Tenet, el nuevo film del director inglés, desde su mismo
título, parece desafiarnos tanto a la lectura como a la reconstrucción de un
relato. La palabra Tenet, en el film de Nolan, es tan solo el apellido del
protagonista. No obstante ello, dicha palabra tiene la particularidad del
palíndromo: puede leerse tanto al derecho como al revés. Ese parecería ser el
objetivo de Nolan. No importa cómo contar una historia sino que el espectador
pueda reconstruir y entender a su manera.
La película podría comenzar en cualquiera de sus escenas.
Cada una tiene una particularidad en sí misma. Pero el orden del relato, la
sucesión de lo visto, no importa demasiado. Es una especie de rompecabezas. Sin
embargo, mantiene una coherencia narrativa que demuestra la capacidad autoral y
el manejo cinematográfico (guión, actuación, fotografía, sonido, música, y edición),
de un director, en este caso también escritor y productor, realmente
extraordinario.
No obstante ello, y más allá del paquete lujoso que
presenta, Tenet nos deja con un saldo con gusto a poco. No termina de gustar.
Creo que se esperaba más de Nolan. Cuando el film llega a su fin, el espectador
vuelve a casa con un rompecabezas bajo el brazo que se transforma en tarea para
el hogar.
Lejos de lo formal, de la capacidad creativa de su autor,
del desafío que implica ver la película, de la calidad cinematográfica de cada
una de sus escenas, es tan solo una obra que retrata superficialmente el mundo complicado
y al borde del estallido que vivimos, en el cual un nuevo émulo de un James
Bond sin glamour, que se pasea por Rusia y Medio Oriente desafiando todo tipo
de escenario, encontrándose varias veces con un villano todo terreno
perfectamente interpretado por Keneth Branagh, en una rivalidad que parece no tener
fin.
En Tenet, presente, pasado y futuro parecen no ser una
continuidad. El film transita libremente el tiempo, yendo y viniendo, con la arbitrariedad
misma de un escritor y director que produce su propia película y está decidido
a darse el gusto de su vida: una película hecha para sí mismo, la de un estudiante
obligado a rendir un examen aunque su libertad creativa sea total. También
guionista y productor, por momentos, no parece la obra de un director
consagrado sino alguien necesitado de demostrar su capacidad narrativa y de
puesta en escena. Es en esa cuestión donde el film alcanza la objeción del
espectador que termina por pensar que el film no está hecho para él sino que lo
ha hecho para sí mismo (el propio Nolan), como queriendo probar su real
capacidad narrativa.
Como emulando, y hasta imitando a los primeros films de la
serie los Bond, la visión de Nolan extraña la simplicidad y la continuidad narrativa
del género. Tenet es una película de espías, con un bueno y uno malo, muy malo,
educado y rencoroso, y que en su maldad le impide a su mujer ver a su propia
hija. No obstante, es un ser vulnerable, que sufre de un cáncer terminal, un
multimillonario que posee un dispositivo
para destruir al mundo. Su oponente, el
personaje de Praya Singh es un Bond moderno que proviene del futuro, y pudiendo
leer el pasado, aparece en un atentado en la Ópera de Kiev para cambiar la
historia.
Narrada en forma tradicional cuya primera escena nos deja
boquiabiertos. Su continuación es un constante devenir en el tiempo en el cual
su director luce una brillante capacidad narrativa contando de manera no
tradicional el argumento de un film clásico de espías, y demostrando que la
aproximación a una forma narrativa no responde en absoluto al clasicismo del
género sino a la propia visión y decisiones del director.
No obstante, Nolan consigue poner en escena su discurso. Lo
hace en estrictos términos cinematográficos. Su film resulta frio y distante.
Demasiado personal para transitar un género. Obviamente, no resulta su mejor
obra. Es un ejercicio de estilo en el cual el director, sin necesidad, se
demuestra a si mismo su capacidad creativa y narrativa destruyendo la formas y
los tiempos convencionales con el propósito de probarse que su capacidad autoral
se mantiene intacta y demostrar que lo ya contado no es un obstáculo si el objetivo es re visionar las formulas clásicas.