domingo, 14 de noviembre de 2021

ASIA de Ruthy Pribar


 LA MUERTE INJUSTA

La muerte siempre es injusta, pero cuando llega y se lleva a alguien joven (estamos ante el caso de un adolescente), nos parece aún,  más injusta.

Asia es la ópera prima de Ruthy Pribar, y su debut cinematográfico, tanto como guionista como directora, y es realmente auspicioso. Su película es contundente, concreta, madura, no se va ni en lujos ni regodeos innecesarios, y lo más importante es que en su film no se observan fisuras de ningún tipo.

Con un relato lineal, Pribar presenta al  personaje y a quienes lo rodean, lo sitúa en su justo medio, y desarrolla su drama. La joven directora no derrocha ni un segundo de su tiempo en vanidades de alguna especie. Sabe que su guión es sólido y confía en él. La narración fluye naturalmente y no encuentra ningún tipo de obstáculo para elegir la forma adecuada de contar una historia íntima y dramática con un final trágico que no quisiéramos conocer.

La guionista y directora de este film no deja nada privado al azar. Por otro lado, su capacidad narrativa es notable. Tiene un gran poder de síntesis, desarrolla la trama en forma lógica, y no teme mostrar sentimientos ni mucho menos transformar el film en sentimentaloide. Siempre evita la emoción fácil e innecesaria. En consecuencia, sabe que está narrando un drama y no intenta otra cosa que ello, por lo tanto, trata siempre de mantener un equilibrio que permita al espectador ser consciente del desenlace del drama.

Pribar domina las formas narrativas. Nunca olvida su objetivo como tampoco las linealidades formales. Al comienzo nos presenta al personaje viviendo su adolescencia en forma plena rodeado de sus compañeros de escuela y amigos. Ese personaje es Vika, interpretada por Shira Hass, una actriz israelí muy joven a quien conocemos por sus magníficas interpretaciones en dos miniseries vistas en televisión en Netflix: Shitsel y Poco Ortodoxa.

Vika es una adolescente que se siente atraída por uno de sus amigos, pero la relación. Ella vive con Asia (Alena Yib), su madre, que trabaja como enfermera en un hospital y tiene una affair con un médico del Hospital. Hija de padres separados en buenos términos, ella es consciente que el matrimonio de sus padres ha terminado. Asia, por otro lado, sabe que su hija enferma padece de una enfermedad terminal y tiene los días contados. No obstante, asume su enfermedad con entereza.

En primer término, el film es el encuentro de una madre con una hija adolescente. Por otro, es el drama de una adolescente enferma consciente de su condena. El film es simple y directo. Su magnífico film está basado en ese encuentro, el de una madre con una hija que comienza a transformarse en mujer. Al mismo tiempo que se entera que la adolescente padece una enfermedad terminal. Ello le permite a Pribar  narrar una historia de sentimientos, que nunca llega a rozar el sentimentalismo, pero  logra relatar un encuentro que va de contramano del sentido de la vida.

En una película donde todo está en equilibbrio, se destaca la escena final, un  momento de cine en estado puro. Un simple abrazo que lo dice todo. Solo imagen y silencio. Las palabras sobran. Los personajes se vuelven sombras. La interpretación brilla. Sentimiento en estado puro. Es la obra de una mujer que ha filmado y dirigido con absoluta sensibilidad y honestidad el acercamiento al fin de una vida.

Film sumamente realista y emotivo, sacude con fuerzas nuestras estructuras emocionales con un valor importante, nunca apela al sentimentalismo ni a la tragedia barata. En cambio, narra una historia emotiva apelando siempre a la veracidad de la historia que cuenta. Esto puede pasar y pasa, es trágico, pero nos remite al valor de la vida, aquello que vale vivir cada instante de ella. La muerte es injusta pero siempre es el final de una vida. La importancia de lo que fue esa vida es lo que cuenta.

sábado, 6 de noviembre de 2021

EL CASO COLLINI de Marco Kreutzpaintner

EL PASADO PIDE JUSTICIA

El film, basado en la novela de Ferdinand von Schirach, es un relato que si bien respeta las convencionalidades propias del género, logra despertar el interés del espectador con mucha destreza dado que concentra todo su interés en una causa que si bien ocurre unos 40 años después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, se basa en hechos reales ocurridos durante aquella guerra.

El pasado siempre vuelve… es una frase que alude a lo que ha quedado sin resolver. Y ello es así en este film de Marco Kreutzpaintner, un joven director alemán con probada experiencia tanto en el cortometraje como en el documental y el largometraje, que con este film adquiere notoriedad.

Kreutzpaintner es un director prolijo, un narrador experimentado, que si bien desarrolla una trama ciertamente convencional, demuestra tener siempre en claro el objetivo de su film, lo cual es denunciar públicamente un tema siempre actual relacionado con la defensa de los derechos humanos y el mantenimiento de la vigencia del derecho cuando se hacen presentes errores y horrores, en este caso, los crímenes cometidos durante la segunda guerra mundial.

El Caso Collini ocurre en el presente pero remite al pasado, y particularmente, trata sobre los resabios de las leyes. El nazismo fue juzgado tanto legal como civilmente. No obstante ello, las leyes que en su momento fueron sancionadas para permitir enjuiciar a los hechos y a los criminales de guerra, han perdurado hasta muchos años después de terminada la guerra. Aquellas leyes han sido usadas no solo para juzgar a criminales sino también para amparar a algunos de ellos.

En el film, Caspar Leinen  (Elyas M'Barek) debe defender a Fabrizio Collini (Franco Nero), un trabajador italiano jubilado, que vivió en Alemania durante 35 años, acusado de asesinar al empresario alemán Hans Meyer (Manfred Zapatka). Caspar había sido un protegido de la persona asesinada.

Se trata de un caso simple donde la culpabilidad es clara. No obstante, se desconocen los motivos del asesino, por lo tanto, el joven abogado comienza a investigar a su cliente, a la vez que se sumerge en un pasado que por su juventud ignora para poder dilucidar el caso. La búsqueda del joven abogado lo conducirá  a descubrir una gran falla en el sistema alemán de justicia.  

En 1968, una ley alemana amnistió a todos los criminales de guerra nazis que habían sobrevivido aquella guerra a esa fecha. Bajo esa ley se pretendía juzgar en el Caso Collini. El acusado pasaba a ser el propio abogado Meyer, quien se amparaba en la obediencia debida y el cumplimiento estricto de la ley, aunque había cometido asesinatos durante aquella guerra. No obstante, había sido sometido a juicio y la Justicia lo había sobreseído por una ley dictada durante la época del nazismo. 

La gran paradoja que presenta el caso es que el Caso Collini deja en descubierto a todo el andamiaje legal nazi sobreviviente a la Segunda Guerra, y permite corregir los aquellos errores legales que se mantuvieron durante tantos años después de la guerra. En pocas palabras, deja en claro que los criminales de guerra siguen siendo criminales más allá de la parcialidad de los juicios llevados a cabo. El propósito de los juicios y de la ley nunca fue dejar en libertad a criminales, sino a aquellos soldados y militares, cualquiera fuera su rango, que habían participado de la guerra con el solo propósito de servir a su país.