UNA COMEDIA DIFERENTE
Transcurre en nuestros días y sus personajes son personas mayores que rodean los setenta años, y aunque no lo parezca, se trata de una gran comedia sobre el amor senil, contada desde una situación dramática (una separación) que continua como una real comedia de la vida, acompañando a sus personajes principales durante un viaje de búsqueda de paz y sosiego hacia Italia.
Es muy interesante la forma en que la directora y
guionista dinamarquesa maneja este material, construyendo el film desde pequeños detalles que parecen surgir
espontáneamente y que contribuyen siempre con utilidad ayudando a la fluidez
narrativa, a la vez que nunca decae el interés. Antes de
ver al film el espectador podría pensar “es una comedia más sobre el amor“.
Pero lo cierto es que no lo es. Esta vez, las convencionalidades, los lugares
comunes, son dejadas de lado. Marie es abandonada por su marido que, de un día
para otro, se va detrás de otra mujer que no es precisamente una mujer mucho
más joven. Despechada, busca consuelo buscando a sus amigas y contando la
traición a la que se siente sometida. Junto a ellas, comenzará un viaje hacia Italia
de rehabilitación personal.
Dicho viaje tendrá como destino los montes de Pulía, en
el centro de aquel país, cerca del mar Tirreno, lugar donde operará una especie
de catalizador. Sus amigas la contendrán en forma práctica llevándosela hacia
el sur, a un hermoso Hotel en medio de un bosque donde todo parece ocurrir con
un enorme sentido común, que siempre permite mantener un ritmo adecuado sin que
nunca caiga en lo chabacano del cine italiano de unas décadas atrás.
Lo interesante del asunto es que ese sentido común del
que se habla no solo tiene que ver con los resortes que maneja la comedia sino
más bien con pequeños detalles en el comportamiento de los personajes que van
operando desde el propio estilo de la comedia a la italiana pero llevado a
través de situaciones prácticamente minimalistas que no transitan los
convencionalismos propios del género.
Esta comedia atrapa por lo distinto. No solo por lo que
cuenta sino porque lo que dice, lo cual la transforma formalmente en diferente,
fuera de lo visto, casi me arriesgaría a decir, revolucionaria, porque no
maneja el disparate, como es habitual, sino que construye desde el minimalismo
situacional hasta delinear perfectamente a cada uno de sus personajes. O sea, apela a lo esencial, dejando de lado
todo lo que no interesa.
El film nos transmite una
idea de necesidad de búsqueda de equilibrio en nuestras vidas, lo cual nos debe
llevar siempre a concentrarnos en los hechos más importantes. Receta Perfecta,
como film, justamente transita ese enfoque. Deja que la vida transcurra. Hay
hechos felices y otros tristes. Algunos absolutamente intranscendentes. Veamos
el lado bueno de las cosas sin dejar de ignorar las malas. Resolvamos problemas,
que de hecho existen, y que la mayoría de las veces tienen una solución. Todas
las etapas de la vida son distintas. El film parece afirmar: “Respira
profundamente, piensa y ocúpate del problema”.
Así, casi simplemente,
transcurre Receta Perfecta y se transforma en una gran comedia, una de las
mejores películas vistas en este año de transición en el que el cine le cuesta
hacer pie.