No exento de prejuicios de mi parte, fui a ver esta nueva
película de Nicholas Cage con cierta curiosidad, particularmente porque,
equivocado, consideré que el film había sido producido por él mismo, y en
consecuencia quería saber cuánta valoración de sí mismo y sobretodo de yoismo,
iba generar un naufragio de carácter histórico.
Digamos que las que estaban equivocadas eran mis
presunciones. Hay mucho Cage en la película, incluso demasiado, pero también
hay un guion bastante sólido, inteligente, que es obra de Tom Gormican, el joven
director de la película. Y si bien el uso de Cage por parte de Gormican es
enorme, también es cierto que el director sabe ponerle freno al actor, y
conseguir de él una actuación convincente que lo aleja mucho, al menos de los
estereotipos, que ha interpretado desde siempre.
La meta superadora que promete el buen guión de Gormican es
lograr desarmar esa actuación donde personaje y actor amanerado se integran a
través de la propia personalidad del actor. Consecuencia de ello, Cage ha sido siempre
Cage cualquiera sea el personaje que intentara interpretar. El resultado
obtenido en la mayoría de sus películas ha sido que Cage se ha interpretado a sí
mismo, creando su propio personaje, respondiendo a una formula conocida, de la
que ha logrado salir airoso como súper héroe de cada film.
En este nuevo film, su rol es el de un actor de películas de
súper acción que está de vacaciones en España, casi forzosas por la pandemia. Con
poco trabajo y tratando de repensar su futuro, uno de sus fans españoles le
ofrece buen dinero para que asista a su cumpleaños como invitado especial. Simultáneamente,
Cage es reclutado por la CIA para que se transforme en un agente secreto que
debe espiar la vida real del cumpleañero, un presunto narcotraficante. Cage
deberá asumir el papel de un agente secreto tal como los que hace en sus
propias películas para desenmascarar una operación delictiva. Su vida, pasara
de la ficción a la realidad, asumiendo riesgos desconocidos que no podrán ser
corregidos en la sala de montaje.
Vida real y vida ficticia pasan a ser una misma vida. Actor
y personaje serán una misma persona. Ya no se trata de realizar acciones de
riesgo para la pantalla, sino asumir el riesgo de la vida. Esto genera un resultado
muy interesante ya que Cage puede interpretarse, y al mismo tiempo, ser gracioso
y transformarse en una versión ingeniosa de sí mismo. Para muchos de nosotros
es difícil separar al actor de su personaje. En el caso de Cage, encasillado
como se lo ve en el cine, el rol que interpreta le viene como anillo al dedo.
El resultado de esta película es más interesante de lo que
parece, ya que si bien la estrella del film hace de sí mismo, los que terminan
triunfando son los guionistas, quienes, de vacaciones, elaboraron un guion que termina
en la filmación de una película verdadera, que nos devuelve la luz del cine en
un momento de la actualidad donde se logra fusionar la vida con el arte en
medio de una pandemia que nos había dejado sin cine.
El film refleja ese estado de necesidad de hacer cine que surge
de la propia parálisis que produce la pandemia. Ya no es Hollywood el que
propone sino los propios actores que necesitan de su trabajo.
No puedo afirmar que estamos ante una obra maestra ni mucho
menos. El mérito principal es que en el medio de la nada algo había que hacer.
Y Cage reaparece como un “hacedor”. Volvió a la pantalla cuanto antes. Puso de
su propio bolsillo y ayudó a producir. Asumió un riesgo importante. Una
película siempre es riesgosa.
No es un gran film pero al menos, nos lleva de vuelta al
cine. El éxito es inexplicable. “El Peso del Talento” es una película tan solo
correcta, pero está hecha a todo pulmón. Su mérito principal es haber asumido en
el peor momento ese riesgo de producción que siempre va a cara o a seca. Por
otro lado, es una película entretenida, lo cual, no es poco.