lunes, 28 de noviembre de 2022

ELLA DIJO de María Schrader

 

LA HISTORIA SE REPITE

Carey Mulligan y Zoe Kazan interpretan a Megan Twohey y Jodi Kantor, las dos jóvenes periodistas del diario americano New York Times que investigaron sobre los  tristes episodios que generaron poder llevar a la justicia  al magnate y productor cinematográfico Harvey Weinstein sobre lo que podría calificarse como trata de blancas, y ser condenado por agresión sexual.

El nombrado productor es socio fundador, junto con su hermano Bob, de la productora de cine independiente Miramax, con las que produjo filmes tales como Sex, Lies, and Videotapes, The Crying Game, Criaturas Celestiales, y Shakespeare in Love entre otras .

El film también hace recordar a otra investigación periodística de similares características que hizo historia en el periodismo americano y que también derivó en una película cinematográfica cuyo título fue Todos los Hombres del Presidente, dirigida por el famoso director Alan J. Pakula, y identificada por el trabajo del diario Washington Post.

 La nueva película aborda con cuidado y sumo respeto por las víctimas, la puesta en escena cinematográfica de la investigación realizada y se concentra en las actuaciones de las dos jóvenes actrices en los papeles de las periodistas investigadoras del New York Times.  Maria Schrader, directora del film, mantiene en todo momento una interesante narrativa con la ayuda musical de la partitura de Nicholas Britell, quien genera un ritmo de avance de la película que elimina la morosidad de toda investigación periodística.

La película no se sale de las normas establecidas para este tipo de cine. Relata con prolijidad y gran respeto por la gente involucrada, una investigación que nace casi por casualidad y termina por destapar un enorme caso sobre trata de blancas en el mundo del cine, y determina como principal sospechoso, luego declarado culpable, al susodicho Harvey Wainstein.

En este trabajo de la directora americana sobresale la minuciosa reconstrucción fílmica, un enorme trabajo de montaje que vuelve ágil al film, y que permite al espectador mantenerse interesado en lo que se le está relatando.

No obstante ello, y el interés que generan en el mundo del cine los hechos ya comentados, esta obra destaca por su rigidez conceptual y fidelidad narrativa. No es concesiva ni busca soluciones fáciles a lo que está relatando. Políticamente correcta, no es agresiva, y siempre sigue el camino de la búsqueda de una verdad, lo cual debe ser el corazón del periodismo de investigación bien intencionado.

Cinematográficamente hablando, destaca el trabajo de montaje del film, como así también su banda sonora y el trabajo de sus dos principales actrices, con un registro que da mucho vuelo a cierta tendencia a la repetición que generan los hechos reales sobre los que se basa.

EL MENÚ de Mark Mylod

COMEDIA FALLIDA

Ralph Fiennes, actor de La Lista de Schindler (1993) y Gran Hotel Budaperst (2014) vuelve a la comedia con una película interesante, aunque no tan lograda, que juguetea con el espectador, confundiéndolo particularmente en lo concerniente al género que transita la obra. Hacia el final queda claro que se trata de una farsa, pero las contradicciones del director hacen pensar que el género de terror está presente bordeándolo permanentemente. La cinta por momentos pierde el rumbo, otros vuelve a encontrarlo, logrando llegar a un final que satisface parcialmente al espectador.

Las disquisiciones entre el bien y el mal desarrolladas en forma de comedia satírica no ayudan a que el desarrollo del guion,  que si bien está dotado de buenas intenciones, llegue a buen puerto como consecuencia que el núcleo de la cuestión planteada se diluye en ciertos amaneramientos estéticos que el director impone a la actuación de los intérpretes (Ralph Fiennes, siempre correcto, Anna Taylor Joy, Nocholas Hoult y Hong Chau cumpliendo con sus roles),  no aparecen muy convencidos de los papeles que tienen en juego.

La trama presenta irregularidades que confunden al espectador y un film que aparece como renovador de un género se queda a mitad de camino entre la película de terror y la comedia satírica producto que el director Mylod no logra clarificar cuál es su producto. En consecuencia el film pierde equilibrio y el espectador se confunde con la mezcla de géneros, no llegando nunca al equilibrio deseado entre lo que es la sátira, la comedia, el suspenso o el film de terror.

El Menú termina siendo un intento de sátira política, concretamente de clase, en la que se trata de criticar a los estratos sociales más acomodados de la sociedad en base a su incompetencia, aunque trata de hacerlo de una manera divertida, con una puesta en escena vistosa, que no logra llegar a su objetivo. 

No obstante, el elenco trata de reparar con ahínco estos desniveles. Ralph Fiennes está muy bien en un papel donde destaca su ambivalencia, y Anya Taylor-Joy cumple con su personaje. Por otro lado, Nicholas Hoult, (Tyler) hace que su personaje sea patético.

La dirección de Mark Mylod no destaca y es el principal responsable de la falta de coherencia que tiene la puesta en escena del film, dado que se ha puesto más énfasis en lo visual, en lo estético que en el desarrollo de la trama. En cambio, la música de Colin Stetson es fantástica, logrando un equilibrio que ayuda la interpretación de la pelicula.

En síntesis, El Menú es una película bastante impredecible que logra llegar a puerto por las buenas actuaciones del elenco y que si bien trata de ser una sátira sobre los problemas sociales, no lo consigue totalmente porque pierde el rumbo de entrada y solo al final atisba con una escena demasiado simple y explicativa que coloca todo en su lugar pero más cercana a una resolución teatral que cinematográfica.

lunes, 14 de noviembre de 2022

EL BARDO de Alejandro González Iñarritu

 MOMENTO DE BALANCE

"Bardo" es un paseo onírico y barroco por un México a menudo caótico, a veces fantasmal.

El nuevo film del director mexicano radicado desde hace unos años en los Estados Unidos es una obra autorreferencial que tal vez marque un antes y un después en su obra cinematográfica. No obstante, no estamos frente a su mejor obra, claramente no está a la altura de trabajos tales como Amores Perros (2000) o Birdman (2014), pero El Bardo es en todo momento es una película muy interesante. Bardo, puede definirse como un término budista que alude al limbo que experimenta una persona al morir, un momento de transición antes de reencarnarse. “Es también, vivir en un territorio con 5 millones de mexicanos, con una identidad rota, fracturada”, expresa el guionista y director.

Se trata de un film muy personal que se sostiene por la fluidez narrativa que posee González Iñarritu, capaz de mantener la atención cinematográfica cuya duración alcanza las tres horas de proyección, sin aburrir y manteniendo siempre un ritmo parejo del  relato, aun cuando la película transita ciertos convencionalismos, y sobre todo, se impone como un film intimista.

Uno de los méritos principales del guionista y director es filmar dándole vida a un personaje diferente, un periodista de ficción cuyo nombre es Silverio Gacho, magníficamente interpretado por el actor mexicano Daniel Giménez Cacho, quien juega el papel del alter ego del director. Él nos transmite la angustia de ese momento en el cual un hombre decide realizar un balance de su propia vida.

En ese sentido de búsqueda de la transcendencia es donde destaca el film, llevando adelante el momento de pasar revista a una existencia donde un hombre adulto y con experiencia decide poner un freno porque seguramente ha llegado el momento de su verdad.

González Iñarritu se toma tres horas para describir este momento en la vida de su personaje. Y sin lugar a dudas, destaca como uno de sus logros, mantener la atención permanente del espectador en una película que cuyo formato es el de una obra de cámara, es decir, de encierro e intimidad. 

El film narra el retorno a su país de un periodista mexicano y su familia, después de haber vivido años de exilio en los Estados Unidos. En esa transición de lo que debía ser un viaje breve para recibir un premio, su vida se convierte en una crisis existencial.

Parte de los méritos del film es la actuación de Daniel Giménez Cacho, quien compone el personaje principal. El actor lo pone todo y da carnadura siempre creíble a su personaje. Su actuación es monumental. Está presente durante toda la película y transmite el estado de crisis interior que está viviendo su personaje.

El otro gran artífice es el propio director en su rol de fotógrafo del film. El manejo de la cámara en sus manos se vuelve literalmente una estilográfica. Por otro lado, no solo dirige al gran actor sino que logra captar sus más pequeños momentos como así también tics, movimientos de manos, expresiones corporales, y sobre todo, el de sus ojos. Los ojos claros del actor remarcan cada escena, la significancia de cada momento.

Si bien la obra del director siempre pasó por su mirada social, esta vez nos remite a un yo interior, a un film muy personal, que se concentra en un hombre que ya ha transitado la parte más activa de su vida y ahora siente la necesidad de hacer un balance cuyo resultado lo deja en deuda consigo mismo.

Obra muy personal del autor, muy bien apoyada por la actuación de su actor principal, no es tal vez su obra más transcendental pero si es una obra de carácter intimista que deja pensando más allá de su metraje, y que destaca en la cartelera de cine porteña.