lunes, 7 de febrero de 2022

LAS COSAS QUE DECIMOS, LAS COSA QUE HACEMOS de Emmanuel Mouret

EL DESEO Y LA SATISFACCIÓN

Emmanuel Mouret (director y guionista) desarrolla esta admirable comedia de características corales, imbuida en un humanismo que vuelve carnales a sus personajes a los cuales entrelaza, generando relaciones humanas interesantes y creíbles.

Durante un verano, Daphne recibe la visita de Máxime, un aspirante a escritor, que comienza a contarle historias personales de su pasado amoroso. Más tarde, será Daphne quien le contará a él cómo generó la relación con el primo de Máxime. Ambos mantienen largas conversaciones, en las que van relatando sus relaciones amorosas, en las que podemos comprobar que no siempre han sido completamente honestos con sus parejas e incluso, con sus amigos.  

Este recurso convierte la historia en un relato coral que permite varias capas narrativas yuxtapuestas, dado que, en la formulación triangular que propone Mouret, algunos de estos personajes antes de ser novios fueron simplemente amantes y, por lo tanto, tuvieron otras relaciones de carácter informal. No obstante, ello no ha sido impedimento para que esos vínculos no se transformaran en otros vínculos diferentes respondiendo a un deseo negado o abrazado con desbordante pasión.

Los personajes se dejan entrever en sus manifestaciones más íntimas, entre el deseo, el amor y lo que cuentan, lo que hacen, lo que sienten, lo que muestran, lo que se jactan, son acuerdos tácitos o explícitos, con sus respectivos imponderables.

Casi como un homenaje al cine de Eric Rohmer (recordemos Mi Noche con Maud), el film de Mouret va enganchando de a poquito al espectador y no lo suelta hasta el final, poniendo siempre el énfasis en los diálogos, concentrándose en las relaciones amorosas pasadas y presentes y las vicisitudes propias  de sus vidas.

No es un film para todos los gustos, pero es un film muy bien elaborado, con un guion extraordinariamente escrito y un nivel brillante de actuación. Requiere ser visto con paciencia y concentración para seguir los giros constantes de la trama. Basado en el dialogo donde cada uno de los personajes tiene su oportunidad de contar a su gusto la historia, constituye una aguda reflexión sobre el amor y la pasión, a través de una galería de personajes interesantes, simpáticos e incluso tiernos, que nos cautivan en su ir y venir, sus silencios, sus contenciones, y sus deseos de poder llegar al amor.

Profundamente francés, Mouret homenajea a los grandes del cine galo llevándonos de la mano con poesía, contándonos un serie de historias amorosas, algunas simples , otras más complejas, algunas entrelazadas, con tintes filosóficos, mezclando emociones, intrigas, interludios románticos, y sobretodo, desarrollando una ética de la conducta humana. Su cine no es simplemente pasatista aunque tiene esa cadencia típicamente francesa.

El nivel de actuación, y sobre todo las composiciones musicales que acompañan las imágenes son sobresalientes. La banda sonora acierta subrayando mágicamente las escenas. Las idas y venidas sentimentales a lo largo del relato parecen sueños. Tanto el flashback (elemento recurrente del filme), como los numerosos momentos climáticos de la obra, están abrazados por el romanticismo francés: Debussy y Satie, un vals de Chopin, un toque de Tchaikovsky, e inclusive, un aria de Puccini (Tosca). Una maravilla para ver y escuchar.