UNA PANADERIA EN NOTHING HILL de Eliza Schroeder
NARRAR LO INTANGIBLE
Esta película inglesa, realizada casi enteramente por un
elenco y un equipo técnico casi de desconocidos me resultó una de las sorpresas
más interesantes de un año cinematográfico que sigue mostrando solo los grandes
tanques de Hollywood y algunas pocas películas pequeñas que han tenido la
fortuna de ser interpretadas por algún actor / actriz conocida que invita con
su nombre a verlas.
Una Panadería… muestra el desarrollo de lo intangible, un
re encuentro familiar a partir de una nieta que ha resuelto poner una panadería
en un barrio de Londres. A ella se le acercarán
una amiga de su madre, el novio de una de ellas que tiene antecedentes
reposteros y un muchacho sencillo que sabe mucho de repostería. A ellos se le
suma la abuela cuya nieta le pide ayuda.
El film se va armando de a poco basado en los gestos y
actitudes de quienes se van acercando, nunca impulsados por un afán material
sino espiritual, una necesidad de acompañamiento que va tomando la forma de una
reconstrucción de carácter familiar de un grupo donde pareciera imperar el
desinterés y alejamiento.
Esta obra es uno de esos films donde parece no pasar nada
cuando en realidad pasa de todo. El film está construido de pequeños pero
significativos encuentros. Y ese todo resulta mucho más que lo que aparenta,
porque lo que está apareciendo es el re encuentro de una familia que por
diversos motivos de la vida se han ido
alejando uno de los otros.
Al instalarse la panadería, ese lugar se transformará en
un lugar de encuentro donde no solo se encontrarán familiares y amigos sino
fundamentalmente, se encontrarán a sí mismos. Y posiblemente, cada uno de esos
encuentros significara una reconciliación consigo mismo, lo cual transforma al
film en una narración muy interesante.
Lejos de todo lo discursivo, la directora Eliza Schroeder
va construyendo su film paso a paso, haciendo aparecer sentimientos, a veces
encontrados, otras sorpresivamente, que va pintando un panorama donde la
inestabilidad emocional, la diferencia generacional, las diferentes situaciones
económicas de cada personaje, han impedido por años la posibilidad del
encuentro y como consecuencia de ello, el alejamiento. Ahora aparece el re
encuentro en un lugar casual, una panadería, que se transformará en un lugar de
unificación y paz de la familia, dando lugar a la posibilidad de un futuro
mejor.
Esto no se trata de un drama familiar que se transforma
en comedia sino de una comedia que se construye a si misma a través de lo
situacional. Los personajes encuentran un camino para sí mismos que por alguna
razón habían perdido. Comienzan por entender que pueden trabajar juntos, hacer
valer sus diferentes capacidades culinarias e incluso comerciales.
Sintetizando, estos personajes encuentran su lugar en el mundo a partir de algo
que los une y los motiva.
Desde lo formal, estamos ante una pequeña obra de teatro
que transcurre dentro de una panadería, donde un grupo de gente que son familiares entre sí, encuentran un trabajo y
lo llevan adelante, logrando salir de la abulia, de los efectos negativos de la
pandemia, enfatizando que cuando se comparten objetivos, se dejan los egos de
lado, donde unos se solidariza con otros, cuando cada uno asume la responsabilidad
que le compete, la probabilidad de éxito de cualquier proyecto se potencia y
con facilidad se vuelve realidad.