Se hace muy difícil llegar a una conclusión sobre la película de un experimentado director inglés que además ha elegido un tema histórico y conocido por todos para desarrollar una biografía en términos cinematográficos.
No obstante, puedo decir que salgo del cine satisfecho,
Lo que he visto no solo me ha interesado, sobre
todo formalmente, dado que Scott se ciñe a la historia y relata sintética
y respetuosamente cada una de las vicisitudes de la vida del corso francés, describiendo
metódicamente su carrera militar, su tardío casamiento, el nacimiento de su
hijo, su vejez y finalmente su muerte.
El film está construido desde el punto de vista biográfico
que alberga toda la vida de un hombre común que ha nacido con un destino algo más
interesante que cualquier otro simple ser. Desde sus primeros pasos en el
ejército hasta su muerte, con el paso del tiempo se transforma en un prócer
histórico cuyas concepciones de la vida darán lugar a cambios sociales y
políticos. El film está construido al compás de hechos tales como la Revolución
Francesa. Se muestra a Napoleón ocupando
diversos puestos revolucionarios y militares que generarán no solo cambios culturales,
sino también sociales y políticos, con reformas liberales que perduran hasta
hoy en día.
Scott abarca la vida entera del héroe a través de
pequeñas y significativas escenas que ilustran la vida del corso francés. Este
hombre pareció tenerlo todo. Tempranamente se inició en el Liceo Militar,
escaló todas las posiciones, adquirió
relevancia política, se transformó en un líder militar, manejó la República
Francesa, y no obstante esos logros, fracasó en su matrimonio con una mujer que
lo engañaba.
Más allá de sus casi tres horas de duración, y el
conocimiento previo de la hechos conocidos enseñados en las horas de historia
de nuestras escuelas, la película no solo deja verse sino que interesa y
engancha al espectador, dado que el enfoque de esa vida es de una presencia
constante, que abraza los diversos matices de su larga vida. Es allí donde el director
encuentra al Gran Corso con una imagen que siempre está narrando una peripecia
de su existencia.
Director y actor, ambos consagrados, han encontrado una
fórmula perfecta donde prepondera la síntesis, logrando narrar en tres horas de
película toda la vida de un hombre clave en la historia del mundo, y a la vez,
radiografiar la obra contundente de un figura histórica que ha sido clave, acompañado
también por un director de fotografía que hace recordar algunos cuadros de
Monet.
Tal como el pintor, la película no pretende ser una narración sino repasar una serie de grandes
momentos de la historia, tratando de encontrar y retratar la
vida de Napoleón. Se trata de una buena e interesante película de un director
inglés siempre efectivo que entre otras, ha realizado films hoy clásicos como Alien (1979), y Blade Runner (1982), y ha
sido ganador de un Oscar con Gladiador
(2000),). Si de algo no tenemos duda es que Ridley Scott es un gran narrador, y
su capacidad de síntesis es formidable.
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