EL RATON EN SU LABERINTO
Este estreno casi inadvertido de Netflix resulta ser una sorpresa muy agradable. A pesar de no ser presentando con mucha propaganda y carecer de grandes estrellas en el reparto, resulta un film sólido que responde con eficacia al entretenimiento del espectador con honestidad.
Se trata de un policial clásico que respeta las formulas
del género de principio a fin. Bajo los lineamientos del policial negro, narra
una intriga que tiene todas las vueltas necesarias para evitar caer en la reiteración o el aburrimiento.
Basado en un libro de Joe Sharkey, adaptado para el cine
por Chris Gerolmo, muestra una visión desesperanzada de un mundo en el cual se
han perdido los valores humanos en función de un estilo de vida materialista
basado en el dinero, dando lugar a la desaparición de valores como la
honestidad, la palabra, el amor y la lealtad desarrollando la traición, la
corrupción y la violencia.
A raíz de ello, los personajes caen en la traición
dejando que la palabra, sus sentimientos, o sus creencias caigan en la vaciedad. Dicho accionar representa aquello que el fin justifica los medios mostrando una falta
de moral que sin duda iguala a inocentes con delincuentes.
La desesperanza que transmite el film desde ese punto de
vista es contundente y patética. Sus personajes caen en los más bajos
límites morales en función de sus objetivos materiales. La amistad, el amor, la lealtad y
la disciplina policial son destruidos por la falsedad, la falta de compromiso,
y la creencia de que el reino de
la violencia constituye la base de una sociedad en la cual no importa la
justicia sino la ley del más fuerte.
Parábola moral, es una visión de un modelo
económico social basado en el poder del dinero y la ignorancia de la leyes
morales. Cada uno de sus personajes se pervierte persiguiendo un objetivo que
coaliciona contra los demás. El individualismo como comportamiento social, la
focalización absoluta en los propios intereses ignorando a sus semejantes, y la
traición como moneda corriente hacen que la honradez y la palabra se convierten en
un desvalor, y convierten a este film en una mirada desesperanzada de una realidad en la
cual los desvalores triunfan sobre las virtudes de aquello que denominamos “sociedad
occidental”.
Philippe Noyce es un director australiano de una exitosa
trayectoria cinematográfica construida en Hollywood a partir de títulos como Calma
Mortal (1989) con Nicole Kidman y Sam Neil, y continuada, fundamentalmente con
la serie de Peligro Inminente (1994), estelarizada por Harrison Ford interpretando
al agente Jack Ryan. En Bajo Sospecha sobresale su capacidad narrativa. Las
vueltas de tuerca del guión lo desafían en forma permanente a utilizar todos
los recursos disponibles de manera tal que cada vuelta de tuerca que propone el
guión es utilizado como un renganche de la historia haciendo que el espectador permanezca
atrapado no solo por la historia que le es contada sino también por lo
atractiva de la propia narración y el moderno uso de los medios.
Noyce, un hombre de mucha experiencia, dirige con mucho
tacto y habilidad un relato que permite lucir a un grupo de actores jóvenes muy
sólidos. ), dotando al film de una gran fluidez, respetando siempre las formas
del género, transformándolo en un gran entretenimiento y sobretodo, generando una
mirada muy pesimista respecto los valores que constituyen la moderna sociedad occidental.
Es notable el trabajo actoral de Jack Huston (La Gran Estafa, 2013) como Mark y
de Emily Clark (Games of Thrones) como
Susan.