FRIO E INTELIGENTE
En medio de la segunda guerra mundial, los Nazis invaden
Francia y comienzan a realizar una razia peligrosa. Extienden en tierra
francesa lo que ya habían comenzado a hacer en Alemania. Persiguen, capturan y
deportan a todos aquellos que constituyen una amenaza para el régimen, como así
también a judíos, homosexuales, disidentes, y cualquier otra persona que el régimen
rechaza. De repente, la libertad es la condición más valiosa toda vez que su
presencia se ha limitado ante la amenaza del ejército invasor. Los consulados,
especialmente los de aquellos países fuera de los límites donde se desarrolla
el conflicto, se vuelven los lugares más concurridos toda vez que representan
una posibilidad de libertad a quien la busca o pueda pagar. Marsella deja de
ser un puerto de destino para transformarse en una puerta de salida. Una multitud
quiere escapar cuanto antes. Todos imaginan lo peor. Pero Georg, nuestro personaje,
que también está escapando de algo o de alguien, se dedica a salvar gente.
Transit está basada libremente en la novela del mismo
nombre de Ana Saghers que Christian Petzold, el director y guionista, adaptó
libremente. A Petzold, le fascinan los misterios, y solo usa la estructura de
la novela para cimentar su nuevo film, Transit resulta, además, un misterio en
sí mismo. Desde el comienzo del film, alguien que no conocemos, toma los
documentos de otro hombre, un escritor y asume su identidad. Del personaje no
sabemos nada. No tenemos ningún antecedente suyo. Solo sabemos que la acción
transcurre en Marsella. A partir de esta escena, el suspenso se apoderará de la
pantalla y no cesará hasta su final. La identidad del desconocido será siempre un
misterio. En cambio, conocemos sus motivaciones. Salvar personas.
El film se divide en tres partes. Son tres carreras contra
el destino para poder salvar una persona consiguiendo el salvoconducto que
representa una visa para poder salir del país y lograr la salvación en un país
libre. Cada una de ellas refleja una condición humana diferente. Estamos ante
pleno un ejercicio de estilo. Podríamos decir que es un film sobre la
persecución o la historia de un hombre obsesionado por rescatar personas.
También podemos decir que es un film sobre refugiados. Y es posible que esta
hermética película de Petzold sea también una visión humanista sobre un
problema político importante por el que atraviesa ahora mismo toda Europa y que
muy bien describe el notable film “Sea Sorrow” que Vanessa Redgrave presentó el
año pasado en Mar del Plata.
Petzold se maneja con absoluta independencia de criterio. Hasta
se permite incluir una historia de amor, un signo de humanidad en medio de una
persecución cuya principal característica fue la deshumanización del individuo.
Su film se desarrolla en círculos, como si estuviéramos ante una historia sin
fin. El personaje principal va y viene permanentemente buscando una salida en
la que sin lugar a dudas también aparece la degradación humana.
Como menciona Dufo en su breve y claro comentario, hay en
el film una sensación de traslado permanente e inminente que nunca se produce
que expresa el drama de los refugiados: una circularidad y una espera sin fin
mientras tanto se asoma el amor en una forma inasible.
Lo más notable del film es su coherencia narrativa. El film
no se desvía nunca de su objetivo. La destreza cinematográfica del director
engancha al espectador aunque algunos de los momentos del film resulten crípticos
o poco claros. No obstante ello, hacia el final podemos concluir que estamos
ante una película precisa y coherente aunque ciertamente no convencional. Nos
es un film para el deleite de los sentidos sino uno para el disfrute
intelectual, una pieza fría y calculada que opera como un mecanismo de
relojería al servicio de un ejercicio estilístico que Christian Petzold construye
con maestría.
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