TENACIDAD Y OBSESION
Hay en el cine de Chazelle un espíritu competitivo que en
general está orientado a la persecución y obtención de un logro, algo que
signifique una superación personal. Si bien no he tenido la oportunidad de ver Guy
and Madeleine (2009), su ópera prima, estas características están presentes en
el resto de su obra hasta el presente. Lo están en Whiplash (2014,) donde un
joven se inscribe en un conservatorio de música para transformarse en un
baterista genial de la mano de un déspota maestro de música que está convencido
de las capacidades del muchacho. También subyace ese espíritu en los roles de
Sebastian y Mía, un pianista y una bailarina en La La Land (2016), dos jóvenes
que aspiran a triunfar en Hollywood mientras viven el gran amor de su vida. En
esa aspiración no solo está el deseo sino también el esfuerzo. Y ese deseo
también está presente en Primer Hombre en la Luna (2018), película estrenada
esta semana, que evoca la carrera espacial a través de un momento en la vida
del astronauta Neil Amstrong.
Es que First Man, tal su título en inglés, cuenta la
historia de la llegada del hombre a la luna en julio de 1969. Y si bien no se
trata de un solo hombre sino de todo un equipo de astronautas y científicos, el
film se concentra en la figura de uno de ellos que casi en solitario se había impuesto
la difícil tarea de aterrizar en la luna antes que sus pares soviéticos.
El film cuenta esta hazaña casi como la de un logro
personal. Los rusos tenían ventaja espacial sobre los Estados Unidos. En 1957,
habían colocado antes que los americanos un satélite espacial de
comunicaciones, el Sputnik. En 1960
habían lanzado al espacio a la perra Laica, aunque el experimento resultó
frustrado dado que no pudieron retornarla con vida. En 1961 colocaron al primer
hombre en el espacio, el astronauta Yuri Gagarin, sacando una ventaja
importante en la carrera espacial, y en 1965 lograron realizar la primera
caminata espacial de la mano del astronauta Alexei Leonov. Tras los logros
soviéticos, los Estados Unidos buscaron un objetivo más importante: llegar
primeros a la luna. Para ello pusieron en marcha el Programa Apollo.
Aquellos logros soviéticos habían desinflado un poco las
expectativas americanas. Pero en verdad, más allá de los grandes avances
comunicacionales, la conquista espacial no estaba redituando ventajas
económicas para ninguno de los dos países. Y ese ambiente de frustración es
enfocado por Chazelle desde la primera escena mostrando que por delante solo
había un desafío. La descripción de esta conquista es fría, de carácter científico,
y concentrada en un grupo de hombres de la NASA que se lo impusieron casi como
un objetivo personal. Llegar a la luna no fue un objetivo político. En
Washington, tanto demócratas como republicanos preferían apoyar programas
sociales o incluso armamentísticos antes que los proyectos espaciales. Pero la película
lo cuenta con esa garra que solo el cine americano sabe contar.
El film se concentra en ese grupo de hombres que persiguen
un fin motivados más por sus deseos y aspiraciones personales. Los une un
trabajo en equipo, donde claramente se transforman en figuras intercambiables y
que, por otra parte, más allá del interés puesto por la NASA, y del interés
científico que despierta, no encuentran un apoyo político importante ni
reconocimiento de carácter nacional.
No obstante ello, el film se concentra en la figura del
astronauta Neil Armstrong, interpretado por Ryan Gosling. Su actuación es notable,
fría y distante, tal vez como era el
propio Armstrong, un hombre solitario, taciturno, retraído, poco sociable, algo
tímido, casi impenetrable pero muy inteligente, seguro de sí mismo, y muy
compenetrado con el objetivo. Era un ingeniero aeronáutico que se vuelve el
hombre de confianza en el equipo de la NASA. Siete años antes de llegar a la
luna, había perdido una hija de dos años enferma de leucemia, y ello lo había
ensimismado, parecía haberle hecho perder el miedo a la muerte, y eso lo había
convertido en un intrépido piloto de pruebas.
Chazelle narra esos 7 años de carrera espacial (Programa
Gemini) más aquellos que tienen que ver con el desarrollo de vuelos espaciales
de larga duración (Programa Apollo). Pruebas de cohetes, lanzamientos,
amerizajes, caminatas espaciales y todo lo concerniente a la carrera espacial
donde el objetivo claro era ganarle a la Unión Soviética. No casualmente, las
primeras palabras que dirá Neil Armstrong al pisar la luna fueron “Un pequeño
paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad”.
El film casi no se ocupa de los demás personajes. Todo gira
alrededor de la mirada de Armstrong y la visión de un equipo. Pero Chazelle
dirige con mano firme y nunca pierde el objetivo de lo que narra: la odisea
americana de llegar a la luna. En ese aspecto, el film está totalmente logrado.
Con una estupenda fotografía de Linus Sandgren, fotógrafo también de La La
Land. Acompaña sus imágenes con música de Justin Hurwist, su músico habitual y
que aquí acierta con una música muy nostálgica que evoca un tiempo que ha
pasado.
Estamos ante la historia de la conquista del espacio, la de
la llegada a la luna, a través de la visión de un hombre cuya tenacidad y
templanza es digna de admiración. Armstrong fue una pieza clave en la carrera
espacial por su tenacidad, su espíritu de equipo, su visión y claridad de objetivos.
Su premio fue ser comandante de la misión cuyo propósito era alunizar y pisar
por primera vez la luna. Su objetivo fue cumplido.