sábado, 27 de enero de 2018

LA APUESTA MAESTRA (MOLLY´S GAME) de Aaron Sorkin

AL FILO DE LA LEY

Esta es la primera película de Aaron Sorkin como director. No obstante ello, como guionista tiene una dilatada carrera que registra la autoría de películas tales como Cuestión de Honor (1992); Mi Querido Presidente (1995); La Guerra de Charlie Wilson (2007); Red Social (2010), Moneyball  (2011); Steve Jobs (2015); y  The West Wing (1999-2006) para la TV. La diversidad de sus temas, la versatilidad de su pluma, un estilo basado en la velocidad narrativa y el dialogo sostenido, la inteligencia con que ha descripto sus personajes imaginarios y reales le han dado, ahora, la oportunidad de dirigir cine a los 57 años.

El guión de Sorkin plantea una cuestión muy interesante que es la relación entre la moral y la ley. La moral es dictada por nuestra conciencia y está fuera de toda autoridad. Responde a la presión de la razón sobre la voluntad. Por otro lado, la ley es un conjunto de normas dictadas por la sociedad a la cual el hombre se somete. Entre ambas se establece una brecha en la que priva la libertad de hacer. En ese marco ocurren las transformaciones laborales generadas por los nuevos trabajos producidos por la evolución de las sociedades modernas, debido mayormente a cambios tecnológicos que han originado la mutación de una sociedad industrial en una sociedad de servicios. Es allí donde la protagonista desarrollará sus capacidades y virtudes haciendo valer sus conocimientos.

Al principio, el guión se concentra en la juventud de Molly, la cual está marcada por la relación con su padre, un psicólogo que sueña con una hija esquiadora que por un accidente queda tempranamente fuera de las pistas de sky. Consecuencia de ello, se concentrará en el estudio de las matemáticas con muy buen dominio de las planillas de cálculo. Después de graduarse, comenzará a aplicar sus conocimientos como asistente del regente de un garito de juego, y meses más tarde, comprenderá que debe abrir su propio garito. Uno de alto nivel. Ira de menor a mayor para terminar siendo la reina del juego clandestino en la ciudad de Nueva York, debiendo soportar un juicio por violación de leyes federales.

Sorkin se pregunta qué es legal y qué es ilegal en este nuevo mundo. Allí, en los márgenes de la sociedad, donde el imperio de la ley queda desdibujado a raíz de falta de legislación acorde con los nuevos tiempos, donde la actualización tecnológica se lleva todo por delante, en esas grietas, esas zonas grises que genera el cambio, aparece la posibilidad del negocio. Un negocio que se realiza al borde de la ley. Que no la transgrede pero casi la viola. En ese lugar, Molly encuentra cientos de nuevos millonarios que se desviven por perder sus fortunas jugando al póker. Allí encuentra su negocio. Darles un lugar, privacidad, financiarlos, y hasta comprender sus penas.

El problema de la película es que contada a toda velocidad deja poco espacio para reflexionar sobre la marcha. Ese es el estilo de la pluma de Sorkin. Es tanta la información que suministra que cuesta procesarla. Cuando el que dirige es otro, ese otro pone la pausa.
Pero con Sorkin dirigiendo, no hay pausa. De la frustración de la esquiadora a la empresaria exitosa solo hay un paso. El mismo paso que hay entre los límites morales y los límites legales. Preparada para ser una ganadora en el deporte, termina siendo una empresaria poderosa en el mundo clandestino del juego. No obstante, entre ambas cuestiones, hay algo en común: el riesgo. Molly siempre vive al límite. Es la vida tomada como un riesgo permanente. Siempre a 1000 revoluciones por minuto. La necesidad de las pastillas y las drogas para mantenerse despierta. La adicción como combustible de la vida.

La relación con el padre es tema aparte. Psicólogo de profesión, trainner de sky como hobby, vive pendiente de la evolución de su hija como esquiadora profesional en salto libre. La frustración que siente ante el accidente de su hija es mayor al dolor que siente su propia hija ante la rotura de sus vertebras. Ese sentimiento confuso deja a Molly en una situación de deuda con su padre. Nunca podrá ser la esquiadora que su padre pretendió formar con mucho ahínco. Pese a lograr su independencia económica, Molly no supera esa relación confusa que mantiene con su padre. Sorkin resuelve el problema lejos del drama con una escena de una disparatada sección de psicoanálisis nocturno en el Central Park transformando a la película en una montaña rusa de sentimientos encontrados que se desliza peligrosamente hacia el disparate tragicómico.

Jessica Chastain es Molly Bloom, un rol hecho a su medida que calza perfecto con su perfil como actriz. Mujer de carácter acostumbrada a actuar personajes fuertes. Sus roles: la Agente Maya de La Noche Más Oscura (2012), la Astronauta Melissa Lewis en Marte (2015), la Elizabeth Sloane  de El Caso Sloane (2016) representan a la mujer moderna, integrada al mundo laboral, dentro de una sociedad de servicios. Kevin Costner, como su padre, se toma con solfa el papel y da al film el carácter tragicómico que Sorkin no se atreve a definir.


Película visceral del Sorkin (al igual que todos sus guiones), escarba hasta la médula del personaje, lo analiza, lo desarrolla, lo comprende, lo deja actuar y expresarse por sí mismo. Nunca lo condena. Eso, si corresponde, será tarea para el espectador, quien siempre tendrá la posibilidad de sacar sus propias conclusiones dado que el director le dá la oportunidad de conocerlo íntimamente aunque, como en éste caso, quede algo confundido por la vorágine que ha presenciado. Podríamos decir que Molly´s Game es una gran tragicomedia sobre una mujer del siglo 21 que pretendió tocar el cielo con las manos pero apenas logro deslizarse sobre el filo de la ley.

martes, 23 de enero de 2018

EL PASAJERO (THE COMMUTER) de Jaume Collet-Serra

PASAJEROS EN UN TREN

Aunque siempre parezca la misma película y la crítica diga que Colle-Serra se repite, lo cierto es que cada entrega suya sorprende por la solidez técnica de los guiones que elige y la enorme capacidad que tiene como director para transformarlos en películas capaces de entretener y atrapar con sus relatos.

Transitando el cine de misterio, acción y suspenso, inició su carrera con La Casa de Cera (2005) y se consolidó con La Huérfana (2009), un relato de terror soft que provocaba ciertos estremecimientos. Pero su entrada definitiva al cine internacional se produjo cuando se juntó con Liam Neeson y comenzaron a realizar una serie de películas (Sin Identidad, 2011; Non-Stop, 2014 y Una Noche para Sobrevivir (2015) que sirvieron para que Collet-Serra adquiriera experiencia en la realización y Neeson saliera de un cono de sombras en el que había entrado a los 60 años consolidándolo ahora como héroe de films de súper acción.

Antes de realizar el pasajero, Collet-Serra dio muestra de su capacidad y maestría con Infierno Azul (2016), un film sorprendente por su rigurosidad narrativa, su capacidad para generar suspenso y mantener el ritmo del relato. Ahora vuelve a formar dúo con Neeson y regresa con un thriller que se puede interpretar como una vuelta de tuerca sofisticada de Non Stop, pero donde Collet-Serra saca definitivamente patente de maestro en el género.
Lo suyo no es un cine de autor en el sentido tradicional de la palabra. Serra no firma ninguno de los guiones de sus películas, pero sus películas llevan su inconfundible sello propio. En este caso, ubica a su personaje Michael Mc Cauley en la afueras de Nueva York. Es un hombre de 60 años, felizmente casado, con dos hijos, ex policía, ahora vendedor de seguros. Todos los días de su vida va y vuelve hacia la Gran Manzana en un tren suburbano. El día en que trascurre la acción, recibe la noticia que se quedó sin trabajo. La vuelta a casa será una pesadilla que hace recordar a Después de Hora de Martin Scorsese pero filmada al estilo de Collet-Serra.

El director encierra la acción en el tren poco después que su personaje termina un pésimo día con un after hour en el cual recibe el aliento de sus amigos. A pocos minutos de la salida del tren, una mujer atractiva y sospechosa se sienta frente al protagonista y le hace una propuesta básicamente económica. Hacer algo indeterminado a cambio de dinero. Lo que tendrá que hacer es un misterio que se develará durante el viaje. A partir de allí, la acción será imparable. Todo ocurrirá dentro del tren, la mayor parte, en un mismo vagón. Dentro de ese vagón es donde Collet-Serra demuestra lo gran director que es. Todos los detalles de puesta en escena, recursos de montaje, la música ambiental, los giros de cámara, en fin, todos los recursos que necesita los utiliza sabiamente y con honestidad. También es cierto que más en más de una escena filmó con maquetas o en estudios. Pero el resultado obtenido es óptimo. Entretenimiento en estado puro proveniente de una anécdota creíble y misteriosa.

Hay en este film cierto tufillo hithcockiano. En su propuesta, hace recordar a Extraños en un Tren. No obstante ello, lejos está el cine de Collet-Serra del maestro del suspenso. Collet-Serra apuesta por la acción desde el principio del film y no abandona su apuesta hasta el final. Lo que en Hitchcock es sutileza en el director español es contundencia.

No caben dudas que El Pasajero es un film realizado con el propósito de entretener y logra su cometido desde principio a fin. El dúo que comparte el director español con el actor Liam Neeson nació y desarrolló ese propósito. Pedir algo más allá de la honesta propuesta de cine de súper acción ofrecida por el dúo sería pretender querer ver un film que nunca hicieron y que tampoco quieren hacer. No obstante, su entretenimiento deja pensando acerca del estilo de vida americano, el llegar a los 60 años con una hipoteca importante sobre la casa, verse ante la necesidad de pagar una matrícula para un hijo que comienza la vida universitaria… Dejémoslo allí. Esa podría ser otra película.

domingo, 21 de enero de 2018

TRES ANUNCIOS PARA UN CRIMEN de Martin McDonaugh

¿JUSTICIA POR MANO PROPIA?

Estamos ante la nueva película de Martin McDonaugh, el guionista y director inglés que llamó la atención con Escondidos en Brujas en 2008, y Siete Psicópatas en 2012, siempre acompañado por el dúo de productores que componen Peter Czermin y Grahan Broadbent. En este caso, se trata de una producción independiente filmada en los Estados Unidos con la participación de Fox Searchlight en la distribución.

Three Billboards Outside Ebbing, Missouri trata sobre un episodio ocurrido en un pueblo de muy pocos habitantes en el centro mismo de los Estados Unidos, donde reina la desidia, un estado de ánimo que solo muestra desgano, falta de interés o descuido para hacer las cosas. La descripción de la situación, no obstante su precisa localización geográfica, parece alcanzar difusión insospechable, a tal punto que si la acción ocurriera en un pueblo de nuestro país, podríamos pensar que la situación sería la misma.

En ese ámbito que solo genera impotencia, estalla la violencia a través de la puesta de tres carteles en la ruta por que piden respuestas a una madre cuya hija adolescente ha sido violada y asesinada, cuyo crimen ha caído en la impunidad de la nada, y que finalmente, a causa de los carteles, darán lugar al escándalo que permitirá que la denuncia comience a moverse.

Es que en medio de la desidia también anida la corrupción, el no te metas, el mirar para otro lado, el que me importa si total a mí no me toca. Y lo peor es que la policía del pueblo y los jueces del condado no son ajenos a ello.

Estallará el escandalo porque detrás del no hacer nada crece la ira de una madre que ha perdido a su hija. Ante el hecho irreparable, solo pide justicia. Es consciente que nadie le devolverá a su hija, pero quiere saber quién o quiénes son los culpables y que paguen por lo que han hecho. A falta de acción policial e inacción de la justicia, prevalecerá, entonces, la justicia por mano propia. Pareciera que solo en los extremos se despierta la conciencia social. En ese momento, también estallará el escándalo.

Éste, una vez desatado, traerá consigo los remordimientos de conciencia, el darse cuenta que a cada uno desde su rol social le cabe una responsabilidad sobre la que debe dar respuestas. Aparecerá también la culpa como motor movilizador de la justicia. En el medio algunos justos pagarán por pecadores, y algunos pecadores lograran la redención de sus pecados, pero ya nada podrá ser como era antes. Nadie devolverá la vida a la joven muerta.

McDonaugh dirige el film como mano firme y sin lugar a dudas consigue su mejor film tanto como escritor como director. El guión está estupendamente escrito. En líneas generales mantiene una linealidad con un solo salto hacia el pasado que está perfectamente integrado al relato. Al transformarse en película, las imágenes mantienen contundencia y logran expresarse por si mismas acompañadas por un grupo de excelentes actores que dan vida y credibilidad a cada uno de sus personajes. El director tensiona y distiende el relato volviéndolo compulsivo en un crescendo que alcanza un pico en la escena del ataque de características terrorista a la estación de policial local como si las razón solo se pudiera imponer por la fuerza y la toma de conciencia solo fuera el resultado de esta presión.

El film asume un tono de farsa que parece desenvolverse en un mundo del revés donde la situación que describe se transforma en una pesadilla dado que ante el crimen todo parece seguir igual, como si nada hubiera pasado, como si investigación, juicio y castigo no existieran en Ebbing, Missouri.

Tal vez por la presencia de Frances McDormand, estupenda en el papel de Mildred Haynes, un papel que seguramente le traerá más de una satisfacción, el film parece imbuido dentro del espíritu burlón de los Hermanos Cohen. El film transita la vía del absurdo y de la incoherencia de las acciones de sus personajes con la misma facilidad que se transita en películas como Fargo, Sin Lugar para los Débiles, Hermano, Dónde Estás?. O Quemar Después de Leer. No obstante ello, el film de McDonaugh respira por sí mismo, tiene su personalidad, su propia impronta.

Tres Carteles... es un film molesto que incómoda nuestra neutralidad de meros espectadores, que nos retrotrae a un mundo de injusticia en el que pagan justos por pecadores. A pesar de ello, no plantea una cuestión religiosa sino una de índole social donde los delincuentes que deben ser encontrados, apresados, llevados a juicio, someterlos a un veredicto, y obligados a cumplir una sentencia, no aparecen porque no se buscan. Estamos ante un film que muestra una sociedad injusta y carente de igualdad. 

El final, ambiguo como todo el film, nos deja regurgitando lo visto. Mildred y Dixon (gran trabajo de Sam Rockwell) viajan en auto hacia Idaho para seguir buscando al violador. Será para matarlo o tan solo detenerlo. No tienen una decisión tomada. Está claro que han tomado la justicia por su cuenta. Ha llegado la hora de hacer justicia por mano propia?

martes, 16 de enero de 2018

PEQUEÑA GRAN VIDA (DOWNSIZING) de Alexander Payne

UN TRASPIE QUE NO ES CAÍDA

Alexander Payne es el gran guionista y director de Entre Copas, Los Descendientes y Nebraska, por citar tan solo sus trabajos que más me gustaron y por otra parte lo hicieron conocido o le dieron la fama que hoy le permite trabajar con un gran presupuesto para la Paramount en esta nueva y floja nueva película suya cuyo título en castellano no traduce literalmente el fenómeno de empequeñecimiento del cual verdaderamente trata la película. Un film que con ritmo de comedia bien podría instalarse en la ciencia ficción.

El film dura 2 horas y 15 minutos, pero lo único rescatable e interesante son los primeros 30 minutos donde plantea el tema de la miniaturización. Después de eso, la nada. La idea es que los miniaturizados se vuelven ricos porque consumen solo una centésima parte de lo que les demanda una vida normal. Pero como mantienen sus recursos, la miniaturización es negocio puro. En lugar de trabajar pueden dedicarse al ocio. Sus vidas, entonces, se vuelve disipada y viven de fiesta en fiesta aunque en esa pequeña sociedad de la abundancia se mantienen las diferencias sociales. Es decir, algunos son más ricos que otros.

Si el film pretende ser una crítica contra el capitalismo más salvaje, me parece un tanto ridícula. La sociedad de la abundancia que aparece en el pequeño mundo ideado por Payne es un sinfín de fiestas, baile, sexo, drogas, y alcohol. Parece una sociedad ociosa en la que cabría preguntarse hasta qué punto puede llevarse una vida de puro gasto sin renovar recursos. Claro esta que esta pequeña sociedad convive con la sociedad normal, en las que las diferencias sociales y las necesidades básicas continúan con alarmantes signos de insatisfacción que de alguna manera bien podría estar siendo financiada por los recursos ociosos de la sociedad miniaturizada. Pero esto es una simple especulación propia, la película ni siquiera lo insinúa.


En el tercio final, Payne se sumerge en el misticismo religioso y sus personajes emprenden una especie de viaje hacia la tierra prometida y la búsqueda de su creador, el físico noruego. La película de ciencia ficción que comenzamos viendo es ahora un film pretendidamente místico. La película cae en una nada bastante preocupante tratándose de un escritor y director tan notable como Alexander Payne. Deseo que sea solo un traspié de alto presupuesto. Con mucho, pero mucho menos, había logrado películas notables.

viernes, 12 de enero de 2018

ASUNTOS DE FAMILIA de Maha Haj

LA TRANQUILIDAD APARENTE

Primer largometraje de la escenógrafa, escritora y directora Maha Haj, una mujer nacida en Nazaret en 1970, lugar donde además, ocurre la acción de la película. Como antecedente inmediato, podemos apuntar que Maha Haj ha trabajado como escenógrafa de Elía Zuleiman, el director palestino de Intervención Divina (2002).

La acción transcurre en Nazaret donde vive una pareja de ancianos que tienen tres hijos, uno que está radicado en Suecia, y espera la visita de sus padres.  En Ramallah, a unos 90 km de Nazaret, vive los otros dos: Tarek, el eterno hijo solterón y su hermana, quien está embarazada a punto de tener familia mientras su marido, un mecánico de autos, ha conseguido un trabajo como actor en una película americana que se está filmando, y que pareciera ser la contracara de la película que estamos viendo.

El film se plantea como una comedia situacional regido por un humor muy fino que bordea lo absurdo. Es que esas vidas familiares separadas por unos pocos kilómetros de distancia están retratando unas condiciones que sumergen la vida en un estado de violencia bajo la apariencia del respeto por la ley bajo la cual impera una situación política incierta que condiciona la vida tanto de un lado como para el otro, toda vez que alguna escaramuza de carácter terrorista es respondida del otro lado con el poder de la violencia.

La pintura de Maha Haj, con mucha ironía e inteligencia, transforma esta situación tensionada en un retrato casi bucólico de la realidad donde la alienación de los personajes aparece en todo momento generando una situación levemente desestabilizante de un estado alterado por la naturaleza del conflicto que subyace inevitablemente en la vida de cada uno.

Con un tema delicado, la directora sabe ordenar sus fichas para que su mensaje quede claro, sin que se preste a confusión alguna. Los personajes de Haj son educados, tienen posibilidades de trabajo dentro y fuera del país, pero el amor por su tierra, sus vínculos familiares, sus amigos, la gente con la que han convivido años de guerra los hacen elegir por quedarse. En ese quedarse, radica el conflicto individual en medio de una situación en la que los violentos practican terrorismo y los pacíficos el “no te metas”, generando una sociedad desigual y frustrante llena de límites, fronteras y hasta muros interiores.


Maha Haj dirige el film con mucho tacto, utilizando un medio tono que apenas genera una sonrisa en el espectador pero nunca una carcajada. De la misma manera maneja el polo opuesto. Cuando la cuestión se acerca a la tragedia, aparece la situación risueña, vuelve a reinar la comedia y el film recupera su equilibrio.

sábado, 6 de enero de 2018

LA RUEDA DE LA MARAVILLA (WONDER WHEEL) de Woody Allen



SOBRE LA FRUSTRACION Y LA CULPA

Hace unos años, intenté clasificar el cine de Woody Allen. En aquel momento afirmé que su cine se instalaba en la comedia americana pero que en su obra se podía encontrar 5 tipos de subrtramas e incluso algunos dramas. Pero de las 47 películas suyas estrenadas hasta ayer, ninguna se instalaba en la tragicomedia como lo hace “Wonder Wheel”.

Este nuevo Allen vuelve a las raíces más profundas del mejor teatro americano moderno. Tal como lo había hecho unos años atrás en Blue Jasmine, en la que se inspiraba en la obra de Tennessee Williams Un Tranvía Llamado Deseo, su nueva película abreva no solo en éste autor sino también en Eugene O`Neill y Arthur Miller, la trilogía de autores que describieron el sentimiento de la decepción en la posguerra, escritores que adhirieron al llamado realismo americano.

Es que su protagonista Ginny, una magnifica Kate Winslet, es una hija dilecta de aquel teatro y bien podría haber salido de la pluma de cualquiera de esos tres grandes escritores teatrales americanos. La diferencia es que ellos transitaron el drama, y Allen suaviza este drama con toques de comedia simplemente porque su visión de la vida es menos dramática que la de aquéllos.
Ginny es una actriz fracasada con un hijo piro maníaco de unos 10 años, abandonada por su marido, que trabaja de moza en un bar en Coney Island. Ahora vive una vida marital sin expectativas con el bueno de Humpty (Jim Belushi), a cargo del carrusel de la playa y mantiene un romance paralelo con el guardavida Mickey (Justin Timberland). La llegada de Carolina, la hija de Humpty, de unos 30 años, alterará el estado de las cosas.

Lo que hasta aquí Allen presenta es una típica comedia costumbrista heredera de sus recuerdos de infancia que tiene un enorme parecido a Días de Radio (1987). Pero a partir de la llegada de Carolina, la comedia se transforma en drama y la vida de Ginnny comienza a alterarse, se convertirá en el centro del relato, y la historia entrará de lleno en la tragicomedia.

La película, entonces, se transforma en el drama de la mujer a los 40 años, esa edad en la que todavía uno se siente joven pero a la vez comienza a sentirse viejo y a pensar que la vejez no está tan lejana. Podríamos llamarle la medianía de la vida. Ese momento en que uno se da cuenta que aún esta con el pescado sin cocer. Pero también podría ser la de la aceptación de la mediocridad, dado que esta en el justo medio por naturaleza, porque no sabe ni puede hacer otra cosa, porque comienza a carecer de ambiciones, de energías, a controlar sus impulsos, ajustándose a lo que debe ser, a conformarse con lo que se es como si fuera un mandato al que ya no se puede modificar.

Kate Winslet aprovecha la pluma prodigiosa de Allen y a partir de ese momento se trasforma totalmente en Ginny y se apodera de la película haciendo una de sus más notables actuaciones de la mano del genio. Se acabarán los sueños y será una mujer termina por aceptar que lo que le propone la vida es simplemente seguir peleándola.
Allen se da el lujo de volverse genio en la playa que lo vió nacer. Su mirada de la vida esta vez se opaca, se vuelve agria, negativa como la de sus admirados escritores de posguerra pero no pierde lucidez. Las tonalidades del film se tornan cada vez más rojizas, en las que predomina el color ocre de la mano de Vittorio Storaro, un fotógrafo italiano cuya genialidad está fuera de toda discusión, y que envuelve todo con los colores del atardecer como resignándose a que el fin del día y de la vida está envuelta en ese color. Recordemos que Don Vittorio se dio el lujo de fotografiar El Conformista, Novecento y Último Tango en Paris (la tres de Bertolucci), y Appocalysis Now de Francis Ford Coppola. También el año pasado había comenzado a colaborar con Allen haciendo Café Society. Un lujo que se da el pequeño genio que siempre trabajo con grandes directores de fotografía: Carlo di Palma, Gordon Willis, Sven Nykvist, entre otros.

Esta vez estamos ante un Allen algo más pesimista, posiblemente más realista, como siempre poco creyente, pero con su eterna pluma prodigiosa delineando un fresco sobre las expectativas en la medianía de la vida en los márgenes de la gran ciudad. También un gran retrato sobre la vida de los “loosers”, de los “borders” en los años 50, una crítica social poderosa mostrando que esa economía del bienestar que procuraba el fin de la guerra no iba a ser igualmente repartida para todos.


En su opus 47, Allen realiza un film lucido y ácido que se vuelve una cosa seria. Para algunos, la falta de un humor constante, será un motivo de crítica. Para otros, será un motivo para la meditación. Estamos ante otro gran film de Allen que elige el camino de lo tragicómico, es decir, no llega a ser uno de sus grandes dramas (Interiores, Una Mujer), tampoco es una de sus grandes comedias (Annie Hall, Hanna y sus Hermanas) pero se acerca a esas películas insoslayables como Crímenes y Pecados o Match Point, donde la toma de conciencia sobre la culpabilidad marcan un antes y un después.

martes, 2 de enero de 2018

EL DÍA DESPUES de Hong Sang –Soo


LA PRESENCIA DE LA AUSENCIA

En este sentido, la película trae reminiscencias de Truffaut, uno de los padres de la nouvelle vague francesa, autor de la serie de Antoine Doilen, cuando la pareja, ya casada, comienza a sentir los primeros signos del desgaste de la vida matrimonial. Sang-Soo comienza el film en la casa del protagonista que recién levantado de la cama está tomando el desayuno en la cocina, cuando de pronto, aparece su mujer con ese tacto tan femenino intuyendo que algo anda mal en la vida de su marido. No se equivoca. 


Lo que sigue es un día en la oficina de ese hombre, un editor y escritor de libros en un lugar donde prevalece la literatura por sobre todas las cosas. Un lugar que da lugar a las fantasías, los affairs, los engaños, y hasta las sorpresas.


Es como si Sang-Soo dividiera la vida de las personas entre su casa y su trabajo donde la casa es el reino de la mujer y la oficina el del hombre. Lo que no está permitido en un lugar, tienen piedra libre en el otro. Bongwan, tal el nombre del protagonista, despierta apesadumbrado porque su amante lo ha abandonado. Su mujer lo descubre llorando en la cocina mientras toma el desayuno. No entiende que le pasa. Pero más tarde encuentra una nota en un papel e intuye el romance frustrado de su marido. Desesperada irrumpe en la oficina de Bongwan e increpa a su nueva secretaria sin saber que es la persona equivocada, una nueva empleada en su primer día de trabajo.


La comedia de Sang-Soo adquiere la fórmula de la comedia de enredos pero se encuentra lejos de Hollywood. Trascurre en una Seúl invernal acogedoramente nevada, lo cual ayuda al encierro de los personajes tanto en los lugares como en sí mismos. En ese mundo de encierro describe un lugar donde el deseo queda en suspensión producto de una acción no consensuada por uno de los personajes (el ausente), un deseo que nunca es acompañado por la pasión.


En el film el encierro otorga a los personajes un devenir permanente que pareciera situarlos fuera de todo tiempo y lugar. Los personajes de Sang-Soo viven como abstraídos en sus propios mundos, lugares donde solo existen sus pasiones y sus trabajos totalmente alejados de lo que pasa en la sociedad que los contiene.


Filmada en blanco y negro, y practicante desarrollada como una obra teatral en 3 actos con un prólogo y un final, Sang-Soo encierra a sus 4 personajes (uno de ellos permanece ausente durante toda la película), y trata de descifrar los códigos que unen y separan a una pareja poniendo especial énfasis en el deseo y la rutina.

La presencia de la ausencia es un hueco, es la silla vacía, el que falta o que no está físicamente pero está presente. Alrededor de esa figura, más allá del protagonismo de su personaje principal, está construido El Día Después, y todo girará sobre el misterio de esa ausencia que ha marcado o marcará la vida de los personajes.

Hay en el film de Hong Sang-Soo un delibrado placer en la filmación de la rutina, la repetición de la costumbre donde los personajes se mueven tratando de buscar salir de la soledad, de encontrar a un semejante, alguien parecido con quien compartir más que un momento, tal vez la vida misma.


Tal vez no sea la mejor película de Sang-Soo, pero es una oportunidad de ver su cine, un cine muy poco visto como estrenado en Argentina. Obviamente, es un film de características peculiares. Como obra de teatro está muy bien escrita, como película está muy bien actuada y muy bien filmada. Con una cámara casi fija, los movimientos de zoom producen el acercamiento a la intimidad de los personajes o su alejamiento tomando la distancia generando climas tanto de calidez como de frialdad. Por otra parte, el hecho de filmar casi constantemente en primer plano hace que no se note el encierro de la situación que plantea a la vez que subjetiva la situación de cada personaje dándole cuerpo, carnadura, una identidad que los humaniza, esa característica tan propia de todo su cine.