sábado, 26 de octubre de 2019

ASI HABLÓ EL CAMBISTA de Federico Veiroj


SOBRE LA AMBICIÓN, LA TRAICIÓN Y LA SOLEDAD

Esta nueva película del uruguayo Federico Veiroj, su quinto largometraje, es un film ambicioso e interesante, una especie de parábola moral que sin defraudar no llega a conformar toda la potencialidad que abarca.

Es conocida la pretensión de Uruguay de ser reconocido como la Suiza de América del Sur. Rodeado de mar y dos países territorial y económicamente más grandes (Brasil y Argentina), se convierte en una especie de isla que lo ha llevado a desarrollar un sistema financiero que garantiza la seguridad del ahorrista como así también la captación de capitales golondrinas, lo que vuelve un país importante en América del Sur en la venta de servicios financieros.

El film se desarrolla desde mediados de los años 50 hasta mediados de los 70, en los cuales prevalecieron políticamente dictaduras duras y corruptas en América del Sur.  Ello es aprovechado por Veiroj para relatar una historia con mucho de fábula moral, donde un personaje escala económica y socialmente a costa de sacrificar sus principios y su salud.
La simplicidad de las operatorias de una casa de cambios en Montevideo se vuelven cada vez más compleja debido a las estas situaciones políticas.  Los problemas de estos dos grandes países se transforman en una oportunidad de negocios para el afianzamiento del sistema financiero y cambiario del Uruguay.

Paradójicamente, en aquellos momentos donde la libertad económica y financiera se ve amenazada producto de ajustes económicos en sus vecinos, en Uruguay aparecen eventuales oportunidades de negocios en virtud de la fuga de capitales desde aquellos países. Esto representa una fuente de negocios muy importante para un país más pequeño que hace gala de la honestidad de sus servicios.

El Sr.Schweinsteiger representa el personaje del tradicional cambista uruguayo que ha ejercido la profesión durante años y se ha transformado en el hombre de confianza de gente adinerada que busca seguridad financiera colocando su dinero fuera de las fronteras del país, operando siempre dentro de los márgenes permitidos por la ley. Su casa de cambios es reconocida por su seriedad.

Umberto es un joven que comienza a trabajar en dicha casa de cambios en Montevideo, se gana la confianza del patrón, se casa con su hija, y cuando aparece una operación que al cambista le despierta desconfianza y no le interesa por su buena reputación, el joven Umberto decide cortarse y operar por cuenta propia.

Es allí donde el film comienza a fallar. La película parece convertirse en un discurso sobre la moralidad en las finanzas. Mientras describe el tradicional negocio de cambio de monedas, basado en gran medida en la honestidad del tradicional cambista, por otro lado muestra el ascenso en la confianza y en la toma de riesgos de parte del discípulo.

Veiroj desarrolla una línea narrativa donde destaca la vida personal del joven cambista. Por otro lado, aparece un intrigante personaje que desea depositar una suma de dinero más que importante que prácticamente sobrepasa su capacidad operativa. Aquí la película pierde el rumbo porque comete el pecado de querer abarcar todo, en consecuencia, deja aspectos algo confusos de la historia provocando una caída en el interés del relato.

No obstante ello, el film es entretenido y por momentos muy interesante. Pero la diversidad de situaciones que presenta y pretende abarcar el director y guionista termina por diluirse en las diferentes líneas narrativas que desarrolla y en consecuencia el discurso que realiza se pierde en esa madeja de intereses contrapuestos, dilemas morales que se diluyen en la narración, perdiendo la película su coherencia, su claridad expositiva e incluso, su interés.

Con la intervención del uruguayo Daniel Hendler como Umberto y del brasileño German da Silva como Moacyr, el resto del elenco es argentino, destacando en sus respectivos papeles Dolores Fonzi como Gudrum, la esposa de Umberto, y Luis Machin como el Sr.Schweinsteiger, el cambista uruguayo.

viernes, 11 de octubre de 2019

EL PASADO QUE NOS UNE de Bart Freundlich


EL FUTURO QUE NO EXISTE

No conocía el cine de Bart Freundlich, un director de Nueva York que ya tiene varios largometrajes en su haber como así también varias series para la televisión. En Argentina se ha visto Amante Accidental (The Rebound, 2009), Parejas (Trust the Man, 2005), y alguna otra en video.  La película que se estrenó esta semana es su séptima obra cinematográfica y cuenta en su elenco con el respaldo de tres grandes actores: Julianne Moore (Siempre Alice, 2014; Lejos del Cielo, 2003), que por otra parte es también su esposa en la vida real, Michelle Williams (Blue Valentine, 2010; Manchester Frente al Mar, 2016) y Billy Crudup (Lazos de Sangre, 2013; Jackie, 2016).

Este es un film sobre los sentimientos y los lazos sanguíneos que explora las relaciones familiares a través de las emociones y las vueltas de la vida. Freundlich, también autor del guión, se basa en una obra original de Susanne Bier (guionista y directora holandesa de aquella película que aquí se denominó Después de la Boda, 2006). El trabajo de Freundlich es básicamente americanizar la obra, darle una estructura más dramática y un ritmo típicamente de cine americano.

Esta obra teje una compleja y delicada trama de relaciones familiares que fundamentalmente tienden a destacar la importancia de la unión familiar. La cuestión que plantea radica en dar a luz lo que oculta el pasado, entenderlo, aceptarlo y tratar de comenzar a convivir con ello. Aunque a veces se torna predecible, el director Freundlich acude a numerosos giros que logran mantener la atención en la narración despertando un genuino interés por su desarrollo.

La historia comienza en la India y nos lleva a Nueva York no sin antes mostrarnos la labor que realiza Isabel (Michelle Williams) en aquel lugar donde hace trabajo humanitario atendiendo y dirigiendo un orfanato que es financiado por una empresa americana. Allí Isabel muestra predilección por Simón, un niño hindú al cual prácticamente ha adoptado. Como consecuencia de ello, Simón se transforma en un personaje emblemático de la necesidad de ayuda que necesita un país como India.

Este planteo parece conducir a un film de los 70 donde las luchas sociales forman parte existencial de los problemas del hombre. Pero no es así. Isabel, una vez llegada a Nueva York, asume un papel de mujer enigmática que da lugar a una de esas famosas casualidades literarias que todo lo facilitan.

Ello conducirá a crear un extraño triángulo, uno de cuyos vértices será Isabel, la mujer necesitada de ayuda, y por el otro, la base, el matrimonio de Theresa, (Julianne Moore) y Oscar (Billy Crudup). A partir de aquí, la acción transcurrirá en medio de una familia de clase media alta donde Theresa, la madre, es una empresaria exitosa. Su marido, Oscar, es un artista plástico de cierto éxito, y Michelle se transforma en la enigmática mujer que busca ayuda.

A partir de allí, la narración se olvida de la India y se concentra en Nueva York, donde se desarrolla una historia donde el encuentro y la aceptación se convierten en baluartes de la vida, una narración circular con idas y vueltas hacia un pasado que siempre condiciona al presente y que terminará determinando al futuro. El film es un exponente de las vueltas que da la vida.
El film tiene como mayor mérito estar construido a través de tres actores que con un poder histriónico notable son capaces de transmitir diferentes estados de ánimo y situaciones que reflejan que la felicidad esta constituida en esas pequeñas cosas de la vida. Pero el problema del film es que transcurre en una familia de clase adinerada donde lo material no es problema. La intención inicial de Isabel de buscar ayuda financiera para un orfanato en la India se pierde en el relato dado que los problemas del matrimonio de Theresa y Oscar se superponen e incluso terminan siendo más graves que la propia situación de los niños en la India.

La película comienza con las correrías de un niño feliz en un orfanato de la India para terminar sombríamente en una lujosa casa en las afueras de Nueva York donde los personajes terminan planteándose cuestiones existenciales más allá de la comodidad en que viven. Este desbalance desubica al espectador aunque haya en los personajes cuestionamientos que los humaniza y que los coloca fuera de toda materialidad. La propuesta está avalada, además, por las exactas composiciones de los tres intérpretes principales.

sábado, 5 de octubre de 2019

JOKER de Todd Philips


UN LLAMADO DE ATENCION

En los años 60, leía sus aventuras en las revistas mexicanas. Más tarde, vería la serie de televisión de Batman y Robín donde Guasón era un villano simpático. En 1966, los héroes pasan al cine. Joker fue personificado por George Romero. En 1989, Warner decide revivir a Batman, Tim Burton en la dirección y Jack Nicholson como Guasón. Se genera una saga que dura toda una década. A mediados de los 2000, reaparece Batman y en 2008 el Joker en El Caballero de la Noche, personificado por Heath Ledger. Su actuación extraordinaria le vale un Oscar. Ahora, la Warner asociada con DC, deciden dar vida propia al Joker. Todo un acierto.

Hace tiempo que el cine americano no produce una joya cinematográfica como ésta. Más allá de las diferentes versiones mencionadas y de sus formas (revistas, televisión y cine), en esta nueva versión con Joaquín Phoenix el personaje se transforma en un ser desclasado, con importantes problemas mentales que representa el desconformismo y el resentimiento de toda una clase social que no ve otra salida que la violencia.

En Joker, tanto el texto de Todd Philips como su dirección, enfatizan en la indiferencia de esa sociedad en estado de cambio donde el trabajo no abunda y mucho menos para aquellos que sufren algún tipo de marginalidad o carecen de los estudios adecuados.
El personaje no es una persona normal. Sufre las consecuencias de una alteración mental que es tratada a través del suministro de unas pastillas que le dan los servicios sociales de la ciudad después de una visita periódica a una asistente social.

Vive en Nueva York con su madre, una anciana que padece de problemas cardiacos severos. Trabaja para una empresa de publicidad en la que encara el papel del hombre sándwich. Es victima permanente de todos los vándalos que habitan el barrio.

Joker es Arthur Fleck, y Joaquín Phoenix lo interpreta realizando la actuación de su vida. Es por definición un looser, un perdedor clásico de esta época violenta, que sueña con ser actor. La madre, durante su juventud, ha sido mucama en una mansión y dado que nunca conoció a su padre, intuye que puede serlo el multimillonario Wayne (el padre de Batman). Son acaso hermanos de padre?

El guion de Philips juega con todos estos elementos dirigiéndolos hacia la tragedia haciendo siempre incapie en las cuestiones sociales. Fleck vive en un departamento en mal estado en un suburbio violento. Se maneja en trenes siempre abarrotados rodeado de gente prepotente y violenta. Su trabajo no es una excepción. Lo consigue solo de vez en cuando y la paga es miserable.

No es descabellado pensar que este sujeto desee poder cambiar algo de su vida. Pretende ser actor. Asiste regularmente buscando una oportunidad a los programas de Murray Franklin, un presentador de televisión interpretado por Robert de Niro (con su solvencia de siempre).

Phillips maneja su guión con una destreza e inteligencia única. Su film adquiere la forma de una farsa que inevitablemente conduce a la violencia. Cada escena es una pieza de un rompecabezas que no solo conforma una personalidad única sino también una serie de situaciones que más allá del crimen y la tragedia, convergerán en el caos social.

Encuentro en Joker influencias del cine neoyorkino de Martin Scorsese. Concretamente de Taxi Driver, donde el personaje que interpreta Robert de Niro (Travis Bickle) arrastra secuelas parecidas aunque con orígenes diferentes. Aquello tenía que ver con la intervención de una guerra sucia y la actualidad con cambios profundos en los paradigmas laborales.

Joker es una de las mejores películas americanas que he visto en los últimos años. Partiendo de un personaje conocido por todos, Philips pone en escena toda una tragedia de nuestra época. La falta de trabajo, las relaciones amorosas inestables, la falta de sensibilidad social de los poderosos, la violencia callejera, la marginalidad de los seres diferentes, la soledad que se sufre en las grandes ciudades, la falta de respeto hacia el otro.

Pinta a Joker como una víctima social que, aunque bajo los efectos de barbitúricos y disturbios mentales, tiene la dualidad de habitar entre el bien y el mal, siendo capaz de generar un caos que no es otra cosa que una llamada de atención a una sociedad que está perdiendo sus valores básicos y sobretodo, éticos.

viernes, 4 de octubre de 2019

EL REINO DE LA CORRUPCIÓN de Rodrigo Sorogoyen


LA VIDA DULCE

Rodrigo Sorogoyen del Amo es un ascendente joven director de cine y guionista español, que acaba de ganar los premios Goya 2019 a mejor director y al mejor guion original -compartido con Isabel Peña - por la película El Reino que ganó siete Premios Goya y cinco premios Feroz.

De su filmografía, en Argentina solo se estrenó Estocolmo (2013). Madre (2017) sigue esperando su estreno. Pero esta semana tuvimos la fortuna que se estrene su película más premiada que aparece en nuestras pantallas con el nombre más explícito de El Reino de la Corrupción, un thriller político que toca un tema muy candente.

El Reino… es un film sólido, muy bien escrito, mejor dirigido y con un acompañamiento musical basado en la percusión que es fundamental en el ritmo de desenfrenado que toma la película.

Si bien el asunto del film no es más que un caso de corrupción en una villa de la costa cercana a Madrid, el film se eleva por su notable factura cinematográfica dado que por sobre todas las cosas que dice sobresale la forma en que lo dice.

El caso que presenta es un caso más entre los tantos casos de corrupción que se dan en el mundo. Pero lo interesante de este film es que el protagonista principal (un notable trabajo de Antonio de la Torre) en medio de la corrupción reinante no es más que un chivo expiatorio, un típico político cuya vida holgada se sustenta en negocios ilegales agravado por el hecho que comparte el fruto de la corrupción con una gran mayoría de dirigentes más influyentes de su partido, los cuales, obviamente, lo dejan solo frente a la denuncia que recibe.

El film, contado con una velocidad que no para nunca, puede llegar a confundir al espectador que busca una historia convencional. Pero lo interesante del film no está en el proceso de corrupción que relata sino en la concentración de responsabilidad que acarrea el funcionario corrupto, especialmente cuando lo dejan solo ante lo cual aparece social y legalmente como único responsable de un proceso de corrupción que obviamente abarca a un grupo de funcionarios públicos más importantes.

El ritmo de la película es súper rápido, subrayado por la columna musical basada en una percusión electrónica que remarca la aceleración de los acontecimientos que está narrando, y por la banda de sonido concentrada en un acompañamiento musical que hace parecer la aceleración de un corazón a punto de estallar ante el descubrimiento del hecho doloso y la responsabilidad que le cabe al protagonista, el cual queda solo y desamparado frente a al proceso que se le vuelve encima.

También es un acierto concentrar el film en las espaldas de Antonio de la Torre, que logra cargar sobre sus espaldas el hecho ocurrido y transmitir todo el clima de locura que instala en torno al mismo, la forma en que se borran todos y la soledad que aparece en torno suyo, no obstante saber que la corrupción del poder lo abarca todo.  

La última media hora de la película no tiene desperdicio. En ella se instala toda la locura del protagonista que se concentra en cuatro escenas notables, una en un balcón, otra en una casa de un funcionario que esconde una prueba judicial importante, la siguiente, un escape en auto en medio de la noche oscura y la amenaza de una persecución invisible, y la última, un reportaje por televisión que define los tiempos actuales que estamos viviendo.
En síntesis, un film español para tener muy en cuenta. Entretenido, bien actuado, extraordinariamente musicalizado, y con una pintura muy acorde del tipo de sociedad y política de estos tiempos. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.