UN GENIO, SU VIDA Y SU MÚSICA
Este magnífico documental no solo pasa revista a la vida controvertida
de este músico sino también lo ubica en su exacto lugar en la historia del tango
y de la música argentina en general.
La narración mantiene un orden cronológico que abarca toda
la vida del músico, marcando los diferentes momentos que definieron su vida,
tanto pública como privada. Ello permite ver no solo aquellos momentos
importantes, sino y fundamentalmente, su desarrollo como músico primero y más
tarde como compositor.
Con sumo respeto por su pares, el film muestra como su música
se va aislando y buscando un ritmo y un rumbo propio, diferente al del tango
tradicional, alcanzando un pico de nostalgia y dramatismo en aquel donde se
separa definitivamente de Aníbal Troilo (Pichuco), ruptura que sin lugar a
dudas marca el momento crucial de su carrera como músico y donde comienza a liberarse
de toda atadura que le permite definir una nueva línea creativa.
Pero el film también muestra a un Piazzolla inconformista,
un creativo en estado puro que siempre está en movimiento, en una búsqueda
constante, que lo lleva del famoso quinteto a un septeto, para más tarde
consagrar su mayor éxito al encontrarse con Ferrer y Amelita Baltar en el
Festival de la Canción de Buenos Aires, tal vez, un momento de consagración de carácter
popular, primero con la Cantata María de los Buenos Aires y más tarde con La
Balada para un Loco.
Pero las variaciones de Piazzolla no terminan allí. Su
encuentro con Gerry Mulligan marca un nuevo rumbo en su música que comienza a
encontrar un lugar en el cine, que esta película misteriosamente ignora, para
después querer volver al quinteto que lo vio nacer como músico líder de una
orquesta de música popular.
El subtítulo de la película, Los Años del Tiburón, refieren
al hobby y hasta pasión del músico por la pesca de tiburones, una afición que desarrollaba
cada vez que andaba cerca de una costa, particularmente cuando la vida lo
llevaba a la ciudad de Nueva York o los veranos lo encontraban en Mar del
Plata, su ciudad natal, aunque tempranamente su infancia pasa a desarrollarse
en Nueva York porque Nonino, su padre, parte hacia aquel lugar en busca de
trabajo. En aquella lejana ciudad recibirá para un cumpleaños su primer
bandoneón y comenzará sus estudios de música.
Los últimos años de su vida los trata con sumo respeto. No
hace drama de su enfermedad, mucho menos de su trombosis cerebral que
finalmente lo lleva a su muerte.
Un film entrañable para los que admiramos su música. Sin
lugar a dudas un retrato extraordinario de una personalidad extraordinaria. Partiendo
de una enorme investigación de archivos públicos y privados, estamos ante la película
que Astor Piazzolla merecía para registrar en el cine la importancia de su música,
muchas veces objetada y hasta rechazada en la Argentina simplemente por el
hecho de cuestionar si era o no era tango, o sea, una simple cuestión de rotulo.
Esta película y “Tango en Paris. Recuerdos de Astor
Piazzolla”, dirigida por Rodrigo Vila, estrenada el año pasado, donde se
recuperan las filmaciones realizadas en Súper 8 por José Pons, un amigo
entrañable del músico y que revisa todas sus estadías en París junto a otros músicos
exiliados en aquella ciudad en los 70, constituyen dos hitos muy importantes en
la filmografía nacional y en el reconocimiento de un artista inigualable, de
una trascendencia de carácter mundial, que enriquecen nuestra filmografía nacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario