RESCATANDO EL
SUEÑO AMERICANO
Película
fascinante. Es a la vez, un estupendo musical, una historia de amor, un gran
homenaje al cine musical de los años 50, en particular al de Vincente Minnelli
con Gene Kelly, y también un intento de rescatar el viejo "Sueño
Americano", algo perdido que destacan películas como "El Lobo de Wall
Street", "American Hustle", o "The Big Short".
Pero vayamos
por parte. “La La Land” fascina porque cuenta una historia de amor y rescata al
mismo tiempo el formato del cine musical.
La historia de amor es una historia convencional. No solo está bien
contada, sino que la desarrolla en forma clásica con una introducción, cuatro
capítulos que coinciden con las 4 estaciones del año y un epilogo. Pero lo
interesante del caso, es que esta historia se inserta perfectamente en un
modelo que no es otro que el de un clásico musical de Hollywood.
Ya en la
primera escena, un embotellamiento en la autopista detiene todo el tránsito, nada menos que a las 9 de la mañana. Lejos de
la bronca matutina por empezar el día en forma problemática, la autopista se transforma
en un escenario a cielo abierto y Damian Chazelle comienza a mostrar sus
habilidades de buen director en una escena que será considerada antológica dentro
de unos años cuando el clamor de “La La Land” se calme y comience a recordársela
por sus grandes momentos cinematográficos. No hay dudas que en esta escena ya hay
enormes influencias del comienzo de “Amor sin Barreras” de Jerome Robbins y
Robert Wise. La ciudad, el cielo abierto, autos en lugar de alambrados. Lo que
parece será un estallido de bronca se transforma en una explosión canto, baile
y alegría.
Los homenajes
y las influencias no se quedan allí. Ya mencionamos a Vincente Minnelli. Sus influencias
aparecen en el indisimulado cartón pintado de muchos escenarios dando esa
particularidad de que la vida transcurre en forma de sueño, o en los múltiples
movimientos de Ryan Gosling, siempre dispuesto al paso de baile a lo Gene Kelly
aunque su personaje sea el de un pianista que ama al jazz más que a la vida. En
esa evocación que hace Gosling de Kelly y en la inspiración de los decorados es
inevitable recordad a “Un Americano en Paris”, aunque tampoco debemos olvidar
el contexto de “Cantando Bajo la Lluvia” de Stanley Donen, que como “La La
Land” trataba de personajes cuya meta era triunfar en Hollywood, o incluso, a
Emma Stone peinada con un toque a lo Audrey Hepburn de “La Princesa Que Quería
Vivir”.
Es que tanto
Sebastian (Ryan Gosling) como Mia (la estupenda Emma Stone) son dos aspirantes a
entrar en ese mundo de estrellas que es Hollywood. Eso, de alguna manera,
representa parte del viejo Sueño Americano de pos guerra. Un sueño que abarcaba
inclusión social, desarrollo, mantenimiento del trabajo, posibilidades de tener
vivienda digna, y sobre todo, de educar a los hijos y darles estudios universitarios.
Ese sueño es el que se ha hecho añicos después de la gran depresión del 2007-08
y que es evidente ahora se quiere rescatar. Y ese sueño es una indisimulada
toma de posición política que la película realiza en dos aspectos: Primero, el
propiamente político donde Hollywood no es solo una fábrica de sueños sino que
también es un lugar donde se hace y se apoyan políticas de Estado. Y segundo, “La
La Land” rescata el cine clásico, el cine de género, el cine de carne y hueso
orientado al mercado americano, en contraposición del cine de los Marvel y los DC,
orientados a los superhéroes y al mercado internacional, particularmente China.
En “La La Land” hay una intención de fortalecer el propio mercado interno, recuperar
el mercado americano.
El rescate
del “Sueño Americano” se aprecia en el dibujo de los personajes. Seba y Mia vienen
de abajo. Son personajes del pueblo. Sebastián es un californiano que se gana
la vida tocando el piano en bares y restaurante donde espera encontrar “su
oportunidad”. Mia es chica de Nevada, un estado vecino a California entre las
montañas, trabaja de cajera en un bar de
un estudio y sueña con escribir e interpretar unipersonales en el teatro y en
Hollywood. Ambos vienen de abajo y ambos sueñan con el éxito. Obviamente, viven
en Los Ángeles, y son vecinos de esa máquina de hacer sueños. Ese es el lugar
donde han elegido ser protagonistas de sus vidas, vidas de artistas,
acompañados de música y películas, recordando al cine Rialto, paseando por
lugares emblemáticos de la ciudad, y llenando a la película de luz, color,
música y buena onda.
“La La Land”
es una película que apela a la nostalgia. No obstante, sus personajes viven
este presente, son jóvenes de hoy que tiene sueños e inquietudes, que aman y
luchan por conseguir lo que quieren, en un película plena de optimismo, amor,
buena música, un tema principal muy dulce y pegadizo, un par de actuaciones
notables, y un mensaje que nos dice que
para cambiar y tener una oportunidad no solo hay que trabajar y tener talento
sino que también hay que esforzarse y
perseverar.
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