martes, 30 de agosto de 2022

NUNCA VOLVERÁ A NEVAR de Malgorzata Szumowska

RECORDANDO A POLANSKI

La escritora, productora y directora polaca Malgorzata Szumowska  es una de las cineastas polacas más destacadas de la actualidad. Nacida en Cracovia en 1973, ha escrito, producido y dirigido cine tanto de ficción como documental, recibiendo varios premios en diferentes festivales de cine internacional. Es una pena que su cine no haya sido divulgado comercialmente en Argentina. Afortunadamente, esta semana ha llegado a nuestras pantallas su última obra, la cual nos ocupa  y nos pone en contacto con una directora creativa y singular.

La película tiene como protagonista casi excluyente a Zhenia, un inmigrante ruso proveniente de Ucrania, que entra como masajista en una comunidad polaca aislada por el frio y la nieve. Los allí residentes emiten un dejo de tristeza, una especie de deseo de cumplimiento imposible. Parecen extrañar otra época, y sienten aflojar sus cuerpos.

Las manos de un  misterioso protagonista parecen ser el instrumento más adecuado para la sanación. Sus masajes  evitan todos los padecimientos provenientes del frio, la nieve y seguramente la añoranza de un tiempo mejor. Su acento ruso, no casualmente  suena como una canción, tal vez una invocación al pasado comunista, o recuerdos de una infancia que lo lleva a pensar en una sociedad más igualitaria y segura. La cuestión es que Zhenia es capaz de mejorar sus vidas, aunque su poder sea tan solo el de un masajista cuasi milagroso.

El cine de Szumowska parece salido de los pasillos de la escuela de Lodz. La claridad expositiva, la perfección del montaje, el acompañamiento musical, y la actuación no solo son parejos sino también se combinan en busca de un apoyo a una línea argumental que si bien simple, nunca pierde la línea, mantiene un extraño suspenso y  no suelta la atención del espectador durante todo su metraje.

Resulta imposible no recordar a Polanski. La prolijidad del montaje, la perfección de la imagen, el acompañamiento musical, pero sobretodo la calidad interpretativa del elenco, transforman a este film en un delicado ejercicio de voyerismo a partir del cual, el espectador queda enganchado y no puede soltarse hasta que llegue el final.   

El espectador simplemente se transforma en un voyeur, un observador capaz de percibir la doble capacidad de mostrar que tiene la imagen y el sonido para construir un clima opresivo que necesariamente nos remite al cine de aquel inolvidable director polaco. Los climas creados, la fotografía en color, el trabajo de arte, el manejo del sonido remiten al mejor cine de Polanski, capaz de explorar en la oscuridad de la mente humana e indagar en la motivación del personaje principal de la película.

lunes, 15 de agosto de 2022

BUENA SUERTE, LEO GRANDE de Sophie Hyde

 

LA SEXUALIDAD A LOS ´60

Absolutamente interesante al comienzo, mantiene atrapado al espectador hasta aproximadamente las mitad del metraje, para terminar cayendo como un castillo de naipes en su final, cuando la inteligencia del guión se va degastando rápidamente, en obviedades absolutamente previsibles.

No obstante, la película se rescata a sí misma en gran medida porque su pareja protagónica tiene un feeling muy particular y obviamente porque se trata de un tema atrapante, a la vez que es interpretado por dos actores que asumen con total honestidad y pasión los papeles que les corresponden, dotándolos de una humanidad, que rápidamente los vuelve creíbles. Ellos son Emma Thompson y Daryl McCormack en los papeles de Nancy Sotkes y Leo Grande, respectivamente.

La estructura del film encierra a los actores en una habitación de hotel, en 6 escenas en las que tiene lugar la acción, donde una mujer mayor de aproximadamente 60 años contrata los servicios sexuales de un taxi boy. Ella es una mujer que nunca ha podido gozar del sexo durante su vida marital. Ese acto siempre ha sido una carga para ella, y ahora, ha decidido sacarse ese peso de encima y descubrir esa sexualidad.

El film se desarrolla durante seis escenas que responden al encuentro de una mujer con un “taxi boy” en un hotel por horas. El devenir de esas escenas adquiere la forma de una de puesta de tipo teatral: Dos personas en una habitación inician una contrato de tipo comercial donde uno (el hombre) le proveerá servicios sexuales al otro (la mujer). Ello dará lugar a una relación donde uno descargará en el otro sus penurias, involucrándolo en forma personal.

El desarrollo se vuelve rápidamente repetitivo, lo cual, es lamentable dado que hace caer la atención del espectador. El film, que había comenzado con mucha fuerza se va diluyendo en un camino donde la relación con lo moral, en el tipo de “el qué dirán”, comienza a imponerse sobre el propio devenir de una relación sexual adulta que es lo que se propone en las instancias iniciales del film.

La mujer es Nancy Stokes, interpretada magistralmente por Emma Thompson, quien ha estado casada desde muy joven con un hombre mayor que ella, el cual no ha podido satisfacerla sexualmente. Por lo tanto, ella desconoce dicho placer y ahora, sexagenaria, desea conocerlo.

Pasados el primer y segundo encuentros, el film se vuelve totalmente repetitivo y pierde fuerza dramática. No obstante ello, cabe disfrutar la pareja despareja que constituyen Nancy Stokes (Emma Thompson) y Leo Grande (Daryl McCormack), en dos papeles, en principio, totalmente opuestos que con el pasar de la película se van transformando, pasando prácticamente de lo sexual, a lo  psicoanalítico para terminar en lo parental, la de una madre con su hijo donde claramente ella transforma a Leo Grande en el hijo que nunca tuvo.

El film el film no solo se sostiene en base a las dos estupendas actuaciones de sus actores principales, sino también porque desarrollan un tema que pudiera ser considerado tabú sin ningún tipo de prejuicios, aunque cabe acordar que el abierto y desafiante impulso del inicio del film se va perdiendo paulatinamente en pos de una posición más tradicional y pacata.

viernes, 5 de agosto de 2022

UNA CASA EN LA TOSCANA de James D´Arcy

 EQUILIBRADA, CONVENCIONAL Y POSITIVA

Esta película que data de 2020 y que ha hecho esperar su estreno, pandemia mediante, es una obra interesante del director James D´Arcy, que resulta también muy entretenida  toda vez que busca retratar un momento en la vida de un padre y un hijo que se han distanciado por esas cosas de la vida, y que se vuelven a encontrar después de mucho tiempo por un tema sucesorio.

El problema es del muchacho que proyecta realizar una galería de arte y para eso necesita un dinero que no tiene. Consecuencia de ello, acude a su padre, que tiene una casa  prácticamente abandonada en la Toscana italiana. El hombre, un pintor ya entrado en la madurez, con ánimo de colaborar con su hijo, lo invita a viajar a Italia y ver en aquel país que probabilidades tienen de vender la casa y obtener el dinero que el joven necesita.

D´Árcy, director y guionista del film, maneja con soltura el material y lo desarrolla de manera dinámica para que el espectador logre interesarse en un tema conocido, logrando sacarlo a flote en base a las homogéneas y convincentes actuaciones de todo el elenco y al adecuado equilibrio con que describe las relaciones personales que se entablan entre el personaje principal interpretado por Michael Richardson (el hijo),  tanto con su padre (Liam Neeson) como con su vecina (Valeria Nielo).  

El film, con buena predisposición, busca siempre el encuentro. Padre e hijo han estado separados durante bastante tiempo, se han visto poco y resultan dos extraños cuando Michael reaparece en la vida de su padre para pedirle dinero. Esta situación podría marcar de entrada un conflicto de características pecuniarias. Pero no será así. Ni el padre ni el hijo son personas materialistas. Entre ellos no existen ese tipo de diferencias. Además, ambos creen en el esfuerzo del trabajo.

El padre es un pintor bohemio, mayor de 60 años, que está pasando una especie de crisis creativa y necesita hacer un cambio. Su hijo ve una oportunidad en desarrollar una galería de arte pero carece del dinero necesario. Está convencido que su futuro está en ello. Parece ser que más que el amor filial es el arte quien los une.

El hijo convencerá a su padre de realizar el proyecto, quien tendría un vehículo para exponer sus obras y ganar dinero en el terreno que lo apasiona: el arte.

La llegada a La Toscana los encuentra con una casa semi derruida. Después de ese primer gran impacto comienzan a pensar en positivo y se dan cuenta que nada es imposible. La película  avanza en todo momento y no se detiene. Los personajes van madurando a medida que se van encontrando.

Una casa en la Toscana es sobretodo un film que destaca la experiencia y donde la esperanza es posible. La aparición de cada personaje es casi una solución para el otro. Su positivismo es manifiesto, lo cual permite superar el pasado, dejando tan solo alguna cicatriz. Esa idea de abandonar el pasado y permanentemente buscar un camino hacia el futuro la vuelve sumamente atractiva más allá de cualquier idea de inocencia que pudiera parecer.

Los personajes siempre se mueven dejando atrás cuestionamientos como si no hubiera facturas pendientes entre ellos. El futuro se impone haciendo que el presente se transforme en un hacer permanente.

Film agradable de ver, entretenido, algo predecible, muy bien actuado (el Robert de Liam Neeson será recordable porque además lo saca de los papeles convencionales de sus policiales negros), bien sonorizado, expresando una experiencia que facilita y permite las realizaciones de sus personajes. Por otro lado, los paisajes de la Toscana como telón de fondo son un lugar aparte que si bien aísla, también seguramente brindan ese ambiente tan íntimo y especial que desarrolla la película, aunque su belleza real supera largamente a las fotografías que con mucho tino ilustran el lugar donde se desarrollan las escenas más importantes del film.