viernes, 4 de octubre de 2019

EL REINO DE LA CORRUPCIÓN de Rodrigo Sorogoyen


LA VIDA DULCE

Rodrigo Sorogoyen del Amo es un ascendente joven director de cine y guionista español, que acaba de ganar los premios Goya 2019 a mejor director y al mejor guion original -compartido con Isabel Peña - por la película El Reino que ganó siete Premios Goya y cinco premios Feroz.

De su filmografía, en Argentina solo se estrenó Estocolmo (2013). Madre (2017) sigue esperando su estreno. Pero esta semana tuvimos la fortuna que se estrene su película más premiada que aparece en nuestras pantallas con el nombre más explícito de El Reino de la Corrupción, un thriller político que toca un tema muy candente.

El Reino… es un film sólido, muy bien escrito, mejor dirigido y con un acompañamiento musical basado en la percusión que es fundamental en el ritmo de desenfrenado que toma la película.

Si bien el asunto del film no es más que un caso de corrupción en una villa de la costa cercana a Madrid, el film se eleva por su notable factura cinematográfica dado que por sobre todas las cosas que dice sobresale la forma en que lo dice.

El caso que presenta es un caso más entre los tantos casos de corrupción que se dan en el mundo. Pero lo interesante de este film es que el protagonista principal (un notable trabajo de Antonio de la Torre) en medio de la corrupción reinante no es más que un chivo expiatorio, un típico político cuya vida holgada se sustenta en negocios ilegales agravado por el hecho que comparte el fruto de la corrupción con una gran mayoría de dirigentes más influyentes de su partido, los cuales, obviamente, lo dejan solo frente a la denuncia que recibe.

El film, contado con una velocidad que no para nunca, puede llegar a confundir al espectador que busca una historia convencional. Pero lo interesante del film no está en el proceso de corrupción que relata sino en la concentración de responsabilidad que acarrea el funcionario corrupto, especialmente cuando lo dejan solo ante lo cual aparece social y legalmente como único responsable de un proceso de corrupción que obviamente abarca a un grupo de funcionarios públicos más importantes.

El ritmo de la película es súper rápido, subrayado por la columna musical basada en una percusión electrónica que remarca la aceleración de los acontecimientos que está narrando, y por la banda de sonido concentrada en un acompañamiento musical que hace parecer la aceleración de un corazón a punto de estallar ante el descubrimiento del hecho doloso y la responsabilidad que le cabe al protagonista, el cual queda solo y desamparado frente a al proceso que se le vuelve encima.

También es un acierto concentrar el film en las espaldas de Antonio de la Torre, que logra cargar sobre sus espaldas el hecho ocurrido y transmitir todo el clima de locura que instala en torno al mismo, la forma en que se borran todos y la soledad que aparece en torno suyo, no obstante saber que la corrupción del poder lo abarca todo.  

La última media hora de la película no tiene desperdicio. En ella se instala toda la locura del protagonista que se concentra en cuatro escenas notables, una en un balcón, otra en una casa de un funcionario que esconde una prueba judicial importante, la siguiente, un escape en auto en medio de la noche oscura y la amenaza de una persecución invisible, y la última, un reportaje por televisión que define los tiempos actuales que estamos viviendo.
En síntesis, un film español para tener muy en cuenta. Entretenido, bien actuado, extraordinariamente musicalizado, y con una pintura muy acorde del tipo de sociedad y política de estos tiempos. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

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