sábado, 29 de septiembre de 2018

LA NOCHE DE 12 AÑOS de Álvaro Brechner


Esta película está basada en el libro Memorias del Calabozo de Mauricio Rosencof y Eleuterio Gonzalez Huidobro que escribieron basándose en hechos reales de carácter histórico que protagonizaron junto a José Mujica desde 1972 a 1984 en Uruguay durante la dictadura militar que gobernó aquel país durante esa época.

El film es un dechado de perfección narrativa, de una rigurosidad pocas veces vista en la filmografía del Rio de la Plata. Es notable su puesta en escena, donde la tragedia ocurrida tiene características de una odisea de supervivencia en un marco de encierro entre 4 paredes de diferentes tamaños y lugares que es donde permanecieron arrestados y desaparecidos la mayor parte del tiempo los sobrevivientes de esta hecho político.

Es elogiable la pericia del director uruguayo (Mal Día para Pescar, 2009; Mr. Kaplan, 2014) para encarar esta obra sin caer en el lugar común ni en el panfleto político urdiendo una trama donde con algunos flashbacks explica el porqué de las detenciones ubicando al espectador en el tiempo y en los sucesos ocurridos para concentrarse en esa odisea de supervivencia que vivieron los tres dirigentes tupamaros recalcando la violación permanente de derechos humanos que como detenidos políticos fueron víctimas.

La pericia del director es indudable. Basado en un excelente guión propio, pareciera encontrar algunos antecedentes y fuentes de inspiración en Hunger del inglés Steve Mc Queen en lo referente al enfoque político (la película en su introducción y desarrollo resulta tan directa como ésta), y en algunas otras como Fuga de Alcatraz de Don Siegel (en su rigurosidad formal), o la famosa Expreso de Medianoche de Alan Parker, en su relación con la violación de derechos humanos en Turquía. No obstante ello, la película es una obra absolutamente propia y personal que sin duda dejará huella en la cinematografía del Rio de la Plata.

Hacia el final, Brechner pareciera tomarse algunas licencias. Las escenas de la liberación de los detenidos corriendo en busca de sus familiares, como así también la escena donde musicaliza con la versión de Silvia Perez Cruz de Puente Sobre Aguas Turbulentas de Simon and Garfunkel son de un lirismo total que evocan una historia que se vuelve una epopeya.

Un film notable, un verdadero canto a la libertad y un recordatorio de una injusticia social y política de un gobierno usurpador del Estado que dejó de lado la ley para hacer justicia por su propia cuenta maltratando o haciendo desaparecer a quienes infringían la ley o pensaban diferente.

Otro de los puntos fuertes del film son sus actuaciones. Tanto Antonio de la Torre como José Mujica (que años atrás alcanzara democráticamente la presidencia de Uruguay), Alfonso Tort  como Eleuterio Fernández Huidobro (Ministro de Defensa Nacional durante las presidencias de Mujica y Tabaré Vazquez) y el Chino Darín como Mauricio Rosencof (Director de Cultura de la Municipalidad de Montevideo) están notables y creíbles en sus actuaciones aportando otro aspecto de importancia a la calidad del film.

LUCKY de John Carroll Lynch


EL PASO DEL TIEMPO

Esta es la opera prima de John Carroll Lynch, un actor norteamericano de Denver, Colorado cuya principal actividad es el teatro, no obstante de haber participado de algunas producciones cinematográficas de importancias como Fargo (1996) de los Hermanos Coen, Zodiaco (2007) de David Fincher, y Jackie (2016) de Pablo Larrian.

Basado en el guión de Logan Sparks (Nemesis, 2002, y Constantine, 2005) y Drago Sumonja (Cortez, 2017) narra unos días de la vida de Lucky, un hombre de unos 90 años retirado de la Marina de los Estados Unidos, sus hábitos y costumbres, cuando repentinamente su vida se ve afectada por un accidente hogareño mientras realiza sus ejercicios físicos matinales.

Lucky es una notable reflexión sobre la vejez. El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos. El film representa un momento en la vida de un hombre que ha superado los 90 años, que vive en un pueblo del sur de los Estados Unidos muy cercano a la frontera con México, que está lleno de rutinas que cumple con obsesión y eficiencia. Para los médicos es una rara avis, no saben qué recetarle dado que es un hombre sano. Literalmente, su vida pende de un hilo invisible que para un creyente sería solo cortado por Dios. No obstante ello Lucky se mueve como un fantasma, y la idea de su propia muerte, parece acosarlo levemente aunque él trata que la idea no se le vuelva fija.

El hombre, magníficamente interpretado por Harry Dean Staton, es un sobreviviente. Ha estado en la marina, ha vivido una guerra, se ríe de los vendedores de seguros como sabiendo que la vida es riesgo puro. Recorre el pueblo todos los días. Tiene buen humor. Y una tarde, en lo de la mexicana que atiende un quiosco donde suele comprar leche y cigarrillos, es invitado a participar de una fiesta familiar durante el fin de semana.

El personaje se encontrará a sí mismo. En el ánimo festivo de la gente, en la buena comida mexicana, en el canto y en el baile, pero sobre todo en la calidez y el cariño que recibe encuentra razones para seguir disfrutando de la vida. La fiesta de Bibi (Bertila Damas), resulta como una inyección de vida. Más allá de su cansancio, de su vejez, de su hartazgo se da cuenta que la vida no hace otra cosa que continuar. Todo sigue y hay que vivir hasta donde Dios mande.

Lucky es también la actuación póstuma de Harry Dean Stanton, un hombre que trabajo en más de 200 películas, muchas de ellas en series de televisión (Laramie, Bonanza, El Fugitivo entre otras) y que a partir de los 70 paso al cine donde descolló una década más tarde a las órdenes de Win Wenders en Paris, Texas, 1984 (una actuación verdaderamente inolvidable) y en The Repo Man (1984) dirigido por Alex Cox. Ahora y aquí, con Lucky, nos deja otro gran recuerdo.

UNA PASTELERIA EN TOKIO de Naomi Kawase


EL GUSTO DE LA VIDA

Naomi Kawase es una escritora y directora japonesa que forma parte de la nueva generación cinematográfica. No obstante ello, estéticamente Kawase está más cerca del cine de Jasujiro Ozu que el de Akira Kurosawa, y muy lejos de Kitano. Sus historias se concentran en la vida de sus personajes, sus conflictos más íntimos, sus necesidades de comunicarse con el otro. Forma parte de un cine de contemplación.

Su cine se conoció mundialmente en el Festival de Cannes de 1997, donde se adjudicó la Cámara de Oro, premio a la mejor opera prima por Suzaku, donde narra la historia de una familia en una villa devastada por la situación económica ante fallidos planes de reactivación económica por parte del gobierno. En 2007 el Festival la transformó en Gran Maestra al ganar la Palma de Oro (premio principal) por su película Nogari No Mori (El Bosque de Luto), una de las máximas expresiones de un cine contemplativo que a su vez es una meditación poética sobre la vejez, el dejarse ir y la muerte.

Una Pastelería en Tokio es su último film estrenado en argentina realizado en 2015 que responde a estas inquietudes estéticas pero a su vez resulta una película bisagra en su cine. Es un film mucho más abierto, donde la narración está por encima de la contemplación y deja fluir una de esas historias mínimas de gente común transformándose en un verdadero canto a la vida. El film describe los perfiles de tres soledades que buscan dar un sentido a sus vidas. Y ese sentido lo encuentran en la rutina diaria, en lo que cada uno hace, en el trabajo de cada día, en el amor y el buen trato que se dispensa hacia el otro.

Sentaró es un hombre solo. Tiene un puesto en una plaza de Tokio frente a una estación de tren donde vende café y panqueques para el desayuno. Sus clientes son mayormente alumnas de un colegio cercano. Wakana es una de ellas que no está muy interesada en su Colegio. Quiere trabajar y ayudar a Sentaró, pero un día aparece una anciana en busca de trabajo. Su nombre es Tokué. Su destreza es la jalea de frijoles. La suya es un verdadero manjar que hace cobrar sentido a los panqueques que vende Sentaró.  

La madurez de Sentaró percibe que con la venta de panqueques no alcanza para llegar a fin del mes. Tokué necesita trabajar para sentirse viva, útil a la sociedad, pero sobre todo es consciente que la vejez llega inexorablemente con sus pequeños achaques que tarde o temprano conducirán hacia la muerte. Wakana siente su primera atracción sobre un hombre. Son etapas de la vida. Tres generaciones que busca su lugar en el mundo. El film de Kawase es un canto a la vida pero a su vez es una extraordinaria parábola sobre la existencia del ser humano.

Con estos tres personajes, Noemí Kawase construye una historia que centra su virtud en el humanismo. El espectador percibe con facilidad lo que la directora narra. La soledad de las grandes ciudades. La falta de comunicación. Las apremiantes necesidades económicas. La juventud que busca abrirse un camino. La responsabilidad de la vida adulta. La vejez que inevitablemente llega.

Basada en la novela de Darian Sukegawa, Kawase pinta su aldea y consigue pintar el mundo. Esa pequeña plaza con su quiosco de venta de panqueques y sus tres personajes tratando de descifrar el sentido de sus vidas frente a una estación de trenes que pasan continuamente tiene alcance universal.
Es una síntesis de la vida. Así como los trenes pasan a gran velocidad también pasa la vida. Pero el film transcurre lentamente tal como los seres humanos sentimos pasa la vida.  Así como en Tokio, esta historia pudiera ocurrir en cualquier lugar. Es la vida que pasa, la lucha por la subsistencia, el goce de la felicidad, el sufrimiento de la enfermedad. Un pedacito de vida retratado en celuloide. Gran film de Noemí Kawase.

sábado, 22 de septiembre de 2018

1 9 4 5 de Ferenc Török



LA VERDAD OCULTA

1945 es el título de la sexta película del húngaro Ferenc Török y primera de su autoría que se estrena en Buenos Aires. Su cine remite al cine del Este de Europa de los años 60. Posee un enorme sentido de la ironía, un humor que bordea al drama desdramatizándolo, y un grupo de actores desconocidos para nosotros que en sus manos se vuelven plastilina moldeable que humaniza personajes y las lleva a situaciones absurdas que dejan en evidencia la condena que el director pretende transmitir en forma disimulada que resulta contundente.

Al ver el film, su visión me remitía sobre todo al gran cine checo de los años 60, aquel cine que dio lugar a Los Amores de una Rubia (1965) y Al Fuego, Bomberos (1967), ambas de Milos Forman, a Trenes Rigurosamente Vigilados (1966) de Jiri Menzel, o a La Tienda de la Calle Mayor (1965) de Jan Kadar, todos films que mezclan la ironía y el absurdo dando lugar a momentos kafkianas.

En la presente obra de Török, la acción transcurre días antes de la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Un tren llega a la estación de un pueblo en Hungría. Del mismo bajan dos personas, con dos cajones. Son dos judíos a los cuales los está esperando un carrero. La noticia vuela por el tranquilo pueblo. La quietud y tranquilidad que lo caracterizan ya no será la misma mientras el carromato cruza el pueblo.

Török maneja con maestría su material. Con paciencia irán apareciendo las pasiones humanas que cambian la historia. Las bajezas humanas no tienen límites. La vergüenza, el resentimiento, la culpa, el miedo, el poder del dinero que todo lo corrompe, la ira, la venganza. Todo saldrá a la luz para modificar un estado de cosas que la propia guerra ha facilitado con su corrupción.

La guerra facilita la corrupción del hombre, del ciudadano toda vez que el permiso para matar esta dado a partir de la declaración de la misma. La instalación de la injusticia es su consecuencia directa. El notable film de Török minimiza toda la cuestión a un mero episodio que ocurre durante un solo día en el que todas las bajezas ocurridas en el pueblo salen a la luz por un gran catalizador que es el sentimiento de culpa.

Para muestra vale un botón. La película posee una extraordinaria fuerza expresiva. Cuenta una historia, provoca al espectador, lo saca de la indiferencia y busca su reflexión. Nadie puede permanecer impasible ante la historia que nos cuenta el film. De hecho, en la función que yo vi el film, nadie se movió de su butaca hasta que no terminó de caer el último crédito.

Este no es un film de guerra ni sobre la guerra. Es sin embargo, una obra lucida, plena de humanismo, de un creador que pone a la luz las crueldades capaces de desarrollar el ser humano en determinadas situaciones. Lo hace con suspenso y mucho humor. Con una pintura muy notable de personajes y composiciones actorales que en algunos casos se vuelven antológicas. Su film no aspira a condenar ni hacer justicia. Solo expone y deja librado a espectador sacar sus propias conclusiones.

viernes, 21 de septiembre de 2018

SOLEDAD de Agustina Macri


LA INSOPORTABLE NECESIDAD DE SER

Basada en la novela Amor y Anarquía de Martin Caparros, recrea la vida de Soledad Rosas, una adolescente rebelde de clase media argentina, que después de terminar sus estudios viaja a Europa en busca de experiencias y termina encontrando en Italia a un grupo de jóvenes anarquistas cuya ideas comienzan a dar sentido a su vida. No obstante ello, Soledad se suicida poco tiempo después mientras cumplía una condena domiciliaria acusada injustamente de haber participado en un atentado contra un tren de alta velocidad.

En los años 80 dos acontecimientos, uno económico y otro político convulsionan el mundo. En lo económico, comienza a notarse el notable avance de la tecnología y la cibernética que a través de la robótica dan inicio a una sustitución enorme de mano de obra por maquinaria totalmente sistematizada. Sin lugar a dudas puede hablarse del comenzó del fin de una sociedad industrial que vira hacia una sociedad de servicios.


En lo político, en 1989, la caída del Muro de Berlín marcó un acontecimiento que afecto a toda Europa y repercutió en forma importante en el resto del mundo. Tras la primera euforia económica que provocó el hecho, el reordenamiento de las economías del Este comenzó a generar nuevos problemas con costos sociales altos como la reducción de los montos de los seguros de desempleo, la baja de subsidios familiares y la elevación de la edad jubilatoria en varios países. 

Soledad viaja a Italia en 1997, 8 años después de la caída del Muro. La Italia que encuentra no fue ajena a estos acontecimientos. Aquel divorcio involuntario que ella padecía con la sociedad argentina, su incomodidad, su incapacidad de entendimiento de la situación social vuelve a replicarse en la Italia pos muro. La falta de vínculos familiares y materiales que sufre al decidir vivir sola, es canalizada a través de la amistad que genera con jóvenes pertenecientes a los movimientos anarquistas que expresan en forma violenta la disconformidad reinante incapaz de ser contenida a través del sistema político italiano.

Es en aquel marco de gran ebullición y violencia cotidiana donde ella canaliza sus inquietudes, abraza los ideales anarquistas y decide pasar a la acción revolucionaria. Lejos está su militancia de los jóvenes revolucionarios de los `70 sino de los socialistas utópicos de fines del siglo XIX. No obstante, su militancia la llevara a cometer hechos criminales. Paseará por cortes judiciales y pagará días de cárcel. Pero la soledad que no solo lleva su nombre terminará volviéndola a aislar de una sociedad que no la entiende ni la acepta y pagará con su vida.

Agustina Macri guiona (junto a Paolo Logli) y dirige esta película cuyo personaje central lo asume una extraordinaria Vera Spinetta. El film es un patchwork de filmaciones caseras, entrevistas a familiares y amigos, y una recreación libre y ficcional de acontecimientos en Argentina e Italia que marcaron la vida de Soledad generando un fresco social muy interesante sobre el desconformismo de una juventud que no encuentra salida como así también una visión desangelada de una mujer joven que no encaja dentro de los moldes convencionales de familia de clase media con un padre trabajador, una madre ama de casa, y dos hijas que han estudiado en un colegio laico conservador.

Vera Spinetta es otro de los puntos fuertes del film. Su actuación es verdaderamente consagratoria. No solo da con el rol en todos los aspectos sino que lo enriquece, lo saca del libro y de las páginas de los diarios para transformar a Soledad en un ser real, sensible, una persona alienada por una sociedad a la que no interpreta, con la que no coincide, que a su vez, no la contiene, la vuelve violenta a pesar de sí misma, y que termina haciéndola sufrir la injusticia de un crimen del cual no ha participado.

El film encuentra antecedentes en algunos films que han desarrollado como tema principal la injusticia, tales como “Sacco y Vanzetti”, 1971, con Gian Maria Volonté y Ricardo Cucciola dirigidos por Giuliano Montaldo, “Sin Aliento”, 1959,  de Jean Luc Goddard, sobre el cual Francois Truffaut como critico subrayaba el dolor físico y moral que Belmondo  expresaba, “Bonnie and Clyde”, en cual sus personajes se volvían ladrones y asesinos encontrando la muerte a los balazos expresando un enorme disgusto social, “If”  de Lindsay Anderson, que con determinación e ironía pintaba una pequeña revolución en las aulas de una vieja institución académica. Con ese mismo dolor existencial que hacían sentir aquellos films se expresa este noble film que se encuentra entre lo mejor de la producción argentina estrenada este año.

viernes, 14 de septiembre de 2018

ACUSADA de Gonzalo Tobal


PRESUNCIÓN DE INOCENCIA


Esta película de Tobal responde a un subgénero dentro del film de suspenso: las películas de juicio. Hay obras maestras en la historia de cine a la que “Acusada” le hace su pequeño homenaje. Si recordamos Testigo de Cargo (1957) de Billy Wilder debemos encontrar uno de los mejores ejemplos. Tampoco debemos olvidar Doce Hombres en Pugna (del mismo año), Matar un Ruiseñor (1962), Será Justicia (1982), Cuestión de Honor (1992), y tantas otras donde el cine americano lleva una delantera absoluta aunque los italianos también se lucieron con Sacco y Vanzetti de Giuliano Montaldo, los iraníes con La Separación de Ashgar Farhadi,  los israelíes con El Divorcio de Viviane Ansalem y recientemente los franceses con Custodia Compartida de Xavier Legrand.

El mayor logro de Tobal es hacer una película entretenida. No es un mérito menor. El film se deja ver de principio hasta final aunque claramente se sospecha cual va a ser el veredicto del tribunal desde el inicio mismo de la película. Hay un argumento bien trabajado desde la cuestión del género. Un episodio confuso durante el cual muere una joven en una fiesta casera donde abundan el alcohol y las drogas que forma parte esencial del misterio del relato. Pero la cuestión es que la muerte no es ni accidental ni natural. La joven dueña de casa muere asesinada a cuchilladas. Lo cual transforma a la película en un clásico ¿Who Done It?, o sea, ¿Quién lo hizo?

Hasta acá todo bien. Film prolijo, legible, que mantiene bien el suspenso, con actuaciones correctas, los actores protagónicos convencidos de sus papeles, pero que no agrega nada más que una experiencia a un director debutante.

Aunque la película no tenga otras pretensiones que las de proveer un buen entretenimiento al espectador y abrirle la puerta grande a su protagonista principal, no obstante no podemos obviar que está colmada de los clichés de siempre del cine argentino. La previsibilidad de los acontecimientos, la pintura estereotipada de los personajes, la ambientación de los espacios, describen un estilo de vida acomodado. La acusada del título, como todas las demás que participan de la fiesta negra, es una chica de la alta sociedad argentina. La descripción de esa clase responde a cada uno de los estereotipos que fija el cine argentino, a la cual, por definición, la considera corrupta, ladrona, perezosa, escandalosa, entregadora y cipaya, transformando involuntariamente a la película en una crítica impiadosa y torpe, que al tirar por elevación, la hace responsable de todos los males que afectan al país, un país destrozado de pies a cabeza desde hace muchos años dándose el lujo de encabezar todos los rankings negativos con que se mide a un país en el mundo.

Tal vez no ha sido la intención ni de los guionistas ni del director hacer una semblanza sobre la Argentina. Sin embargo, lo más interesante de la película resulta la visón que transmite de una sociedad corrupta que alcanza a todos sus estamentos, donde la incapacidad para determinar una responsabilidad es imposible, donde la labor de la justicia no alcanza nunca sus objetivos, donde el crimen queda siempre impune, donde nadie labura y la creación de riqueza brilla por su ausencia, donde la riqueza circula de unos a otros pero no se reproduce, en la cual los nuevos ricos hacen plata a costilla de lo demás sin generar riqueza alguna.

Es paradigmático en el film que el personaje de Sbaraglia, el padre de la familia cuya hija es la acusada del título del film, es un niño bien de la sociedad que ha formado una familia heredando todo lo que ni siquiera ha hecho su padre sino sus abuelos.  Y lo peor es que el juicio que se lleva contra su hija, terminará dilapidando en manos de los abogados defensores toda una fortuna donde la creación de riqueza brilla por su ausencia. Casa donde viven, fin de semana y campos heredados solo servirán para pagar un juicio que posiblemente nunca llegue a la verdad. Y es que la verdad ni la justicia importan. Solo importa la absolución del personaje. El qué dirán, la mancha del apellido, la situación traumática vivida por la adolescente parecen solo cuestiones secundarias.

El mundo está lleno de buenas intenciones. La película también. Lali Espósito se luce haciendo todos los mohines necesarios como para que su actuación parezca realmente una actuación. Sbaraglia opera y cumple. Inés Esteves pasa intrascendente con sus gestos de niña llorona. Los que salvan sus papeles son sin duda Daniel Fanego como el abogado defensor, y Gerardo Romano como el fiscal. Los rubros técnicos son sólidos. Tanto la fotografía como la banda musical aportan tanto a los climas de la película como al porvenir grisáceo que les espera a los protagonistas. En síntesis, una visión deprimente de una corrupción que atraviesa desde lo más alto a lo más bajo, la sociedad entera.

EL REPOSTERO DE BERLIN de Ofir Raúl Graizer


PASADO Y FUTURO

Thomas es pastelero en Berlín y mantiene una relación homosexual con Oren, un ejecutivo de una empresa israelí que viaja constantemente a aquella ciudad. Sorpresivamente, Oren fallece en una accidente en Jerusalén. Thomas se siente atraído por el misterio de esa muerte y viaja hacia aquel lugar en busca de respuestas.

Con un guión construido minuciosamente con una precisión casi hithcockiana que bien podríamos decir que hace recordar muy libremente a La Sospecha, aquel extraordinario film del maestro que data de 1941, protagonizada por Cary Grant y Joan Fontaine, el israelí Ofir Raúl Grazier escribe un guión notable que desde el comienzo mismo de la estadia de Thomas en Jerusalén establece una incógnita que interroga sobre qué ha pasado con aquellos prejuicios sobre el ser alemán y el nazismo.

La respuesta es simple. El film habla de otra cosa, y está regido por un profundo humanismo. Thomas está elaborando un duelo y necesita compartirlo con alguien, pero también se siente atraído por la curiosidad de saber algo más sobre quien fue su amante y por eso, comenzará a trabajar en el bar kosher de la viuda de Oren.  Es entonces cuando esas dos personas comenzarán a compartir silenciosamente un duelo. En esa convivencia concentrada en la atención del bar, la ex esposa y el ex amante, entablarán una simbiosis que irá más allá de la de patrón / empleado dando lugar a mutuas sospechas que irán tornando en apasionante una trama que elige a la rutina diaria como su medio de desarrollo.

Opera prima de Grazier, un graduado del Sapir College de Sderot, estamos ante un largometraje notable y arriesgado, que genera mucho interés en su visión. Su debut es muy auspicioso porque su film resulta de una madurez infrecuente en una ópera prima. Mantiene un interés permanente en su obra que describe sentimientos amorosos y de soledad con gran precisión, a la vez que va trabaja un suspenso creciente sobre los caminos que van tomando sus protagonistas manteniendo al film entre el drama y la comedia costumbrista sin perder nunca el equilibrio del relato.

Pero lo logros no terminan allí. Grazier habla también de una relación homosexual entre un alemán y un judío. Habla con libertad de un alemán que viaja a Jerusalén, una ciudad dividida por las religiones, en busca de respuestas. Sus personajes están moviéndose siempre hacia el futuro. En El Pastelero de Berlín el pasado pareciera ser cosa absolutamente superada y solo el mantenimiento de tradiciones como la comida kosher parecen tener sentido para personas como el hermano de Anat, que hace denodados esfuerzos por mantener el carácter religioso del bar de su hermana, mostrando paradójicamente, una personalidad con rasgos de cierta intolerancia.

En el final, así como Oren se trasladaba periódicamente para ir a la oficina alemana de su multinacional en Jerusalén, será ahora otro de los personajes el que se traslada a aquel país en busca de respuesta. Lo notable del caso es que tales repuestas están relacionadas con un pasado inmediato y no con un pasado histórico como el del holocausto. En este sentido, el film muestra una actitud totalmente proactiva hacia la superación de las diferencias y los prejuicios que durante muchos años hicieron que el retorno a su país de un judío alemán fuera poco menos que imposible.

Ya hace unos meses Juan José Sola estrenaba El Último Traje, donde su personaje volvía en busca de su pasado interrumpido violentamente por la guerra, y sobre todo en busca de sus raíces.Hacia el final, ocurre algo parecido. La protagonista, no duda en viajar hacia aquel país en busca de las respuestas que necesita.  Todo esto habla de una apertura muy amplia del cine israelí, del interés de sus temáticas, de su falta de prejuicios para encarar temas urticantes.

Película muy recomendable, muy actual e interesante, no hace otra cosa que confirmar el excelente momento que atraviesa la cinematografía israelí, de la que no solo da cuentas el cine sino también la televisión a través de las notables series y miniseries que se han podido ver a lo largo de estos últimos años.

sábado, 8 de septiembre de 2018

TODOS LO SABEN de Asghar Farhadi


EL PASADO SIEMPRE VUELVE

Diferente a sus films anteriores, tanto en lo conceptual (elige la mezcla de géneros) como en la producción (francesa y española), Farhadi, rueda en España, con un trio de notables actores (Javier Barden, Penélope Cruz y Ricardo Darín), un thriller cuyas virtudes están en la calidad de su nivel interpretativo y un sostenido ritmo lleno de tensión y suspenso que el director dosifica sabiamente a lo largo de todo el film.

Clásico film de género que navega entre el policial negro y el melodrama clásico, no solo lucen los actores sino también es notable la capacidad de Farhadi como guionista y director. Son conocidas las habilidades del director iraní en estos rubros, no obstante, sorprende su ductilidad y capacidad de adaptación a un medio tan diferente como es España respecto de Irán.

Si bien el argumento adquiere características universales toda vez que en el film se habla de amor y de dinero, Farhadi tiene la habilidad de crear tensiones, resolverlas, y volverlas a continuar en forma diferente durante todo el transcurso del film manteniendo al espectador pegado a su butaca tratando de discernir un “judonit” (quién lo cometió) hasta el final mismo de la película en una especie de montaña rusa emocional. En muchos aspectos este film recuerda a “A Propósito de Elay”, un film suyo de 2008 en el cual desaparece la joven Elay en medio de unas vacaciones familiares.

La cuestión viene de antaño. Una familia con orígenes feudales propietaria de tierras e incluso pueblos medievales. Un terrateniente que ha perdido sus tierras como consecuencia de llevar durante años una vida disipada. Generación tras generación han perdido dinero y tierras que los coloca en la actualidad en una dificultosa situación económica en medio de una España que ha cambiado, se ha modernizada formando parte de una Europa pujante.

En esta situación, el director subraya una clásica confrontación entre los viejos y los nuevos propietarios de las tierras, como si aquellos pretendieran mantener el concepto que propiedad y clase social fueran la misma cosa no aceptando los cambios sociales     que dichas pérdidas generan. Está claro que un país monárquico como España pueda mantener cuestiones de linaje, pero tampoco puede sustraerse a que hoy en día la tenencia de propiedades y/o dinero son tomadas como sinónimos de riqueza y determinan nivel social en nuestra época. 

Farhadi plantea que el pasado siempre vuelve, ya sea por el recuerdo o por la cuestión irresuelta. Es entonces cuando aparece ese poderoso caballero llamado Don Dinero, algo fungible, a diferencia del amor que no lo es. En el film hay amores que no encuentran su pasado, que se perpetúan en el tiempo sin solución de continuidad. Y también hay cuestiones pecuniarias irresueltas o que no se aceptan resolver. La carga es explosiva dejando poco lugar para el final feliz.

No estamos ante la mejor película de Farhadi pero estamos ante una película sólidamente desarrollada, claramente resuelta, que mantiene las tensiones planteadas de principio a fin, que se maneja correctamente dentro de cada género, logra mantener la atención del espectador, y que por sobre todas las cosas tiene un alto nivel de actuación que hacen absolutamente creíble y hasta emotiva la historia que nos está contando.

viernes, 7 de septiembre de 2018

LA CASA JUNTO AL MAR de Robert Guediguian


EL TIEMPO PASA, NOS VAMOS PONIENDO VIEJOS

Hacía tiempo que no se estrenaba una película de Guediguian en nuestro país. Y este estreno es bienvenido porque se trata de una de las mejores obras del director francés. Hijo de padre armenio y madre alemana, nació y vivió la mayor parte de su vida en Marsella, y en consecuencia, su cine manifiesta su ser localista en cada una de sus películas. El idioma de sus películas es el francés, pero su visión de la vida es típicamente marsellesa, la de un hombre del interior de Francia, e íntimamente ligado a la costa mediterránea.

Su nueva obra transcurre en un pueblo costero cerca de Marsella donde vive un hombre al que un derrame cerebral lo ha dejado en un estado de coma profundo, sin esperanza de vida. En un mismo edificio junto al mar, viven con él sus dos hijos ya mayores, y como consecuencia de su probable muerte, y con el propósito de pasar una última Navidad todos juntos, regresan al hogar otro hijo que vive en Paris, y una hija actriz que recorre con sus obras toda Francia.

El film es una notable reflexión sobre la vida y la muerte, una especie de balance general donde cada uno se enfrenta a sí mismo y medita sobre lo que ha hecho y sobre lo que quiere hacer. Es también un film cargado de humanismo, donde cada personaje se encuentra y se sincera consigo mismo. Ese como si ese coma profundo del padre colocara a cada uno ante una real posición de finitud.

Como casi toda la obra de Guediguian el film está lleno de una gran ternura hacia los personajes. El director, y también guionista del film, les da una carnadura humana pintando a cada uno de ellos con defectos y virtudes que los torna muy reales, seres humanos vulnerables en una situación de potencial perdida que los obliga naturalmente a preguntarse qué voy a hacer de ahora en más.

Ese gran momento donde el hombre enfrenta la muerte del padre significa un corte de amarras. La vida rectora del padre termina, y comienza la vida definitivamente propia del hijo. Una vida totalmente propia, sin regencias ni posibilidades de consulta previa. Implica un instante de confusión. Es el momento de asumirse definitivamente a sí mismo. La muerte de los padres es la muerte del eje rector. Y ese momento de convulsión esta magníficamente expresado en las imágenes del Guediguian.

Pero el film de Guediguian no se queda solo en el aspecto intimista del relato. El hombre envejece y se enferma. El tiempo pasa y genera cambios. Los hijos que han estado fuera de la casa por muchos años son los que más perciben esos cambios. La aldea de pescadores cerca de Marsella donde trascurre la acción ya no es la misma. Los pescadores han desaparecido como también lo señalaba otro film francés que transcurría en la costa del norte: Angel et Tony (2010) de Alix Delaporte. Pero por otro lado, la costa se ha llenado de familias de inmigrantes que han cruzado el Mediterráneo en balsas y lanchas en busca de un futuro mejor escapando de las cruentas guerras y falta de trabajo en África del norte.

Esta última cuestión da la posibilidad a Guediguian de ahondar en su humanismo. El encuentro de una familia destrozada de los cuales solo quedan dos hermanitos termina por dar la visión de una situación prácticamente fuera de control como es la de la inmigración y que tan bien lo expresa Sea Sorrow, el film de Vanesa Redgrave, con imágenes realistas, lacerantes y de plena actualidad que describe el estado de situación en los vivacs destinados al alojamiento de esas personas bajo la supervisión de las Naciones Unidas.

En síntesis, un Guediguian auténtico, inspirado que nos deja un film para la reflexión profunda, que mantiene vivo el interés del espectador durante todo el desarrollo del mismo, contando una historia no solo llena de humanismo sino también de interés social, con un manejo notable de los tiempos cinematográficos, en el cual algo queda en el pasado dando lugar a vivir el futuro. Es la vida que pasa. Interpretada por un grupo de excelentes actores en los cuales destaca Ariane Ascáride. Un film para ver con detenimiento y emoción. Un film que marca un antes y un después de un momento crucial en la vida del hombre como es la perdida de los padres.

sábado, 1 de septiembre de 2018

LA QUIETUD de Pablo Trapero


LA INQUIETUD

Poco de quietud tiene la nueva película de Pablo Trapero. Muy cerca del melodrama de características familiares, y muy imbuido de un espíritu revisionista de la historia argentina más reciente, me refiero concretamente a los últimos 40 años, el consagrado director argentino de Mundo Grúa, Carancho, y El Clan parece haber mojado su pólvora, pero sobretodo, haber perdido su rumbo.

Es lamentable como un director tan dotado para el cine, que incluso comienza la película con un travelling de cámara a ras de piso que deja admirado al espectador en su primera escena, comience a dar golpes bajos tratando de contar una historia relacionada con hechos de alta corrupción sucedidos durante la última dictadura militar.

La película desbarranca con una crítica grosera de la alta sociedad argentina donde Trapero no deja títere con cabeza insinuando un incesto entre hermanas con escena masturbatoria incluida, además de un entrecruzamiento de amores entre cuñados, un matrimonio mal avenido de los padres, y un vergonzoso hecho de corrupción del padre durante la dictadura militar que lo relaciona con la apropiación de tierras de desaparecidos, además de un criminal desenchufe de un respirador artificial que mantiene a un moribundo.
En verdad, la película tiene momentos cinematográficos notables, en los cuales el director logra crescendos sostenidos que dan brío a la narración que efectivamente se sostiene por sí misma, interesando no solo por su factura cinematográfica sino por lo que plantea. Pero el efectismo del director como guionista lo lleva a un desbarranco inevitable toda vez que el espectador deschava las intenciones de una crítica social perimida por el transcurso del tiempo, dando lugar a una pérdida de interés tanto de la narración como de la película en sí misma.

Lo notable del caso es que Trapero es un director que cuando eligió la veta del realismo consiguió realizar sus mejores películas. Ahora trata de ir por la vía de la descripción social y equivoca el rumbo. La situación social que plantea es inexistente. La sociedad que describe dejó de tener vigencia hace más de 50 años atrás. Las acciones que relata la película transcurren hoy en día, por lo tanto, responden más a un imaginario popular que a una real situación social de la Argentina de nuestros días.

El personaje de Graciela Borges, por otra parte muy bien actuado, no existe en esa realidad. Ya no quedan patriarcas ni matriarcas corruptos como el que describe la película porque simplemente todos han muerto porque los hechos que dan lugar a la historia han transcurrido ya hace 40 años. Las herencias se han dividido. Las familias aristocráticas han desaparecido. Los militares están todos encarcelados y ninguno de ellos ha podido mantener siquiera un buen pasar. Los nuevos millonarios de la Argentina no son los nobles de la alta sociedad sino los políticos corruptos, algunos empresarios, sindicalistas y deportistas exitosos. El exitoso ha reemplazado al aristócrata.

La tergiversación de la verdad, la insistencia en el mito pasado, no conducen a ningún lado. Bien podría haber apuntado Trapero a la corruptela actual para darle un viso de credibilidad a esta historia que sin propósitos revisionistas hubiera ganado en humanismo, transformando el intento de sátira social en un buen drama sobre la corrupción que estamos viviendo.

PIAZZOLLA, LOS AÑOS DEL TIBURON de Daniel Rosenfeld


UN GENIO, SU VIDA Y SU MÚSICA

Este magnífico documental no solo pasa revista a la vida controvertida de este músico sino también lo ubica en su exacto lugar en la historia del tango y de la música argentina en general.
La narración mantiene un orden cronológico que abarca toda la vida del músico, marcando los diferentes momentos que definieron su vida, tanto pública como privada. Ello permite ver no solo aquellos momentos importantes, sino y fundamentalmente, su desarrollo como músico primero y más tarde como compositor.

Con sumo respeto por su pares, el film muestra como su música se va aislando y buscando un ritmo y un rumbo propio, diferente al del tango tradicional, alcanzando un pico de nostalgia y dramatismo en aquel donde se separa definitivamente de Aníbal Troilo (Pichuco), ruptura que sin lugar a dudas marca el momento crucial de su carrera como músico y donde comienza a liberarse de toda atadura que le permite definir una nueva línea creativa.

Pero el film también muestra a un Piazzolla inconformista, un creativo en estado puro que siempre está en movimiento, en una búsqueda constante, que lo lleva del famoso quinteto a un septeto, para más tarde consagrar su mayor éxito al encontrarse con Ferrer y Amelita Baltar en el Festival de la Canción de Buenos Aires, tal vez, un momento de consagración de carácter popular, primero con la Cantata María de los Buenos Aires y más tarde con La Balada para un Loco.

Pero las variaciones de Piazzolla no terminan allí. Su encuentro con Gerry Mulligan marca un nuevo rumbo en su música que comienza a encontrar un lugar en el cine, que esta película misteriosamente ignora, para después querer volver al quinteto que lo vio nacer como músico líder de una orquesta de música popular.

El subtítulo de la película, Los Años del Tiburón, refieren al hobby y hasta pasión del músico por la pesca de tiburones, una afición que desarrollaba cada vez que andaba cerca de una costa, particularmente cuando la vida lo llevaba a la ciudad de Nueva York o los veranos lo encontraban en Mar del Plata, su ciudad natal, aunque tempranamente su infancia pasa a desarrollarse en Nueva York porque Nonino, su padre, parte hacia aquel lugar en busca de trabajo. En aquella lejana ciudad recibirá para un cumpleaños su primer bandoneón y comenzará sus estudios de música.
Los últimos años de su vida los trata con sumo respeto. No hace drama de su enfermedad, mucho menos de su trombosis cerebral que finalmente lo lleva a su muerte.

Un film entrañable para los que admiramos su música. Sin lugar a dudas un retrato extraordinario de una personalidad extraordinaria. Partiendo de una enorme investigación de archivos públicos y privados, estamos ante la película que Astor Piazzolla merecía para registrar en el cine la importancia de su música, muchas veces objetada y hasta rechazada en la Argentina simplemente por el hecho de cuestionar si era o no era tango, o sea, una simple cuestión de rotulo.

Esta película y “Tango en Paris. Recuerdos de Astor Piazzolla”, dirigida por Rodrigo Vila, estrenada el año pasado, donde se recuperan las filmaciones realizadas en Súper 8 por José Pons, un amigo entrañable del músico y que revisa todas sus estadías en París junto a otros músicos exiliados en aquella ciudad en los 70, constituyen dos hitos muy importantes en la filmografía nacional y en el reconocimiento de un artista inigualable, de una trascendencia de carácter mundial, que enriquecen nuestra filmografía nacional.

24 FRAMES de Abbas Kiarostami


SENTIDO HOMENAJE

El maestro iraní Abbas Kiarostami falleció el 4 de julio de 2016 en Paris. En aquella oportunidad escribí:
“Qué tristeza!. Ha muerto otro de los grandes maestros del cine. Abbas Kiarostami se ha ido pero nos ha dejado una obra personal e imperecedera. Para siempre quedara en nuestras retinas el sabor de aquellas cerezas y sobre todo el rosto de Juliette Binoche en aquel BAFICI del 2011 donde veía por primera vez esa maravilla de madurez y equilibrio que es "Copia Certificada". Un cine que emergía siempre de una cámara montada en un auto, la mayoría de las veces para rodar oculta y poder escaparse del régimen duro de los ayatolas, y que después, en la libertad francesa, se transformaba en estilo. Un cine para la meditación que discurseaba sobre la ficción y la realidad confundiéndola en forma permanente. Para Kiarostami, la cámara eran sus ojos. Y sus ojos jamás fueron vendados.”

Su film póstumo, 24 Frames, recientemente estrenado en Argentina es una película experimental donde muestra 24 tomas de 4 minutos y medio cada una que parte de la idea de una toma fija que da lugar a que algo pase dentro de ese cuadro en los momentos inmediatos después a esa toma. La observación de las tomas da lugar a una reflexión sobre el paso del tiempo, y sobre la fragilidad de la existencia. Este film me hizo recordar a 5 (Five) de 2004, estrenada aquí en el BAFICI de 2005. En aquella película ya se cuestionaba estos conceptos como así también lo relativo a la libertad. La película la dedica a Yasujiro Ozu, un maestro de la contemplación, y cuatro de sus planos son con cámara fija.

Recordemos que el cine de Kiarostami fue un cine muy perseguido por el régimen de los ayatolás en Irán. Cuando Kiarostami filmaba en su país lo hacía en forma clandestina. De esa manera hizo el Sabor de la Cereza.  Todos quienes hayan visto esa película que lo descubrió como gran maestro, recordarán que el film transcurre íntegramente desde la visión de alguien que pasea en un auto. Es decir, si bien siempre la visión es limitada por motivos simplemente físicos, Kiarostami aludía de aquella manera a la forma de filmar a la que debía apelar quien estaba censurado en su país. No obstante ello, haría de la forma su estilo, y aún en el destierro conservaría la forma como lo hace en Copia Certificada.

Pero a su vez no todo es cuestión de forma sino también de contenido. La visión limitada lleva a reflexionar sobre el pensamiento, la censura, la cerrazón ideológica, la intolerancia. En el fondo, su obra es un permanente grito en favor de la libertad, y particularmente de la libertad de expresión que se mantuvo siempre firme a través de cada una de sus películas.

LA EDUCACIÓN DEL REY de Santiago Esteves


NOTABLE POLICIAL NEGRO

Estamos ante una ópera prima, o sea una primera película de un director. Una película de un hombre joven, un mendocino graduado en la Universidad del Cine en Buenos Aires que además de dirigir el film es co-autor del guión, y participa del montaje del mismo (experiencias anteriores con Villegas, Llinas y Trapero). O sea, una personalidad múltiple que aparece a cargo con mucha firmeza de un policial negro que renueva la esperanza del desarrollo de un cine de género en Argentina.

La narrativa de Esteves es simple y lineal. Por momentos hace recordar al cine de Sam Peckimpah, concretamente al que desarrolló en La Fuga. Un cine seco, directo, contundente. La acción transcurre en Mendoza, en las afueras de la ciudad, en la época actual, y narra una historia de marginados, de tipos jóvenes fuera de la ley que intentan cometer un robo que obviamente no sale según lo esperado. Ello generará una persecución que se narra desde el punto de vista del perseguido.

El film describe un mundo que se desarrolla al filo de la ley, donde comienzan otras reglas más allá de las leyes tradicionales que son dictadas por los poderosos del lugar, donde la cana se transforma en un simple brazo de ese poder dentro de un mundo donde prevalece la marginalidad, en el que cuesta levantar cabeza y salir a flote, y donde cada uno (incluso las autoridades) termina jugado haciendo la suya, o sea, lo que más le convenga, esté o no dentro de la ley.

En este mundo binario donde nadie es demasiado bueno ni demasiado malo, donde cada uno tiene una cara visible y otra oculta, Reynaldo Galindez, El Rey, comete un hurto robando a quien no debía robar. Paradójicamente, escapa y cae literalmente en la casa de Germán (Carlos Vargas), un guardia de seguridad de una transportadora de caudales casi al borde de la jubilación, que le da refugio y protección. Entre ellos se generara una complicidad, casi una relación de padre e hijo, donde básicamente El Rey aprenderá a vivir en ese mundo tan hostil de los marginados haciendo equilibrio para no caer en manos de los que supuestamente defienden la ley pero tampoco de aquellos que viven fuera de ella.

Esteves, como narrador y como editor, se muestra muy seguro de sí mismo. Relata con prolijidad y claridad su historia basándose en un guión perfecto, sin ningún tipo de fisuras. Se nota que tiene mucho policial visto, sobre todo americano. Producto de ello, su cine observa un manejo notable de los tiempos cinematográficos. El film es muy directo, no tiene desvíos de ninguna naturaleza y carece absolutamente de tiempos muertos derivando en una narración cristalina, sin ningún tipo de meta mensaje, cuya contundencia se mantiene de principio a fin.

El guión, obra del propio director y Juan Manuel Bordón, muestra la experiencia periodística en el género policial de este último, quien trabajo en la Sección Policiales del Diario Clarín. Filmado en Mendoza, en los márgenes de la ciudad, la ambientación registra un clima pueblerino, cinematográficamente tan propio del lejano oeste como de los pueblos del interior de nuestro país, donde todo el mundo se conoce y se sabe muy bien quien es cada cual. Es en esa cuestión de los márgenes, de la dualidad donde el film se concentra y se fortalece, donde la ambigüedad permite la confusión, donde cuesta diferenciar el bien del mal, es donde el film de Esteves se vuelve fuerte y creíble contando su historia.

Como opera prima, un film maduro y alentador. Como policial, una película muy entretenida y creíble. Me hizo recordar aquel momento de Pizza, Birra, Faso (Caetano, Stagnaro, 1998) y Mundo Grúa (Trapero, 1999) donde un nuevo cine argentino tuvo lugar. Es de desear que este pequeño pero ambicioso film sirva para mostrar el camino de un cine nacional que sin lugar a dudas ha evolucionado enormemente en calidad técnica pero que aún permanece deudor como contador de historias.