Todo el film gira en torno a dos personajes que intentan
ser una síntesis del argentino promedio. Esa duplicidad lleva a pintar la
comarca a través de ellos. El principal protagonista
es Marcelo. Su contraparte es Rafael.
Marcelo, interpretado por Marcelo Subiotto, es un
profesor de filosofía. Bordea los 40 años, y comienza a mostrar la decepción de
un hombre carente de expectativas. Está felizmente casado, tiene dos hijos, y
desarrolla una vida abúlica en la Facultad de Filosofía de la UBA, donde enseña
esa materia, cuando queda vacante la catedra por fallecimiento del titular.
Su contraparte es Rafael Sujarchuck (Leonardo Sbaraglia),
el típico acomodaticio que siempre está de vuelta, y lo sabe todo. Es amigo de
Marcelo, han sido compañeros de facultad durante su juventud, y mantienen una
amistad de casi toda la vida. Repentinamente, muere el titular de la catedra, y
ambos amigos aspiraran la sustitución del cargo.
El film es una pintura muy acertada de dos argentinos
típicos. Una pareja despareja, como tantas otras que ha surcado la historia del cine, que termina
siendo representativa de una divisoria del ser nacional. Sutilmente, desarrolla
la idea de que la hermandad nacional está condicionada a los intereses particulares,
y que “el vivo vive del sonso, y el sonso de su trabajo”.
Marcelo y Rafael son amigos pero son diferentes. Uno es
entrador, canchero, extrovertido. El otro es apocado, ensimismado, dudoso. La
película muestra esa dualidad desarrollando la idea que el más hábil y
desenvuelto deja atrás al apocado, al ensimismado, dejando una idea de que la
argentinidad premia al más hábil sobre el más preparado.
Ambos personajes son graduados en filosofía, pero son dos
personalidades diametralmente opuestas. Marcelo es un padre de familia,
felizmente casado, con dos hijos adolescentes. Un ser introvertido, que vive
para su familia y el trabajo. Su
contraparte, Rafael, permanece soltero, es una especie de buscavidas, siempre
rodeado de gente joven donde destaca sus habilidades de sociabilidad. Tiene
espíritu de liderazgo.
El film describe ambos personajes logrando profundidad y
sutileza, dejando que el espectador
saque sus propias conclusiones sobre dos formas de ser opuestas que
conforman en gran parte el ser nacional, dando la posibilidad de explicar
ciertas dicotomías que hacen que el más preparado y responsable quede atrás
respecto del versero y charlatán. Una característica muy argentina, y
sobretodo, porteña. El clásico nacido y criado en Buenos Aires.
En síntesis, el film resulta en una gran película sobre
la argentinidad, interesante, siempre amena y divertida que pinta en forma muy
concreta, real, a dos personajes contrapuestos cuyos aspectos de comportamiento
conforman lo que podríamos llamar “el ser nacional”, narrado con un adecuado
ritmo cinematográfico y dos grandes actuaciones que nos llevan a pasar un
momento de cine muy bien logrado y agradable.
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