis difícil de
resolver y los secuestros y las desapariciones se repiten de todos los días.
Considerando que es la opera prima de la directora
chilena, el film no solo interesa como obra de un revisionismo de época, sino
por la descripción de un personaje que sale de un estado de total inocencia no solo de una situación política sino de la
verdadera pesadilla que significaba la dictadura chilena.
El gran trabajo de actuación de Aline Kuppenheim, y la
recreación de la atmosfera encerrada por una dictadura totalmente alejada de la
democracia y la libertad del individuo, hacen que este film resulte una gran
sorpresa cuyo interés no solo radica en lo político sino en la acertada
descripción de una ama de casa cuya vida parece transcurrir plácidamente, donde
la realidad la obliga a pasar a la acción.
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