LAS DIFERENCIAS DE CLASE
Madame recupera parcialmente la comedia de enredos y
equívocos que caracterizó al cine francés, cuyos exponentes más exitosos en los
últimos años fueron El Placard (2001) de Francis Veber, 8 Mujeres (2002) y
Potiche (2010), ambas de Francois Ozon, Los Infieles (2012) de Michel
Hanavinacious, y Amigos Intocables (2012) de Oliver Nakache, que mereció una
remake aquí en Argentina.
El infaltable enredo de comedia tiene lugar mientras se
prepara una fiesta de alta sociedad. La señora de la casa observa que los
invitados a su cena son 13. Para eludir el número de la mala suerte, decide
hacer participar a una de sus mucamas de la cena, dando lugar a una serie de
enredos bastante graciosos, especialmente matizados por la gran actuación de la
española, asidua intérprete de las películas de Pedro Almodóvar, Rosy De Palma.
El film levanta vuelo rápidamente pero así de rápido
también pierde su interés al caer en la mayoría de los lugares comunes que transita
una comedia de este estilo. Lo que al principio pareciera ser una caustica
comedia sobre la lucha de clases que tiende a convertirse en aguda sátira
social, rápidamente se diluye cayendo en convencionalismos típicos de esa clase
de films que intentan hacer una crítica costumbrista sin dejar de atravesar
todos los lugares comunes de la comedia social. Lejos está de la comedia a la
italiana, en la cual la crítica social era su aspecto mas importante.
No obstante ello, hay en el film un intento de
aggiornamiento en lo que respecta a la descripción de las clases sociales. Los
nuevos ricos ya no arrastran elementos de alcurnia. Aquí nadie posee apellidos
ilustres ni son dueños de grandes porciones de tierra, y obviamente, carecen de
todo tipo de tipo de nobleza. Los nuevos ricos son fundamentalmente gente que
ha hecho dinero, mayoritariamente de la especulación, y de otras maneras no
necesariamente legales como la corrupción.
Los cuatro personajes principales están magníficamente
interpretados. Harvey Keitel, un gran actor americano es Bob Frederiks, el
dueño de la casa y quien ofrece la fiesta. Él es un extranjero enamorado de
París enriquecido en las actividades financieras que, así como lo han
catapultado hacia éxito monetario, ahora lo están hundiendo en la bancarrota. Su
mujer, Anne (Toni Collette), es una agente de relaciones públicas más ocupada
en la diversión propia que en su trabajo. La almodovariana Rosy De Palma es la
mucama de la casa que romperá la mala suerte del invitado número 13. Ella será
una enigmática condesa española (literalmente se roba la película), y Michael
Smiley, un inglés, merchant de arte que ha venido a valuar un cuadro de la casa
cuyo destino es el de salvar la finanzas de su dueño. El amor rondará por la
mesa. Nadie tiene dudas respecto de la falta de alcurnia de los patrones de la
casa ni de sus invitados, como tampoco nadie confía en que la pintura a revisar
sea genuina. ¡Señores, la comedia está servida!
Amanda Sthers, también responsable del guión, dirige la
acción con sostenido ritmo basándose en dos aspectos: 1) estirar los equívocos
hasta el final para poder mantener cierto suspenso sin que caigan las
expectativas de lo que ha planteado. 2) Realizar una pintura social creíble
dentro de los cánones de la comedia clásica en el marco de esta nueva sociedad
liquida. Ninguno de los dos aspectos es logrado plenamente, no obstante ello,
logra una comedia amable y pasatista que rápidamente pierde todo intento de
transformarse en una pintura social pero que a su vez deja verse logrando que el
espectador mantenga una sonrisa en los labios durante todo el relato.
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