
GRITOS Y SUSURROS (1972) de Ingmar Bergman
VIAJE HACIA LA PROFUNDIDAD DEL ALMA
“Gritos y Susurros” es una obra chocante, angustiante e incluso hasta desagradable. Una obra ante la cual no se puede permanecer indiferente. Pero a través de ella Bergman nos conduce a la complejidad y profundidad de todo un universo que es el alma humana.
Las 4 mujeres protagonistas de su
film mantienen, cada una a su manera, una lucha intensa e interna con un
denominador común: la falta de comunicación. La incapacidad para expresar
sentimientos.
Agnes está gravemente enferma al cuidado de su criada Anna. Llegan a su casa, una vieja mansión familiar, sus otras 2 hermanas: María y Karin. Ante esta situación, el sufrimiento de Agnes se agudiza, su cuerpo se debilita y su fortaleza espiritual se desmorona hasta encontrar la muerte. Sus hermanas han contribuido con desamor. Agnes solo encontró amor de parte de Ana, a quien se ha aferrado como a una madre, y en Dios, en quien ha creído con convicción.
Karin es una orgullosa egoísta
incapaz de dar ni recibir. Pero es consciente de su culpa. María, en
cambio, quiere dar pero es incapaz de darse. Ella solo puede recibir. Se
debate en un mar de dudas.
Muerta Agnes, Karin y María se
encuentran, logran comunicarse por primera vez. Entonces podrán sentir el amor
fraternal y llegar al fondo de sus respectivas almas. Lejos de la conciliación
experimentaran rechazo, lo cual las dejará como heladas, sorprendidas por lo
que han sido capaces de hacer.
Estas 4 mujeres han estado
detenidas en el tiempo. No en vano, en el comienzo del film, una serie de
relojes dan las 4. No obstante, toda la película es de una total atemporalidad,
como si los momentos no pasaran nunca.
Las 4 están signadas por el
pasado de su infancia. María arrastra su inmadurez. Karín arrastra
odio al haberse sentido abandonada por su madre. Agnes es la única que recuerda
la felicidad que sentía en su niñez.
La película es como un
rompecabezas que se arma con las innumerables fichas de cada vida. Cada escena
tiene valor por si misma, y en su conjunto, arman el todo final. No hay una
sucesión lógica de acontecimientos porque simplemente no hay un tiempo. Tampoco
hay una realidad tangible.
Cuando muere Agnes, el cura dirá
que ella buscará a través de su muerte, la piedad, la paz, la tranquilidad y el
perdón de Dios, tanto de sus propios pecados como los pecados de quienes la
superviven. Pero los personajes no creen en Dios. Carecen de una vida
espiritual sumergidos en la materialidad. Podrán acaso encontrar la paz y la tranquilidad
interior.
En cambio Agnes ha sido la única
que ha profesa do una fe verdadera. Consecuencia de ello no tiene dudas sobre
la dignidad y puede morir con resignación. En ella está el amor del cual los
otros carecen.
Ni siquiera muerta Agnes, Karin y
María podrán salir de su angustia. Recurren al espiritismo para hablar con el
espíritu de Agnes. Ambas experimentaran rechazo, Karin confesará su odio
mientras María buscará su entrega sin conseguirlo.
Ana, en cambio, lo da todo. A
pesar de haber perdido a su hija, sigue creyendo en Dios. Ha protegido a Agnes,
la ha cuidado y le ha ofrecido su pecho como una madre. El cuerpo inerte de
Agnes no le produce asco. María solo guardara de Agnes su diario íntimo,
mientras las hermanas solo se concentran en los bienes materiales.
Finalmente Agnes dice que cuando
llegaron las hermanas se sintió feliz, libre de gritos y susurros, seguramente
porque aun no había comenzado a darse cuenta de su enfermedad, ni de la
“enfermedad” de sus hermanas.
“Gritos
y Susurros” es un film cerrado, cargado de elementos simbólicos, de difícil
lectura. Las actrices (Liv Ullman, Ingrid Tullen, Bibi Anderson y Cari Sylwan) cumplen 4 labores geniales. Todas transmiten sus
angustias con total convicción. Todas ellas están excelentes. Sven Nykvist fotografía como solo
él sabe hacerlo, y la música es un funcional al drama que relata.
No es una película para gustar.
Es para ver, analizar, y tratar de llegar al fondo de los conflictos que
relata. Entonces nos encontraremos con un relato desgarrador, de hondo contenido
psicológico y filosófico. Es un Bergman auténtico, nada más, y eso no es poco.
En el mejor
camino del cine argentino, un cine adulto, profundo, útil para competir, mostrar
en el mundo y ganar mercados, Juan José Stagnaro debuta como director. Su obra
tiene valor por sí misma y le abres puertas a nuevos trabajos.
7 de Enero de 1975
Después de apreciar 7 obras se puede afirmar que todas
ellas han tenido un parejo nivel de calidad, la mayoría de ellas superando la
mera corrección formal, llegando algunas a tener verdadera trascendencia
cinematográfica: “La Patagonia Rebelde” de Héctor Olivera, “La Tregua” de
Sergio Renán y “Boquitas Pintadas” de Leopoldo Torre Nilsson.
Con "La tregua" hace su debut cinematográfico Sergio Renán, actor y regisseur, debut cargado de un derroche de humanidad y realismo: la soledad y el amor como una tregua que da la vida para poder continuar con la soledad de todos los días. Tan sólo una oportunidad, un pequeño soplo de optimismo, la sensación de un mundo mejor, la toma de conocimiento de que el amor puede seer alcanzado.
"La Patagonia Rebelde" es la obra cumbre de Héctor Olivera, que no solo invita a la reflexión a través del hecho histórico que narra sino que a través de ello expone problemas actuales del país, mostrando, a la manera del western, los condicionamientos que tiene el hombre común para enfrentarse con las arbitrariedades que manejan los poderosos.
El cine francés nos reencontró con su mejor cine. Francois
Truffaut fue otro director que se mostró por partida doble con dos joyas que
permanecerán siempre presentes en su gran filmografía. Un largo y soberbio
discurso sobre el amor en “Las Dos Inglesas”, e hizo cine sobre el cine, en la
apasionante e inolvidable “La Noche Americana”.
El cine suizo se hizo presente por primera vez con una
película de indudable valor: “La Invitación” de Claude Goretta. Un cine que
enjuicia la sociedad de consumo y sus prejuicios a través de un estudio
psicológico colectivo de un grupo de oficinistas que van a pasar un fin de
semana a una casa de campo.
Robert Altman hizo relucir sus laureles con “Los Delincuentes”,
un relato nostálgico y trágico sobre la depresión de los años `30.
El indio Sam Peckimpah
volvió al género de sus grandes éxitos, el western, y nos entregó una
obra valiosa al más puro estilo Peckimpah. “Pat Garret and Billy The Kid” es
una obra inolvidable, llena de nostalgia por un tiempo perdido, que indaga en
psicologías de los personajes y determina el porqué de los comportamientos, que
al igual que en “La Balada del Desierto”, están condicionados la avasallante llegada
del progreso, dando fin a toda una época. Film majestuoso y terminal apoyado
magistralmente por la música de Bob Dylan y su impresionante “Knocking on the Heavens Door”.
Fred Zinneman nos mostró una lección de cine con un
entretenimiento de marca mayor: la adaptación al cine del best seller de
Frederick Forsyth ”El Día del Chacal”. Una película modelo en su género.
Jerry Shatzberg, agudo observador de seres marginales y
problemas sociales y actuales del país, realizó una obra seca y contundente: “Espantapájaros”,
contando la historia de dos vagabundos que cruzan los Estados Unidos en un
devenir aparentemente intrascendente para ellos, pero que deja al desnudo una
preocupante realidad americana.
Julio / Agosto de 1975
“La Conversación” lo plantea desde una esfera privada. Harry
Caul es un espía contratado. Se le encargan trabajos que él realiza valiéndose
de micrófonos ultrasensibles que le permiten gravar conversaciones en
diferentes lugares, tanto en edificios como al aire libre. Como un boomerang,
las circunstancias se volverán contra él, y de espía pasara a ser espiado. Harry
quedará atrapado y desesperará con sus propios métodos. El film es magnífico en
su propuesta, y sobre todo, por lo que anticipa. Cuenta con una muy buena
dirección de Ford Coppola y una actuación sobresaliente de Gene Hackman.
Y hablando de la libertad, este fantasma de Luis Buñuel nos
llenó de alegría porque además de re encontrarnos con el gran director español
de “Belle de Jour”, nos encontramos con una película simple y bella, de una
perfección cinematográfica total, que la lleva hasta las más altas alturas del
cine puro, aquel que se expresa, fundamentalmente, en imágenes.
“Vida Familiar” es la obra que consagra al polaco Krystoff Zannusi.
Una película compleja que impone más de un momento de reflexión. Es una obra de
climas opresivos y angustiantes que versa sobre un grupo de familia. Los
caracteres están bien trazados, y hay una búsqueda continua de identidades que,
tal vez, no solo se circunscriban a un personaje sino a todo un país.
Después del fracaso de “Nazareno Cruz y el Lobo”, esa cursilería
tan magnifica y creativa filmada por Leonardo Favio, el cine argentino se alzó
con una obra que hace resurgir las esperanzas sobre las ya citadas expectativas
que nos dejara 1974. “La Raulito” quedará como un hito sumamente importante en
la filmografía argentina de 1975.
Después de muchos años de su estreno, pude apreciar “El 41”,
una auténtica joyita del expresionismo ruso. Seguramente, muchos preguntarán
que tiene esta película. Y es difícil contestarlo exactamente. En parte me hizo
recordar al cine de David Lean: amor y aventuras en medio de una gran tragedia:
la guerra.
Salta, 4 de setiembre de 1975
VICENTE, FRANCISCO, PABLO Y LOS OTROS (1974) de Claude Sautet
Sin el nervio ni la violencia maestra, esa que no nacía de la imagen sino de la concepción del montaje – “Bullit” , “La Guerra de Murphy” – Yates elabora un film intrascendente, comedia satírica, apenas salvada por un guión de diálogos chispeantes y el oficio de su director.
Ente el cine y la literatura, todo a media máquina, Olivera se apoya en Borges y solo llega a la nada, al carecer de la esencia borgiana, aquella que permite la lectura entre líneas, y en el cine se consigue mediante escenas significativas y sugerentes por sí mismas. Narración demasiada chata, cae primero en el tedio y posteriormente en el desinterés, una obra que a priori, era esperada como una de las más importantes del año. Entre los desaciertos cae hasta Ariel Ramírez, con una música grandilocuente para una película que no lo es.
19 de Enero de 1976
PANORAMA CINEMATOGRÁFICO 1975
CARACTERISTICAS
UNA MUJER de
Juan José Stagnaro
Las
expectativas que se suscitan ante el estreno de un film nacional son tan solo
comprables a las creadas en torno de la “nueva obra” a alguno de los grandes
creadores de la época.
Esas expectativas
se tornan aún mayores cuando se refieren a una ópera prima, ya sea porque generalmente
se trata de un joven que como tal lleva la semilla del inconformista o un deseo renovador o quizás porque
generalmente, o dado que la juventud es crítica por naturaleza, de ella salen
las mayores críticas a lo establecido, y una crítica es doblemente buena si el
que la hace es capaz de revertir la situación existente.
El debut de
Juan José Stagnaro en la dirección cinematográfica no escapa a dichas premisas.
Más aun teniendo en cuenta algunos de sus excelentes trabajos fotográficos al
lado de no menos excelentes directores como Raúl de La torre o Leonardo Favio.
El dúo
Cervantes Luro y Ricardo Tomasevsky, junto al sello Globus Baires, responsables
del éxito de “La Mary”, y con deseos continuarlo, le da la posibilidad de
entrar al cine grande con “Una Mujer…”, película con la que Stagnaro hace su
debut tras las cámaras.
Con un
sobresaliente guión de Aída Bortnik (La Tregua) y Osvaldo Soriano, y apoyado en
la solvencia de una pareja de actores: Cipe Lincovsky y Federico Luppi. Fundamentalmente
cálidos y comunicativos, y acompañados por un grupo de heterogénea capacidad
interpretativa, ente quienes descuellan María Vaner y Aldo Barbero, el realizador
borda con paciencia, ternura e infinita sutileza la historia del reencuentro de
una pareja después de una forzada separación.
Este es un
cine descriptivo de los sentimientos. Aquí importan los climas y las atmosferas
que sutilmente arma Stagnaro apoyado en el buen guión que tiene. De ello, surgirán
actitudes, gestos, palabras que irán formando un contexto general, un fresco de
una relación entre un hombre y una mujer, sus circunstancias y su mundo.
En esa forma
de narrar, de esa manera de sugerir, de mostrar sin explicar están los mayores
logros de Stagnaro, donde es el propio espectador quien comienza a participar
del film mediante su propia reconstrucción de lo que ve y del análisis del
comportamiento de los personajes.
La subjetivación
se produce en el público. El director es puramente objetivo. Da información
para que el público procese: cuenta la historia, refleja lo cotidiano, el calor
humano lo transmiten sus actores, el
film comienza a ser un espejo de la realidad y respira verdad.
De esta
manera, una pequeña historia crece. El gran amor entra en una nueva etapa. Matilde
debe readaptarse a un mundo conocido que con el transcurso del tiempo ha
cambiado, se ha vuelto distinto. De allí al rechazo y más tarde a la crisis,
hay un solo paso. La soledad se agiganta. La pareja necesita un replanteo. Comunicación
y dialogo es la consigna.
En ese preciso
instante en que los personajes re acceden al dialogo, Stagnaro cierra su película.
Elige un final abierto. De esa conversación, o de muchas más como esa, surgirá
la luz, la sombra o la oscuridad total de la separación definitiva.
Sin embargo,
el director se subjetiva por primera vez, y sobre los títulos finales, deja
escuchar algunas frases vertidas anteriormente. Es un mensaje optimista. Del
amor no puede nacer otra cosa que la luz. Y está en Stagnaro la inteligencia de
que de frases iguales en momentos diferentes, adquieran significados
diferentes.
El ritmo no
decae en ningún momento. Mucho menos el interés que despierta la película.
Haciendo uso de acciones paralelas establece un contrapunto entere los personajes.
Innova en el corte, pasando de escena a escena mediante la fragmentación de la
toma. Y he aquí su única debilidad notable, porque en lo que en algunas escenas
es válido en otras se transforma en firulete de montaje.
Las imágenes
de Ricardo Younis son de una enorme plasticidad, no debiéndose dejar de notar las influencias del propio
Stagnaro como fotógrafo. Y se destaca también la excelencia del encuadre, la
profundidad de campo buscada en cada toma, y la contraposición de
claros-oscuros.
Luis María
Serra compone una partitura musical adecuada, con alguna remota reminiscencia
de trabajos anteriores, pero que siempre se destaca por su fineza.
7 de Enero de 1975
PANORAMA
CINEMATOGRAFICO 1974
El año cinematográfico 1974 se ve caracterizado por dos
hechos por demás auspiciosos que son. 1) la confirmación del resurgimiento del
cine argentino que había comenzado a notarse a mediados de 1973 a través de dos
obras. “Juan Moreira” de Leonardo Favio, y “Los 7 Locos” de Leopoldo torre
Nilsson, y 2) la aparición de nuevos directores con loables intenciones de
hacer buen cine y comprometido con la realidad que vivimos.

Con "La tregua" hace su debut cinematográfico Sergio Renán, actor y regisseur, debut cargado de un derroche de humanidad y realismo: la soledad y el amor como una tregua que da la vida para poder continuar con la soledad de todos los días. Tan sólo una oportunidad, un pequeño soplo de optimismo, la sensación de un mundo mejor, la toma de conocimiento de que el amor puede seer alcanzado.
"La Patagonia Rebelde" es la obra cumbre de Héctor Olivera, que no solo invita a la reflexión a través del hecho histórico que narra sino que a través de ello expone problemas actuales del país, mostrando, a la manera del western, los condicionamientos que tiene el hombre común para enfrentarse con las arbitrariedades que manejan los poderosos.
Ingmar Bergman dio su presente a comienzos del año con una
de sus obras más comprometidas y significativas de su extensa filmografía. Se
trata de “Gritos y Susurros”, una obra visceral, densa y profunda que
comentamos por separado.
“Los Demonios” es la mejor obra hasta el momento de Ken
Russell, un inglés dueño de un lenguaje propio, inteligente e imaginativo, que
nos habló de la lucha por el poder disfrazado por un conflicto de carácter
religioso. También, del mismo director, se vió “El Novio”, otra pequeña obra
maestra, opuesta a la anterior en sus aspiraciones artísticas, incursionando e inspirándose en
el clásico musical americano.

“Una Dama y Un Canalla” fue el Lelouch`74, donde el
director francés conformó al público con
una historia sentimental de indudable gancho, matizado con un robo magistral
que le permitió desplegar sus dardos para ironizar sobre ciertos intelectuales:
los críticos de cine.
Hacia el final del año, Robert Enrico nos volvió a entregar
un policial que es un verdadero modelo en su género, donde entre la amistad,
el amor y la traición, nos relató la
historia negra de un grupo de delincuentes en “El Clan de los Franceses”.

De Italia, ausentes los grandes maestros, apareció una
personalidad interesante y explosiva: Salvatore Samperi, quien realzó
“Malicia”, una película aguda e invasiva que lo presenta como la nueva gran
figura del cine italiano.
Enrico Maria Salerno, fiel a sí mismo, realizó una obra
contundente: “Queridos Padres”, no exenta de sensacionalismos que opacan la
calidad y el interés final de la obra.
“Pan y Chocolate” se inscribió en la línea de la
tragicomedia italiana, con un impecable Nino Manfredi caracterizando a un
italiano que busca realizar sus sueños de inmigrante en Suiza. El director
Franco Brusatti, si bien muchas veces se tentó por la comedia pura y restó
importancia a la fuerza testimonial que tenía el argumento, no deja de ser un
film y un director para tener en cuenta. Por el contrario, Giuseppe Patroni
Griffi pisó en falso con “Identikit”, hundiendo en la confusión a una obra
temáticamente interesante.
El cine americano estuvo presente a través de varios
grandes directores. John Boorman presentó su magistral “La Violencia Está en
Nosotros”, una película inquietante y cuestionadora cuyo título explica de
hecho una problemática seria que afecta a gran parte de la sociedad americana.
Por otro lado, presentó la olvidable “Sardoz”, una obra de ciencia ficción que
no agrega a la filmografía del director.


En “Papillon” se sacaron chispas Steve Mc Queen , que
realizó uno de los mejores trabajos de su carrera, y Dustin Hoffman, ya una de
las personalidades más notables de la nueva generación de actores
norteamericanos.
David Miller y Dalton Trumbo realizaron uno de los films
más polémicos de año: “Asesinato de un Presidente Americano”, una visión
personal y comprometida de uno de los mayores acontecimientos políticos del
siglo.
La Ópera Prima premiada en Cannes 74, “Susan y Jeremy” de
Arthur Barron, resultó ser una obra cinematográfica de características totales.
A partir de una simple historia de amor entre dos adolescentes, narró con
realismo y poesía a la vez que retrató a esos dos adolescentes, convirtiendo al
pequeño film en uno de los más vistos del año.

Sídney Pollack relató una apasionada historia de amor en
“Nuestros Años Felices”, con una descollante labor actoral de Barbra
Streinsand, que también convirtió en hit el tema musical principal de la
película, que al igual del resto de la banda sonora responde al gran músico
Melvin Hamlisch. Otro punto de interés en la película es la inserción de la
historia en el contexto político y social de las épocas que transcurren: la
guerra civil española y su influencia sobre la juventud de los protagonistas,
la persecución ideológica llevada a cabo años más tarde en Hollywood durante la
época Macarthista en los ´50.
“El Golpe” fue la máxima expresión de ingenio del año. El
equipo de Butch Cassidy: George Roy Hill, Paul Newman y Robert Redford recreó
la época de los años 30 con humor y un gran sentido del divertimento, además de
una exacta factura cinematográfica que lo sitúa a Hill entre los mejores
directores comerciales de Hollywood.
“El Día del Delfín” es una película un tanto ingenua para
la sagacidad habitual mostrada por un director como Mike Nichols. No obstante,
el director realizó uno de los films más bellos y estéticos del año, dejando
una cierta preocupación respecto del manejo de animales con fines bélicos, y
desnudado algunos manejos de la CIA, cuyas intervenciones parecen estar cada
vez más fuera del control del propio gobierno americano.
“El Exorcista” revolucionó el caído género del terror de la
mano del joven realizador de “Contacto en Francia”: William Friedkin.
“Asfalto Violento” presentó a un director que puede
llegar a desarrollar grandes virtudes.
James William Guercio, puntilloso y detallista, sacó brillo a un guión
discontinuo e impreciso transformándose e en la revelación del año.
Para terminar los
fracasos del año. Woody Allen no alcanzó la atura de “Bananas”, su anterior
trabajo, con su nueva comedia futurista “El dormilón”. Así y todo, su trabajo
tuvo momentos de hilaridad, pero alcanza a mantener un ritmo de indudable
eficacia y comicidad. Tampoco lo logró Román Polanski con su visión caótica del
mundo de hoy que presentó en la disparatada ”Qué?”. Asimismo, decepcionó Pier
Paolo Pasolini, al borde de la grosería y el mal gusto, con sus “Cuentos de
Canterbury”.
DE LA LIBERTAD INDIVIDUAL AL HUMANISMO
Al analizar los últimos tres meses (junio, julio, agosto),
vuelve a observarse que al igual a los años anteriores, el 3er trimestre del
año es uno de los de mayor calidad cinematográfica en un año de no muy buen
cine, donde algunas expectativas, como las que había generado el cine argentino
1974, se han disipado ante la falta total de apoyo por parte de las autoridades
y la crisis económica que ha llegado hasta la industria del cine, a la cual
también ha contribuido la rígida censura, que no solo se concentre sobre el
film terminado, sino también opera sobre
libros y guiones cinematográficos antes de la filmación, prohibiendo incluso la
posibilidad de ver otros cines que despiertan polémica, obras de directores tales
como los italianos Elio Petri, Marco Belocchio, Damiano Damiani, y Bernardo
Bertolucci, el norteamericano Stanley Kubrick y tantos otros.
No obstante ello, a través de lo poco que podemos ver,
observamos el resurgimiento de un cine humanista, como el francés, y sobre todo,
alguna obras de jerarquía intelectual o de gran fuerza expresiva como la de los
cines de los países de detrás de la cortina de hierro: Polonia, Checoslovaquia,
Bulgaria, la Unión soviética., etc.
Este sintético panorama nos lleva a comprender porqué de las
6 mejores películas vistas en este trimestre, 2 sean francesas, una polaca, una soviética, una norteamericana y la
restante, argentina. Ellas son:
1.
La Conversación, EEUU, 1974, Francis Ford Coppola
2.
El Secreto, Francia, 1974, Robert Enrico
3.
Vida Familiar, Polonia, 1971, Krzistof Zannusi
4.
El Fantasma de la Libertad, Francia, 1974, Luis Buñuel
5.
La Raulito, Argentina, 1975, Lautaro Murua
6.
El 41, Unión Soviética, 1956, Grigori Chujrai
Las dos primeras tienen algo en común, son temáticamente,
las más inquietantes, y argumentalmente, las mejor desarrolladas, teniendo en
común la calidad argumental. Esa idea en común habla de la perdida de la
libertad individual del hombre en las sociedades modernas.
“El Secreto”, en cambio, plantea el tema desde un punto de
vista público. Una persona escapa. Es un loco o un convicto? Poco importa la
trama. Pero si le importa al director Enrico que se vale de ello para crear una
atmosfera de suspenso e incertidumbre que le servirá para descubrir las
innumerables relaciones psicológicas de los personajes.
Loco o convicto posee un secreto de Estado. No importa qué
secreto. Si importa que sea de Estado. Todos los mecanismos defensivos del
Estado se pondrán en marcha y cerrarán inexorable y trágicamente el círculo abierto.
El solo hecho de conocer un secreto de Estado vuelve al ciudadano peligroso, y
todas las personas que lo rodean, se vuelven peligrosas a su lado. Por la
defensa de la seguridad del Estado, todos deben morir.
A través de las 2 películas nos queda una misma pregunta: Existe realmente la libertad individual en las sociedades modernas?
A través de las 2 películas nos queda una misma pregunta: Existe realmente la libertad individual en las sociedades modernas?

Este “Fantasma de la Libertad” son los prejuicios de una
sociedad en crisis. En una hora y media de película Buñuel hace añicos todos
los tabúes habidos referentes a personas, personajes, e instituciones. La
escena del hotel es exacta, el mejor momento de cine de todo el film y de lo
que he visto últimamente.

La vuelta del hijo, el reencuentro, la estadía y su regreso
nos habla de dos mundos que chocan sin dejar de adquirir algo el uno del otro. La
visión de Zannusi destruye las conductas individuales. Para él, el cambio no se
logra por la voluntad de uno mismo sino que está determinado por las circunstancias
históricas. Su film es operístico: en el ritmo, en la música, en los encuadres
y los desplazamientos de la cámara, ayudados por una fotografía excepcional y
una actuación sin desperdicios.

No conocía el cine anterior de Lautaro Murua. Aquí se
presenta como un director sensible en lo humano, y un excelente narrador en lo
cinematográfico.
Film tierno, amargo, reflexivo encuentra en las imágenes de
Murua el contexto y el ritmo ideal, y en la actuación de Marilina Ross, el
calor necesario para transmitir toda una realidad argentina que nos acosa día a
día, pero que persistimos en ignorar o mirar de reojo.
Esta historia de marginación, de niñez abandonada, de
desamparo se convertirá seguramente en una de las mejores películas argentinas,
no solo de este año, sino de todos los tiempos.

Los méritos principales hay que buscarlos en la dirección.
Gregori Chujrai es un gran director. Es cierto que el argumento está servido,
es justo y lineal. Pero me pregunto: Qué hubiera hecho otro director que no
dominase los tiempos y los ritmos cinematográficos como los domina Chujrai: la
aventura, la acción, el amor, el drama?
Conocía a Sergei Uresevsky en la doble faz de director y fotógrafo
de “Contra el viento”. Lo reconozco aquí en la fotografía: Los contraclaros,
los esfumados, la azul negrura de los cielos encapotados de grises y pesadas
nubes… El mar gris plomo, el sol destellante. Una película para la emoción. Un
film que atrapa y desconcierta al mismo tiempo.
A través de estas notas he querido hacer una síntesis de lo
que he visto y me ha gustado en los últimos tres meses. El panorama se presenta
alentador para el último trimestre. Es un deseo seguir viendo cine de la
calidad del comentado. Y es necesario flexibilizar la censura.
Debemos seguir apoyando al cine argentino. El camino de “La
Raulito”, como antes “La Patagonia Rebelde”, “La Tregua”, “Boquitas Pintadas”, “Juan
Moreira”, “Los 7 Locos”, es digno de ser imitado. Esperamos con ansiedad los
estrenos de “El Muerto”, “La Guerra del Cerdo”,” La Hora de María y el Pájaro
de Oro”, de Olivera, Torre Nilson y Kuhn respectivamente. Todos directores
formados que ha dado muestra de su talento.
RESEÑAS CORTAS – AGOSTO 1975
Continuando la línea que había retomado en “Los 7 Locos” y
“Boquitas Pintadas” – adaptación de grandes novelistas argentinos – Torre
Nilson fracasa con esta nueva obra, tan pretenciosa como vacía, acerca de una
inútil y gratuita guerra, tan casual como caprichosa e injustificada, al no
alcanzar el director los climas de misterio e incertidumbre necesarios para la
total compresión de la propuesta. Excelente la fotografía de Aníbal Di Salvo e
importante el aporte musical del Gato Barbieri.
Entre la brujería, la leyenda y la casualidad del destino,
Kuhn logra momentos de máxima expresión cinematográfica hundidos en el
aburrimiento que provoca un ritmo
demasiado lento. La poesía, el encanto, la seria investigación de los hechos,
el lugar de los salvajes acontecimientos, más la fascinación de seres primitivos, dan lugar a
preguntarse si estos temas son los que más interesan para el análisis de la
realidad nacional. María encuentra en Leonor Manso a la intérprete ideal de su
calvario.
Bergman vuelve al tema de “Pasión” y lo analiza hasta sus
últimas consecuencias. El amor, la incomprensión, la soledad, la separación, la
madurez de la pareja. Toda la relación desde su principio hasta su fin. Su
comienzo, su inestabilidad, su fragilidad, y dificultad de la convivencia. Obra
adulta y profunda, realiza una vivisección del matrimonio en 6 capítulos, cada
uno válido por sí mismo y como parte inseparable de un todo que se alza sobre
fronteras nacionales para alcanzar dimensiones universales. Extraordinaria la
labor sin descanso de Liv Ullman y Erland Josephson.
VICENTE, FRANCISCO, PABLO Y LOS OTROS (1974) de Claude Sautet
Sautet compone un film amable y superficial sobre la amistad
de 4 hombres y sus respectivas vidas. Con mucha poesía, algo de nostalgia, y
una gran preocupación por la creación de atmosferas realistas, todo su esfuerzo
plasma en una gran novela de la vida. Tal vez innecesariamente alargada,
acompañada de estupendas actuaciones, una hermosa música y una mejor
fotografía.
Sin el nervio ni la violencia maestra, esa que no nacía de la imagen sino de la concepción del montaje – “Bullit” , “La Guerra de Murphy” – Yates elabora un film intrascendente, comedia satírica, apenas salvada por un guión de diálogos chispeantes y el oficio de su director.
Ente el cine y la literatura, todo a media máquina, Olivera se apoya en Borges y solo llega a la nada, al carecer de la esencia borgiana, aquella que permite la lectura entre líneas, y en el cine se consigue mediante escenas significativas y sugerentes por sí mismas. Narración demasiada chata, cae primero en el tedio y posteriormente en el desinterés, una obra que a priori, era esperada como una de las más importantes del año. Entre los desaciertos cae hasta Ariel Ramírez, con una música grandilocuente para una película que no lo es.
Su reposición demuestra: 1) El cambio de la moral a través
de los tiempos, con un tema que si bien no estremece como antes, hoy ya no
asombra por el lado del desprejuicio. 2) El buen cine perdura y será siempre
bueno. “Belle de Jour” sigue siendo una obra cinematográfica mayor.
4 de noviembre de 1975
LOCA EVASIÓN (THE SUGARLAND EXPRESS) de Steven Spielberg
A partir de un hecho real: el rescate de un niño por sus padres, y de una situación límite: la opción a elegir entre la calidez de los sentimientos y el respeto hacia la frialdad de la ley, Steven Spielberg logra un film apasionante, no solo por su tema, sino también por el excelente tratamiento fílmico que formalmente coloca a la película entre las mejores obras de su género vistas últimamente: “Bullit” y “Harry, El sucio”. Excelente la fotografía de Vimos Zsismonds.
INTERLUDIO DE AMOR (BREEZY) de Clint Eastwood
Superando su anterior película como director, Clint Eastwood logra un film tierno, con notable s apuntes psicológicos que describen y humanizan a sus personajes, alzándose sobre los prejuicios de las diferencias de edad con un mensaje de amor. Es adecuada la música de Michel Legrand y todo un acierto de Lay Lenz
19 de Enero de 1976
PANORAMA CINEMATOGRÁFICO 1975
CARACTERISTICAS
Tres hechos
sobresalen caracterizando la temporada cinematográfica 1975. La rígida censura impuesta por el
gobierno a través de la gestión de Néstor P. Tato, las expectativas que creo el
cine nacional después de los grandes éxitos del año anterior, y la
proliferación de sub-géneros como el cine-catástrofe o los falsos Trinity.
La primera
de ellas, impuesta con una coherencia y fuerza poco común, vedó de las
pantallas toda forma de cine político. El principal perjudicado fue el cine
italiano, donde alguno de sus directores más comprometidos desaparecieron de
las pantallas argentinas, al igual que otros no menos famosos a nivel
internacional. Así se privó de ver obras de Belocchio, Pasolini, Petri,
Bolognini, Costa Gavras y Kubrick. En otro nivel, se tendió al ahorro de
divisas prohibiendo toda expresión de cine pornográfico y una innumerable
cantidad de violentos files chinos.
La segunda
característica refiere al cine nacional. El año 1973 dio origen a un boom de
nuestro cine con el lanzamiento de dos películas de importancia internacional:
“Juan Moreira” de Leonardo Fabio y “Los Siete Locos” de Leopoldo Torre Nilson.
Este movimiento, apenas naciente, se afirmó en 1974 con el estreno de “La
Patagonia Rebelde” de Héctor Olivera, “Boquitas Pintadas” de Leopoldo Torre
Nilson y “La Tregua” de Sergio Renán. Interés temático, brillantez formal y
lucimiento estético parecían ser las banderas que sustentaron esta nueva oleada
encabezada por algunos nombres ya conocidos y otros que daban sus primeros
pasos. Entre estos últimos descolló Sergio Renán y La Tregua, al ser aplaudida
primero en el Festival de San Sebastián, España, y al ser nominada luego para
el Oscar a la Mejor Película Extranjera en Hollywood, hecho sin precedentes en
la historia de nuestra cinematografía. Pero estos no fueron los únicos
lauros que logró la película. También
fue la de segunda de mayor recaudación luego de “El Golpe” de George Roy Hill,
que se había alzado con el Oscar. Esto constituye un hecho sin precedentes en
la historia del cine nacional.
En 1975 las
expectativas se trasformaron en realidades que no conformaron el interés
despertado, a tal punto que se puede afirmar que el movimiento mencionado
fracasó engolosinado en el pantano de su propio éxito. En el balance final se
duplicó el número de películas que despertaron interés, pero no se duplicó el
número de películas en calidad. Por el contario, se redujo.
Dos
subgéneros invadieron los cines con enorme éxito de público. Entre el drama y
el suspenso, este año se agregaron a las películas catástrofe ya vistas:
“Aeropuerto 75”, “Terremoto”, “El Coloso en Llamas”, y “Juggernaut”,
sobresaliendo claramente esta última por ser un sobrio ejercicio de estilo del
inglés Richard Lester. Por otra parte, entre la comicidad pura y la acción imitando a los héroes de Trinity,
se sumaron una cantidad de personajes contrapuestos en películas tan olvidables
como: “Juntos son Dinamita”, “Joe y Dinamita”, y otros.
Características
tan dispares entre sí, permite sin embargo, establecer una tendencia. El gusto
del público se ha dirigido a las películas nacionales, sin distinción de
género, o a los filmes de puro entretenimiento. Eludir las películas que
presentan una problemática de mayor profundidad no parece ser un hecho
caprichoso. El público argentino soporta diariamente los problemas por los que
atraviesa el país. No es de extrañar que busque solo una diversión en el cine.
EL CINE
NACIONAL
Ya hemos
dicho que las expectativas despertadas por el cine nacional han sido una de las características del año
cinematográfico. Ellas se han visto reflejadas en la afluencia de público a las
alas donde se han exhibido los filmes locales.
Ello es muy
importante para nuestra industria fílmica que carece del apoyo necesario y debe
luchar contra los problemas que origina la falta de crédito hacia ese sector,
la rígida censura impuesta desde el nacimiento mismo de la obra, es decir, del
guión, la falta de incentivos a la exportación, y la creación de organismos
adecuados.
El film más
esperado, “Nazareno Cruz y el Lobo” de Leonardo Favio, resultó un film carente
de interés argumental e infantil en diversos aspectos. Solo resiste un
análisis desde el punto de vista formal. Favio no ahorró poesía ni creatividad,
demostrando estar dotado de un talento que no conoce fronteras, pero que es
traicionado por los excesos de una personalidad desmesurada.
El director
más regular de nuestro cine fue Leopoldo Torre Nilson. Se hizo presente con dos
obras: “El Pibe Cabeza” resultó una aceptable muestra de cine policial, y “La
Guerra del Cerdo” fue una frustrada adaptación literaria. En este mismo campo,
pero sin mejor fortuna, incursionó Héctor Olivera, quedándose solo en la piel
borgiana de “El Muerto”.
Fernando
Ciro logró excelentes resultados en la primera mitad de “Los Días Que Me
Diste”, una aproximación intimista al mundo de la mujer de clase obrera
argentina. Pero lamentablemente, la segunda parte del film no logra sostenerse
y en consecuencia, el resultado final si bien no decepciona tampoco convence.
Supersticiones
del interior correntino están presente en “La Hora de María y El Pájaro de
Oro”, que significó el retorno de Rodolfo Kuhn a la actividad cinematográfica,
en un film de grandes valores estéticos y formales, pero con marcados desniveles
en el ritmo narrativo.
Finalmente,
los dos filmes más importantes fueron: “La Raulito”, una obra cálida y
contundente que reflejó los tremendos problemas sociales que ocasiona la niñez
desamparada, con una actuación magistral y consagratoria de Marilina Ross, y
“Una Mujer”, un auspicioso debut en el largometraje de Juan José Stagnaro, un
director tan inteligente como sensible, que poniendo mucha atención en los
climas y los tiempos, narró estupendamente la readaptación de una mujer a su
medio después de dolorosos años de cárcel. El film es rico en aciertos, no solo
por su dirección sino también por el nivel de la actuación (Cipe Lincovsky,
Federico Luppi, Aldo Barbero, María Vaner), la música de Luis María Serra y la
excelentísima fotografía de Ricardo Younis.
Un año
termina, comienza otro. El cine continúa. Muchos problemas se han agudizado. La
espiral inflacionaria que soporta el país ha originado un crecimiento
desmesurado de los costos. La inversión es escasa y la industria sufre la
amenaza de la paralización.
El cine es
industria pero también es arte. Y un país no puede dejar de lado el arte porque
el mismo forma parte de su cultura. Un pueblo sin cultura carece de
tradiciones. En el momento que vivimos debemos afianzar nuestras tradiciones
para preservar la nacionalidad. Por eso, protejamos nuestro cine!
EL CINE
INTERNACIONAL
LA CONTINUA
VIGENCIA DEL CINE AMERICANO
Año tras año
la mayor cantidad de películas estrenadas en la Argentina son de origen
norteamericano. No es de extrañar, entonces, que sea dicha cinematografía la
que proporciona la mayor cantidad de buenas películas, más aun, cuando se posee
os medios técnicos y humanos adecuados, o el dinero para importarlos.
Quizás por
esto el cine americano está alejado del cine de autor. En efecto, pocas veces
se ve en los films americanos la autoría total de guión y dirección. La
consecuencia de ello es una cierta impersonalidad de sus películas como si
todas ellas respondieran a un modelo de fábrica.
No obstante,
los americanos son grandes artesanos y en compensación, dotan a sus films de una
objetividad que les permite criticarse a sí mismos, y sin abandonar el carácter
comercial de sus películas, consiguen hacer un cine serio e importante.
Bajo estas
premisas Mark Rydell logró su mejor película hasta el presente: “Permiso de
Amor Hasta Medianoche” es una tierna historia que le sirvió para describir la
soledad de dos personajes: un marinero moralista y una prostituta. Con los
excelentes trabajos actorales de James Caan y Marsha Mason, y la estupenda fotografía
de Vilmos Zsismonds, al igual que la música de John Williams.
El polaco
Román Polansky demostró lo buen director que es haciendo una película alejada
de su cine. “Barrio Chino” es un policial que explota la nostalgia viciada por
un final sensacionalista. El tema musical de Jerry Fielding es un punto alto de
la película. Otro, el detective protagonizado por Jack Nicholson.
“Locura en
el Oeste” fue un derroche de gracia, ingenio y humor absurdo e irreverente de
Mel Brooks, un director que se inscribe en un nuevo tipo de comicidad.
Del
excelente Robert Altman se vieron dos obras que le sirvieron para describir dos
mundos distintos: 1) La depresión de los años ´30 en “Los Delincuentes”, donde
narra la historia de tres asaltantes que se escapan de una cárcel para morir
violentamente en manos de la policía. 2) El juego en sus diferentes formas, en un film insólito y original:
“Racha de Suerte”.
“La
Conversación” es una película aterradora sobre la falta de intimidad en las
sociedades modernas. Un trabajo riguroso, sin concesiones, de Francis Ford
Coppola, un cineasta consustanciado con la actualidad, cuya obra en conjunto
(es guionista, productor y director), lo coloca a la cabeza del movimiento
independiente del cine americano. A los valores de la película hay que
agregarle la extraordinaria actuación de Gene Hackman.
“Entre Dos
Destinos” es la aventura de un joven que intenta dar la vuelta al mundo solo en
su balandra. Charles Jarrot construyó un hermoso film sobre el aprendizaje de
la vida y el encuentro del amor.
“La
Ejecución”, de Lamont Johnson, constituye
un gran alegato contra la pena de muerte, y Alan Pakula, un virtuoso de
la formalidad, cayó en la superficialidad de un tema de importantes
connotaciones políticas en “Asesinos SA”.
Por último,
“El Prisionero de la Segunda Avenida”, de Melvin Frank, es una excelente
tragicomedia de la cual se desprende una dura crítica a la sociedad de consumo
y sus consecuencias en la vida privada. Sobresalen las actuaciones de Jack
Lemmon y Anne Bancroft.
La mayoría
de estas realizaciones (pertenecientes al cine independiente) centran su
interés en los temas de contenido social. Desde diferentes ópticas se tiende al
alegato, a la descripción, o a la narración de historias donde el medio social
es descripto como un condicionante en el cual se mueven los personajes.
Hollywood no
ha muerto, simplemente está cambiando. La escuela de Nueva York le ha inyectado
un nuevo brío. Resultado de ello es lo anteriormente comentado. El cine
americano sigue vigente.
LOS
DESNIVELES DEL CINE EUROPEO
El cine
europeo se identifica con el cine inglés, el francés, y el italiano. Los tres
conforman una unidad estilística en cuanto se trata de un cine independiente, un
cine más de autor pero desde el punto de vista de la producción, se manejan uno
independiente del otro, respetándose sus propias características. No obstante,
cada vez hay más colaboración y la velada intención de un mercado en común
entre el francés y el italiano.
Ambos cines
se encuentran en los polos. El primero abarcando dramas intimistas e
individuales. El segundo es extrovertido, de fuerte contenido político y
social. Entre ambos se encuentra el inglés, asumiendo problemáticas individuales
pero insertas en un medio gobernado por las tradiciones.
1975 fue el
año del cine francés. Hacía comienzos del año se vio “Dos Contra la Ciudad”,
donde José Giovanni continuó su discurso sobre el mundo del delito, la ley y
sus fronteras, e un film de gran efecto emocional, frustrado en parte por un
final poco acorde con el tono dramático impuesto al resto del relato.
En un año en
el que sobresalió la comedia, Claude Pinoteau, planteó el choque generacional a
través de un duelo padre -hija verdaderamente antológico en “La Bofetada”.
Además, lucieron las actuaciones de Lino Ventura y Annie Girardot, y se
descubrió el talento de Isabel Adjani.
Claude Lelouch
y su filosofía de café estuvo presente en “Toda Una Vida”, un fil que cansa por
su excesiva duración.
Pierre
Granier-Deferre es el autor de “El Último Tren”, una conmovedora historia de
amor que transcurre durante la ocupación de Francia por Alemana en la Segunda
Guerra Mundial, donde su trasfondo es la miseria y la corrupción que siembre la
guerra.
“De la
Primavera al Verano” es la obra de un joven director interesado en mostrar la
vida. El film de Pascal Thomas derrocha verosimilitud pero a costa de
morosidad.
Los
mecanismos de seguridad del Estado y la libertad individual de los hombres es
puesta en tela de juicio por “El Secreto”, un estupendo film de Robert Enrico
que también brilla por la exacta descripción psicológica de los personajes.
Extraño y desconcertado deambula entre el
bien y el mal, guiado por la irresponsabilidad, siguiendo un destino trágico. “Lacombe
Lucien” es el desolador film de Luis Mallé presentado este año. Cruel parábola
sobre la amoralidad, con escenas de una belleza absoluta cuenta con una gran fotografía de Tonino Delli Colli, y
una muy acertada elección de Pierre Blaise como intérprete del film. Este film de Mallé puede apasionar tanto como provocar un absoluto rechazo.
Finalmente,
el español Luis Buñuel rodó nuevamente en Francia una comedia absurda e irónica
desde la cual se burló de las
costumbres, tradiciones e instituciones de su sociedad. “El Fantasma de la Libertad”
es cine con mayúsculas.
De
Inglaterra se vieron películas de escasa importancia. “El Archivo de Odessa”, “El
Hombre del Revolver de Oro” y “Crimen en el Expreso de Oriente” solo tienen
valor como entretenimiento. “El Mesías Salvaje” de Ken Russel, es en cambio,
una inspirada muestra del talento de su director y una nueva meditación suya
sobre el proceso de la creación artística.
La
producción italiana sigue adelante y con ella su calidad. Federico Fellini
volvió a maravillar con una especie de autobiografía. “Amarcord” puede gustar o
no. Pero nadie puede quitarle los méritos cinematográficos que el film tiene. El
mundo de su infancia y comienzo de adolescencia desfila ante nosotros como una
evocación desordenada y hasta caótica como la vida misma. No quedan dudas que
se trata de su film más íntimo y personal.
“Su Nombre
Hacia Temblar” es un sólido pasatiempo de Michele Luppo. Por el contrario,
defraudaron pese a la capacidad de sus directores, “Bisturí – La Mafia Blanca”
de Lugi Zampa; y “Luciano, Rey de los Padrinos” de Francesco Rossi.
A través de
lo comentado queda en evidencia el desnivel de la producción europea. No hay
duda del talento. No obstante, quedan grandes interrogantes sobre el futuro.
Habrá que esperar nuevos resultados.
AISLADAS
EXPRESIONES DE BUEN CINE
Un reducido
grupo de distribuidoras locales se ha dedicado a la presentación de obras que
se han destacado internacionalmente, ya sea en festivales o muestras, aunque
pertenecen a cinematografías poco difundidas, ya sea porque carecen de una capacidad
industrial sólida que las respalde o porque no existen circuitos comerciales
capaces de exhibirlas, o porque pertenecen al área de los países comunistas del
Este Europeo y son susceptibles de algún tipo de censura.
“Cuerno de
Cabra”, sobresaliente trabajo del búlgaro Metodi Andonov, asombró por su cuidada concepción estética y formal. Pocas veces
el cine consigue ser tan cine como en este caso. La imagen como expresión total para realizar un análisis de la violencia como forma natural de expresión del ser humano ante la injusticia. Andonov enhebró con paciencia y creatividad una historia de
venganzas, acabando en una dolorosa reflexión sobre la naturaleza violenta del
hombre. Film memorable por la descripción psicológica, por la forma en que
inserta a los personajes en un medio inhóspito y la reconstrucción de época que
realiza.
El
checoslovaco Karel Kachina se ocupó del mundo de la niñez en dos películas importantes.
En “Saltando los Charcos”, un niño recuperándose de una poliomielitis, le
brindó la posibilidad de enviar un mensaje de fe en el ser humano. El film se
impuso por su pureza y realismo. Por otro lado, en “Tren Estación Cielo”
describió el mundo de las fantasías infantiles. Pero eso fue solo una excusa.
En realdad, lo que más importa en su obra es hacer notar el fantasma de la
guerra que se acerca lenta pero inexorablemente a un pueblito de montaña, donde
comienza despertarse un sentimiento patriótico que conduce a algunas acciones patrióticas.
Toda la película es de una calidad plástica apabullante con un trabajo
fotográfico excepcional de Joseph Illik.
“Vida
Familiar” de Krzistof Zannusi muestra la vida de un joven polaco interesado en
los contrapuntos. Con un admirable equilibrio de formas y contenidos, narró el
retorno de un hombre a su hogar y los choques que se experimentan ante su
llegada. Dos modos de vida diferentes representan los cambios políticos de la
reciente historia polaca. La tradición como una herencia irrenunciable y la responsabilidad
del hombre para con la sociedad en que vive. Un film impecable.
El español
Carlos Aura es el autor de “Peppermint Frappé”, una película sádica que golpea al espectador sin piedad. El infierno de las almas en un diabólico juego de seducción, impotencia, y muerte, con una carga especial de fetichismo. El trauma de un médico que busca reemplazar
la personalidad de una mujer, en la personalidad de su enfermera que se presta dócilmente
a ello, es contada por Saura con un perfecto manejo de los climas, con un
crescendo que nace inocentemente y provoca un estallido con ferocidad alienante.
Por último,
de Ingmar Bergman se vió “Escenas de la Vida Conyugal”, un film concebido para
la televisión que brilló con luz propia en el firmamento cinematográfico. El título,
por sí mismo, explica al film. Verlo es apreciar la radiografía pesimista que Bergman hace de la pareja con un carácter
analítico, casi documentalista, apoyado en la excelente fotografía de Sven
Nykvist. La película es el largo dialogo de un matrimonio sostenido por 10 años
de encuentros y desencuentros en sus respectivas vidas.
La temporada
recién concluida no contó con obras de real jerarquía. La mayoría de los
títulos comentados no son más que intentos, honestos, válidos, pero que no llegan
a conformar en la medida deseada. De la producción americana se rescatan: “El
Prisionero de la Segunda Avenida”, “Los Delincuentes” y especialmente, “La
Conversación”. El panorama inglés es desolador. El italiano no mejora la
situación comentada, aunque hay que reconocer que “Amarcord” es una isla en
medio de un océano. Afortunadamente, la producción francesa tuvo un muy buen
nivel de dignidad. “El Fantasma de la Libertad”, “El Secreto” y “Lacombe Lucien”
son obras perdurables.
De las otras
fimografias menos conocidas y difundidas queda los más positivo. Con el tiempo,
“Cuerno de Cabra” se transformará en un clásico. “Tren, Estación Cielo” es
representativa de un sentido estético que destaca al cine de detrás de la
Cortina de Hierro. “Vida Familiar” afianza el prestigio de su joven realizador.
”Peppermint Frappe”es un eslabón brillante en la totalidad de una obra brillante. Y “Escenas de la Vida Conyugal”,
como todo film de Bergman, es prácticamente indiscutible.
Argentina no
desentonó de la pobreza del nivel general, y sobre todo, “Una Mujer” tiene fuerza y luz propia
para ocupar un lugar destacado.
El pasado
fue un año duro: crisis económica, inestabilidad política, violencia. Todo el
mundo fue sacudido por acontecimientos similares. El mundo del cine no fue
ajeno a ello soportando problemas de producción y censura. Deseamos una pronto
solución a estos problemas.
COMO PLAGA DE LANGOSTA de John Schlesinger
Basándose en la novela “El Día de la
Langosta” y con la colaboración del guionista Waldo Salt, Schlesinger realizó
esta estupenda película que transcurre en el época de oro del cine mudo de Hollywood.
La descripción de esta época está
realizada en forma minuciosa, no ahorra detalles y enmarcan la obra en un tiempo preciso.
Alude a hechos reales vividos en aquella
época que conmovieron el ambiente
cinematográfico. Ambos elementos, calidad en la reconstrucción de la época y
sustento argumental en hechos reales, hacen al film realista y creíble.
En ese ambiente se mueven personajes
maravillosamente descritos, en los cuales sus psicologías responden a toda una
constante en el director inglés: la amoralidad y la miseria como signos sobresalientes
de una sociedad corrupta.
No obstante este esfuerzo
importante de reconstrucción de época, Schlesinger cerrará surrealistamente el
film. Con un montaje en velocidad de dibujos y una utilización del sonido que crea
una atmosfera fantasmal, creará todo un ambiente de caos y destrucción
Pero adjudicar todos los elogios a un
director que sin lugar a dudas a realizado un trabajo de reconstrucción y
narración excelentes, sería olvidar a un grupo de actores que han compuesto
magistralmente a sus personajes. Un Donald Sutherland en el mejor trabajo dramático
de su carrera, en el papel de un hombre introvertido y tímido, capaz de no
hacer nada por si mimos, impotente por naturaleza, cuya única felicidad es
comprar la compañía de una mujer (una exacta Karen Black), que solo desea
triunfar en el cine a costa de cualquier precio y sacrificio de sentimientos. En
esa trampa cae el personaje de Wiiliam Atherton, un joven dibujante de Hollywood que la ama
pero no la puede retener porque no tiene nada para darle. También forma parte
del elenco Burgues Meredith, haciendo
del padre de la aspirante a actriz.
La fotografía que realizó el gran
Conrad Hall para esta película es extraordinaria en sus matices esfumados, en
la preminencia de tonos dorados y amarillos, como reafirmando que estamos ante
el retrato de una época dorada para Hollywood. También sobresale la labor de
encuadre, y en especial, los desplazamientos de la cámara, por ejemplo: el
travelling de la secuencia inicial.
La música de John Barry subraya y
remarca las escenas siendo absolutamente funcional a las demandas de su
director. En síntesis, otro gran película del director de “Perdidos en la Noche”.
EL JOVEN FRANKENSTEIN de Mel Brooks
A fines del año anterior afirmé que
Mel Brooks era un director para tener muy en cuenta. Las expectativas creadas
no defraudan. Encarado hacia la comedia satírica nostálgica, este Frankenstein
de Brooks apuesta al humor y se convierte en una auténtica joya del cine cómico
moderno. Los valores del film son grandes y variados. Desde la actuación, con
acentuados rasgos grandilocuentes (como la escena de la despedida en la
Estación) a la fotografía en un blanco y negro añejado, hay toda una gama de
matices que hacen acordar a las viejas películas de horror de Hollywood, con
las cuales Brooks satiriza toda la época de regreso a la nostalgia que estamos
actualmente viviendo.
Pero los hallazgos continúan. En el
plano surrealista, hacia el cual el director parece encaminarse firmemente,
están las escenas de la presentación en público del monstruo, lo cual hace en
forma de comedia musical, al igual que su asimilación social durante la noche
de bodas. Ambas, verdaderamente antológicas. Y por supuesto, abundan los gags
visuales y orales.
En la actuación de Gene Wilder (también
coguionista), de Robert Boyle, Cloris Leachman, la extraordinaria Madeleine Kahn,
y la revelación del excepcional Marty Feldman están otras de las virtudes de
esta película que ubica definitivamente a Brooks (Los Productores, 1967;
Locuras en el Oeste, 1974) entre los nuevos grandes capo cómicos del cine
americano actual.
ALICIA YA NO VIVE AQUÍ de Martín
Scorsese
Si una mujer queda viuda a los 40 años
se encuentra ante una serie de problemas. Pero además, si esa mujer tiene un
hijo pequeño, está frente a un drama.
A partir de esta idea, Martín Scorsese
elaboró una lúcida radiografía de la marginación a que es sometida la mujer
cuando pasa por la situación comentada, sobre todo cuando existen barreras culturales
y educacionales que conspiran contra la
asimilación social y la superación del problema.
Víctima de su propia ignorancia,
criada en un medio rural, Alicia ha pasado su niñez emulando a las grandes
divas de Hollywood. Ya adulta querrá ser una cantante, pero un marido absorbente
y dominante tronchará sus ilusiones. Alicia no es feliz, y sin embargo aguanta y no
es capaz de rebelarse.
La muerte de su marido la reintegrará
de golpe a la vida mostrándole sus limitaciones. Volverá a probar suerte como
cantante, conocerá hombres y egoísmos, y encontrará mucha soledad. Finalmente
se abrirá una puerta de luz.
La película respira un aire
tragicómico que tal vez sea el más adecuado de acuerdo a lo que nosotros
estamos acostumbrados a ver en el cine americano. Sin embargo, hay una
creciente dramaticidad que se va apoderando del relato. Scorsese tiene sentido
del ritmo cinematográfico su obra tiene no pocos hallazgos formales. Narra en
velocidad con una cámara siempre inquieta.
La labor de Ellen Burstein es tan agotadora
como meritoria, a pesar que en ciertos pasajes tiende a la grandilocuencia.
Hacía mucho tiempo que no se veía un trabajo tan completo de una actriz.
Entre otros aspectos, brilla la fotografía
de Kent L. Wakeford.
CINCO CRITICAS CORTAS – MAYO DE 1976
Verdadero ejercicio de estilo, la película es ante todo, un
film de misterio. Pero también sirve como descripción de una zona del mundo del
delito formada por hampones menores y generalmente perdedores de la cual se
desprende una cierta critica de esa cabalgata hacia el éxito y el dinero que
define de alguna manera al modo de vida americano.
Zieff narra con soltura y sentido del ritmo. Hace hincapié
en los detalles y detiene su cámara en los personajes estudiando sus movimientos y reacciones hasta en sus más
mínimos gestos. Para ello se apoya en importantes intérpretes: Caan, Boyle,
Kellerman, y Lasser, y en la fotografía de Laszlo Kovacs, un prodigio de
encuadres y color. 6/05/76
EL PASAJERO de Michelángelo Antonioni
Es una visión pesimista y desoladora de la vida moderna, en
la cual prevalecerían, como únicos desvalores la incomunicación y la violencia.
En otros plano, también es una reflexión sobre el destino dl hombre, fatal e
inexorable, que se cumpliría a costa de cualquier identidad que pudiera asumir
la persona humana.
Incursionando en una línea narrativa muy objetiva respecto a
la historia que cuenta, el film apela constantemente a la inteligencia del
espectador.
Antonioni expone los hechos y da por supuestas las causas
que los originan. De esta manera, la película aparece como una obra
cinematográfica muy expresiva y lograda. La imagen, en el más puro estilo del
cine, es la que habla por sí misma. Pero tanta perfección deja una sensación
fría, distante, como si los personajes fueran solo instrumentos para demostrar
una tesis, carentes completamente de calor humano tal como la frialdad de la actuación
de Jack Nicholson quiere expresar.
Por otra parte, es magnífica la fotografía de Luciano Tovoli,
donde la uniformidad del color demuestra que las cosas son todas iguales y
dependen de los ojos con que se ven. 8/05/76
Sin la lucidez creador de “Sacco Y Vanzetti”, pero con el
mismo rigor y claridad conceptual y de objetivos, Montaldo realizó una nueva
denuncia contra la estupidez humana. Con algunos titubeos en la descripción psicológica,
excelente en la ambientación y en el color de la fotografía, el film se alza no
como una obra contundente, sino como una reflexión amarga. Otros méritos son el
ritmo que nunca decae y la actuación de Richard Johnson. 9/05/76
Si esta película tiene una virtud es su sinceridad. En base
a ello, el artesano Joseph Sargent realizó el mejor policial de su filmografía.
Aquí no hay desarrollo de psicologías, ni observaciones agudas, ni una pintura
realista, ni siquiera el desarrollo temático de una situación límite (que la
hay). Pero si existe un film de suspenso hábil y admirablemente construido, al
que prácticamente deja de lado, incluso, tres grandes actores para apoyar
magistralmente a los medios técnicos: una fotografía excepcional de Owen
Roisman, una banda de sonido impecable y una música incidental de David Shire.
9/05/76
SHAMPOO de Hal Ashby
Sátira con cara de comedia, esconde detrás de las aventuras erótico
sentimental de un peluquero de Beberly Hills (Warren Beaty) una mirada al mundo
de las finanzas y de la política, que sin llegar a ser profunda, es lo suficientemente
ácida como para suplir la falta de situaciones cambiantes (la trama gira sobre
personajes y lugares repetitivamente). El estupendo nivel de actuación es una
de sus virtudes. 11/05/76
EL JUGADOR (THE GAMBLER) de Karel Reisz
A pesar que el tema tiene validez
universal y que el personaje y el medio que describe este film son típicamente americanos,
cinematográfica y estilísticamente el film responde a aquel movimiento de la
década del 60 que se dio en llamar “Free Cinema Inglés”, y del cual, Karel Reisz,
un director de cine nacido en Checoslovaquia, formó parte muy importante con films tales
como “Todo Comienza un Sábado,1960 ”, “Al caer la Noche, 1964”, y “Morgan, Un
Caso Clinico, 1966”.
En esta oportunidad, Reisz se mueve en
tres niveles: Un primer nivel, el más importante, donde plantea toda una
cuestión filosófica: la apuesta como forma continua de vida, y el riesgo como
la esencia misma de esa vida. De ello, se desprende una reflexión sobre el
destino y la posibilidad de anticiparse a través del conocimiento lo cual genera
certidumbre sobre lo futuro.
Los otros dos niveles están interrelacionados
y al servicio del primero. Ellos son la psicología del personaje (en el cual
juega un papel importante la buena interpretación de James Caan) y el ambiente
al que ese personaje pertenece.
Con una gran austeridad de medios, con
una ejemplar síntesis narrativa, Reisz nos introduce minuciosamente en el mundo de ese jugador,
profesor de literatura en Harvard, perteneciente a una familia judía de clase
media acomodada, con la cual Abuelo, Madre, Novia) mantiene relaciones familiares
aparentemente normales aunque su “yo interior” viva desasociado con su ambigua vida interior, expresada
alternativamente por momentos de euforia o angustias ante la cambiantes circunstancias
del azar y su introvertido andar de profesor de literatura.
La banda sonora, estupendamente
utilizada por el director, crea en gran medida, toda esa palpitante vida interior
del personaje. La utilización de flashbacks conduce invariablemente a los
recuerdos y a la consciencia del personaje. La fotografía de Victor Kemper se
llena de filtros verdosos para darle color al juego y que resalta con reflejos
dorados los momentos del éxito. También se nota un criterioso uso de los
encuadres que hacen que las imágenes sean muy expresivas de ese mundo interior del
personaje que trata de sacar a la luz este estupendo trabajo de James Caan bajo
la mano maestrea de ese gran director que es Karel Reisz.
Al excelente trabajo de James Caan
como el jugador Axel Freed, debe agregarse la sobria actuación de Paul Sorvino,
un actor que se supera película a película. También es extraordinario el papel
de Jacqueline Brooks como Naomi Freed, la madre del protagonista.
Película seca, cortante, contundente,
invita a la reflexión y a la polémica.
DAISY MILLER de Peter Bogdanovich
La adaptación cinematográfica de
grandes novelas o de importantes escritores de la literatura universal ha tropezado,
generalmente, con la barrera que impone el lenguaje.
Cine y literatura tienen técnicas de
lenguaje diferentes. Mientras en la literatura prevalece la palabra escrita, en
el cine es el imperio de la imagen y el sonido.
Por eso, cuando se traslada una obra
literaria al cine no sólo debe ser fiel a un argumento sino también,
fundamentalmente, a las técnica de nuevo medio de expresión que se utiliza. Es
decir, no se trata de hacer literatura en el cine, sino hacer cine de la
literatura. De lo contrario, se corre el peligro de caer en la superficialidad
de una anécdota, descuidando la esencia de lo que se quiere contar y sobretodo
de lo que se quiere decir. En pocas palabras, por un lado, no se debe perder el
alma del relato, y por otro, debe mantenerse una íntima relación ente las
formas y los contenidos, entre lo que se quiere decir y el cómo se dice.
Los problemas apuntados nos son ajenos
a Daysi Miller, la última película de Peter Bogdanovich basada en la novela de
Henry James del mismo nombre.
El director americano tomas de James el
argumento y lo narra linealmente a través de una serie de imágenes que se encuentran al servicio de un dialogo
fatigoso e intrascendente que desvía la atención del espectador de la verdadera
esencia de la trama. Cabe aclarar es que el guión cinematográfico es obra de Frederick
Raphael, el guionista de Darling (John Schlesinger, 1967) y Una Camino para dos
(Stanley Donen, 1967).
Así, DaIsy Miller parece como una muchacha
americana muy conversadora, desprejuiciada y superficial, que pasea por Europa
junto a su madre y hermano, codeándose con la alta sociedad europea.
Pero lo esencial, esa reflexión sobre
el desarraigamiento (que derivará en incomprensión) y el choque entre la aristócrata
y reaccionaria sociedad europea frente a la arribista y renovadora sociedad
americana, solo de comprenderá al final del film cuando una voz en off explica
y aclara todo lo que se ha visto.
Es lamentable este traspié en la
filmografía de un director de los antecedentes de Bogdanovich, un joven
excelente director que había logrado
algunos films notable dentro del tradicional estilo del cine americano, y
sobretodo, con un material como este, una de las novelas más emblemáticas de su
época.
19 de Junio de 1976
ACERCA DE SIDNEY POLLACK Y LOS TRES DÍAS DEL CÓNDOR
Hace cinco años el público conocía una película que sería determinante en la filmografía de Sidney Pollack. Se trataba de “Baile de Ilusiones”, (They Shoot Horses, Don´t They?, 1969), con Jane Fonda, Michael Sarrazin, Susannah York, Gig Young y Bonnnie Bedelia.
En el estilo del thriller se sitúa “Tres Días del Cóndor”, su último film, del cual “Yacuzza” pudo haber sido un antecedente. Pero en lo que en ésta había de experimental, en “Tres Días…” es excelencia formal al servicio de un auténtico drama de nuestra época: la perdida de la libertad individual.
RESEÑAS CORTAS ABRIL / MAYO DE 1976
NADA de Claude Chabrol
Este director francés se ha distinguido por la excelente
descripción psicológica de sus personajes en un clima de sostenido suspenso, en
donde la acción interior del film se desarrolla golpes de intuición,
incertidumbre, duda y sospecha.
En “Nada”, las metas del realizador son otras. Alejado de la
acción psicológica y conmovido por la violencia cotidiana de carácter urbano
que se ha desatado por el accionar de bandas terroristas de izquierda en Europa,
sobre todo en Italia y en Alemania, Chabrol realiza una película esencialmente
violenta donde la violencia nos e encuentra totalmente justificada. No hace hincapié
en las causas sino en los efectos. El producto final s algo intranscendente que
solo llega a interesar en los momentos finales jugados en el más puro estilo
del policial.
CAUTIVA DE UN AMOR de Sídney Furie
El tema de la búsqueda del éxito en la gran ciudad y el
encuentro de tan solo la soledad ha sido tratado por otras películas. Sídney
Furie encara nuevamente el tema pero logrando resultados parcialmente
favorables. El relato, de connotaciones tragicómicas, se ve aquí traicionado
por los desniveles del ritmo narrativo que tornan a la película por momentos
excesivamente dialogada, y por otros, la sumerge en un mar de silencios que la
conducen irremediablemente al tedio.
El joven cine español sigue dando que hablar. A través del
camino abierto hace ya 10 años por Carlos Saura, han comenzado a transitar
nuevos realizadores cuyas obras una tras otra contribuyen a crear una minuciosa
pintura de ambientes, de causas y efectos que reflejan el cambio que se está
produciendo entre quienes forman parte de una generación perdida o marcada por
la guerra civil y otra nueva que quiere liberalizar los fantasmas del pasado.
Jaime de Armiñan, enganchado en esta corriente, marca en su
film estos cambios. La historia que cuenta es simple: Maestra que vive en
Madrid va a un pueblito de Segovia y revoluciona la comarca al introducir la
educación sexual en sus clases. El pueblo todo representa la España estancada
en el pasado. Un segundo personaje, Fernando, del cual se enamora la maestra, forma
parte de la generación marcada.
En el film sobrevuela el amor, existe calor humano e
infinita poesía. Las fantasías de Luis acerca del Capitán Brando están
desarrolladas en un marco donde priva la nostalgia. Sin embargo, ciertas situaciones
convencionales, demagógicas y poco convincentes, atentan contra el tono
intimista que Armiñan supo construir para armar su relato.
Excelente la fotografía de Luis Cuadrado, ya característica
en sus tonos abarrocados, en sus grises casi blancos de cielos y serranías.
El esplendor visual de Ken Russell está también presente en
esta película, ópera rock de The Who, en la cual sus mayores virtudes son, al
mismo tiempo, sus mayores defectos. Totalmente cantada, careciendo de dialogo
alguno, el film se torna plomizo. Sin embargo, no hay que dejar de admirar la valentía
de Russell al asumir este desafío, desarrollarlo sin concesiones, elaborando
otro eslabón nuevo en su carrera que enriquece su filmografía. Temáticamente
hay alusiones a la fabricación de falsos ídolos a causa de la falta de
religiosidad en una sociedad industrial decadente.
Después de haber visto “Vida Familiar” y leído algunas
declaraciones de Zanussi a periodistas chilenos, no me quedan dudas acerca de
que Maja Komorowska es una actriz excepcional y que el joven director polaco
confía plenamente en ella y en sus capacidades. Es más, pienso que han llegado
a un punto tal de coordinación en la puesta en escena que esta película da la
impresión que el realizador la hubiera rodado fundamentalmente para el
lucimiento de la actriz.
Zanussi asume la crisis matrimonial y la plantea desde el
punto de vista de la mujer. La Komorowska interpreta a esta esposa y pone a
disposición del personaje toda una gama de recursos y matices actorales de
manera que, no solo queda perfectamente descripto, tanto en lo psíquico como en
su reacciones más espontáneas y humanas.
Por supuesto Zanussi no es ajeno a los méritos del film. Escribió
un guión ejemplar en el cual, de manera rápida y sintética, a modo de
pantallazos, ubicó la crisis de esta mujer en su relación con los demás
(trabajo, amigos, amante) y con su propia vida hogareña (marido, hijo) y con un
desarrollo de tipo intimista, clásico de su filmografía, como así también de
toda la escena polaca, hizo hincapié en los detalles, en las atmosferas, sin
descuidar el ritmo narrativo.
El film aparece así con una gran ritmo narrativo y estéticamente muy bello. A
ello contribuyen las excelentes imágenes, con tomas plenas de continuos
contraclaros y tonos exteriores brumosos y esfumados. También es excelente,
como siempre en el director, el acompañamiento musical de Wojcek Kilar, sobre
todo en los solos de piano.
Aquelarre temático y estilístico en una obra de insólitos
valores. El joven Brian De Palma hace gala de dominio de innumerables recursos
cinematográficos en una obra, a veces despareja, pero siempre vanguardista.
Farsa alocada, clava sus dardos sobre el mundo de la
industria discográfica, denunciando sin piedad a sus magnates y modos
operativos.
Fausto y El Fantasma de la Ópera se cruzan y se entremezclan
con ciertas alusiones a Frankenstein y algún detalle vampírico.
Horror y música encuentran sus mayores méritos en la composición
de la imagen, y sus peores defectos en las caídas del ritmo narrativo.
Brian de Palma aparece en el mundo del cine con
reminiscencias de Ken Russell, pero con auténtico brío renovador.
Popeye Doyle llega a Marsella y se encontrará con un país
distinto, una lengua distinta y unos métodos policiales distintos. La comedia
policial se impone. Doyle será atrapado por el Francés y será inducido al mundo
de la droga. El drama y la alucinación darán lugar a los mejores momentos
interpretativos que Hackman. Después vendrá la acción por la venganza y la
cacería final. Frankenheimer tiene en sus manos un material variado y lo baraja
con la pericia artesana que lo caracteriza. Todo el film tiene un nivel parejo
de calidad, y aunque a veces pierda continuidad por la diversidad temática que
plantea, finalmente saldrá favorecido con el acertado ritmo que el director le
impone a las acciones. Montaje en velocidad, sonido y música serán as
componentes de un film “policial” que se encuentra entre los mejores del
género.

ACERCA DE SIDNEY POLLACK Y LOS TRES DÍAS DEL CÓNDOR
Hace cinco años el público conocía una película que sería determinante en la filmografía de Sidney Pollack. Se trataba de “Baile de Ilusiones”, (They Shoot Horses, Don´t They?, 1969), con Jane Fonda, Michael Sarrazin, Susannah York, Gig Young y Bonnnie Bedelia.
Ese film marca un antes y un después en la carrera de Pollack. Después de ese film todo sería diferente. El director y productor pasaría a ocupar un lugar destacado en el panorama de realizadores americanos y su obra comenzaría a ser el reflejo de un hombre preocupado por los cambios históricos de su sociedad.
“Baile de Ilusiones es una amarga reflexión sobre la existencia humana. Retrataba a un grupo de amigos devorados las necesidades económicas que generaba la Gran Depresión de los años 30. La demencial cabalgata danzante a la que se exponían los personajes no era más que el fiel reflejo de una sociedad en crisis, no solo económica sino también moral.
Más tarde realizó “La Ley del Talión” (Jeremiah Johnson, 1972), un western que encaraba el problema de la identidad. Un montañés que deseaba vivir como un ermitaño pero no lo conseguía por el continuo acoso de los indios del lugar. Contaba, además, con la buena actuación de Robert Redford.
En 1974 filma “Nuestros Años Felices” (The Way We Were), donde vuelve a la problemática social como fondo de un drama romántico, contando la historia de amor entre un escritor de Hollywood (Rober Redford) y su esposa militante comunista (Barbra Streinsand). El film abarca diez años de la vida americana, mostrando en un principio la repercusión que tuvo la Guerra Civil Española en la juventud de aquella época y posteriormente, la persecución ideológica de la que fueron víctimas escritores y cineastas durante la época del Macarthismo.
A esta altura de su carrera cinematográfica, Pollack ya no solo se insinuaba sino se consolidaba como uno de los más inteligentes directores de su generación. Al interés temático apuntado, a sus films había que ponderarles una excelente factura artística, lo que lo colocaba entre uno de los pocos realizadores capaces de reunir calidad formal con éxito de público.
En “Yacuzza, 1974”, encara el thriller como un ejercicio de estilo, con algunas ingenuidades folclóricas sobre la mafia japonesa, que no invalidan a la película como un buen entretenimiento.
Capaz de encarar los temas más variados, pasar del drama al western, del film romántico al policial, Pollack es un director de gran versatilidad que no descuida los detalles de fondo dotando a sus películas de adecuadas atmosferas intimistas que enriquecen a sus personajes humanizándolos cualquiera sea la historia narrada.

Indudablemente, el tema no es nuevo. De alguna manera está emparentado con una corriente que inauguraron “La Conversación” de Francis Ford Coppola y “El Secreto” de Robert Enrico.
Sin embargo, la óptica es diferente. Pollack toma de la realidad americana un problema candente: las maquinaciones de la CIA. En consecuencia, su película se alza sobre el problema de la libertad individual para reflexionar, también, sobre el exceso de poder de un organismo del Estado, su organización interna, y sobre todo, al elemento humano utilizado al punto extremo de considerarlo un engranaje descartable y perfectamente reemplazable en caso que su performance o falibilidad alteren la seguridad del organismo, ya ni siquiera la del propio Estado.
El final abierto con la cámara detenida en la desesperada cara de Redford no hace más que entregar al espectador las conclusiones del caso, conclusiones que inevitablemente derivarán de las pesimistas palabras del jefe de Cóndor que aluden a la inexorable soledad que condena al protagonista a un estado de fuga permanente.
Con este film Pollack cierra una trilogía que comienza con “Baile de Ilusiones” y continúa con “Nuestros Años Felices”, que abarca 40 años de historia americana donde analiza el derrotero y las miserias sufridas en los años duros de la gran depresión, continua con los años amargos de la guerra y la psicosis desatada en la pos guerra, para terminar en la dura actualidad de la Guerra Fría y el fracaso de Vietnam.
PASCUALINO, SIETE BELLEZAS de Lina Wertmuller
Posiblemente, más que siete bellezas el film debió llamarse
Siete Horrores, y no creo equivocarme si ello responde a una deliberada intención
satírica de su realizadora. Porque lo que Lina Wertmuller se propone aquí es
una amarga visión de todas las lacras (miseria, guerra, prostitución, crimen,
genocidio, traición) que afectan a la humanidad, sin entrar en profundos análisis
de causas, sino más bien denunciando un solo causante: La propia debilidad y
estupidez humana.
El enfoque es simple: un personaje y sus circunstancias,
presentando la metamorfosis de un hombre golpeado por la humillación y la
miseria, pero también la representación de un ansia de vida que se impone sobre
toda desgracia.
Todo el film con su carga de pesada tristeza, en su cerrado
pesimismo, está alumbrado por esa tenue luz de la ilusión, por ese canto
optimista que es el amor por la vida, aún en su desencantado final.
Y en la delineación de ese personaje es donde estos
conceptos adquieren su máxima fuerza. La habilidad de la Wertmuller radica en
su exacta descripción de Pascualino, y en su perfecta inserción en el tiempo y
el espacio. El personaje adquiere veracidad, calor humano, fuerza dramática. La
época se transforma en el campo propicio para la crítica histórica.
Los logros de la directora italiana no terminan allí.
Dejando de lado “Mimí Metalúrgico” que respiraba este mismo desencanto pero sin
la misma profundidad conceptual, es en “Amor y Anarquía” donde se puede
encontrar las puntas del ovillo para apreciar la evolución de un estilo que en
ésta última obra, prácticamente, llega a su punto culminante. La búsqueda
expresiva de Wertmuller es continua, comenzando por la fotografía de Tonnino
Delli Colli, cargado de esfumados grises que dan el marco estético adecuado a
una realización prolija y ambiciosa; siguiendo por la ruptura de la narración
lineal, enhebrando la historia como un
collage de recuerdos que no pierden su hilación en el tiempo. Pero fundamentalmente,
esta búsqueda, llega a la afirmación de un estilo, en el pleno logro de
grotesco, en la utilización de primeros planos donde la versatilidad de
Giancarlo Giannini brilla con esplendor en una actuación de ribetes antológicos.
En sus gestos y ademanes están presentes todos y cada uno de los estados de
ánimo por los que atraviesa su personaje. Por el domino de esa cara y ese cuerpo
por parte del actor, y por la utilización que la directora hace de ese instrumento
que es el actor, el grotesco se representa con la fuerza un estilo acabado.
La música juega otro papel importante en la contradicción,
en el contrapunto que ofrece con la imagen para hacer nacer desde los primeros
cuadros el ritmo satírico despiadado que la Wertmuller impone.
Por último, el film tiene los méritos suficientes como para
guardar el equilibrio entre arte e industria, o sea, el magnetismo de una
historia que sin hacer demasiadas concesiones puede llegar a todo tipo de público,
y lograr tocar tanto sus sentimientos como inducir la reflexión en su intelecto.
En síntesis, gran film que marca el éxito no solo de una realizadora,
ya que solo pude ser el producto de un momento genuino de inspiración creadora,
sino el de todo un cine, el italiano, con todo su bagaje de pintorequismo y
representatividad popular tan caracterizado a través de este tipo de
tragicomedias.
18 de Octubre de 1977
BALUARTES DE ARGELIA de Jean Louis Bertucelli
La anécdota es mínima: una huelga en una cantera de una
aldea de Argelia, la intervención militar, el arreglo pacífico, y la vuelta al
trabajo. Pero a través de ella, jean –Louis Bertucelli documentó todo un modo
de vida, costumbres, ritos y hasta describió la asfixia y descubrió algunas
ilusiones.
El film es importante porque con una austeridad de medios
absoluta, desechando el diálogo a mínimas expresiones, el relato avanza sólidamente
en imágenes prolijas y expresivas.
La película es semi documental, sin embargo su valor es
puramente documental porque la objetividad parece ser la regla que se impuso su
realizador, y ello es lo que induce al espectador a sacar conclusiones y tomar una
posición sobre un medio alejado y desconocido, que en su primitivismo (poco
tiene que ver la vida civilizada de las grandes ciudades en que vivimos).
Pero allí es donde la obra del francés Bertucelli se levanta
como un grito de protesta contra el colonialismo.
AGUIRRE, LA IRA DE DIOS de Werner Herzog
Si bien el hilo conductor de la acción es la progresiva
demencia de Aguirre, un conquistador español, el trasfondo de este film del
alemán federal Werner Herzog no es el análisis de un personaje como fenómeno
individual sino el fenómeno colectivo que significó la conquista de nuevas
tierras a la cual presenta como una empresa demencial.
A través de este estado de locura colectiva en la que Aguirre
no es más que un personaje de representatividad inobjetable, el realizador nos
conducirá a una reflexión sobre las estructuras del poder para acabar con una
aguda y pesimista visión de la condición humana.
En el micro mundo presentado por Herzog, es esa balsa
aislada y a la deriva en medio del río,
todos los estratos están representados e igualmente criticados.
El indio sojuzgado añorante de su libertad y el poder
perdido, la realeza corrupta, vana y egoísta, la iglesia envilecida que no
repara en medios sino en fines, y la casta militar borracha de poder y de gloria, son las distintas
aristas de una estructura social que tiene como común denominador la ambición
desmedida.
Film riguroso que no admite concesiones adquiere esplendor
en su descripción de las más grandes miserias humanas enmarcadas en un clima de
locura.
El estilo de Herzog es seco, directo, en continúa búsqueda estética
que se aprecia en los encuadres y movimientos de cámara. El uso de la excelente
banda sonora cuya autoría es del grupo alemán Popol Vuh coadyuva al logro de los clímax,
como así también el uso de los silencios. La fotografía de Tomás Mauch se
destaca fundamentalmente en la utilización del paisaje.
TRES MUJERES de Robert Altman
Es el angustiante retrato de la soledad de tres mujeres, pero es también una cruda reflexión sobre la dificultad de comunicarse que tiene los seres humanos.
El film admite varias lecturas posibilitadas por su misma estructura. En primer lugar se impone lo psicológico, a través de una trama rica en detalles y apuntes anecdóticos sobre la vida de las protagonistas, la que se va complicando paulatinamente a medida que las distintas personalidades evolucionan en una serie de mutaciones y transformaciones que darán lugar a afloramientos de diversos sentimientos.
En segundo lugar priva el análisis social, motivado en el marco en que Millie, Pinky y Willie desarrollan sus oscuras existencias, abundantes en confort y comodidades pero privadas de todo calor humano.
Altman arma el rompecabezas con claridad expositiva poco común. Par ello se basa en diversos elementos que confieren a la obra una gran expresividad. Sitúa a los personajes en medio de un áspero de desolado paisaje californiano, los mueve a través de autos y casas igualmente confortables, los hace gozar de una vida lujosa. Sin embargo, deja bien sentado que todas esas comodidades no nacen de una posición social desahogada sino del alto nivel de vida proporcionado por una sociedad altamente industrializada.
Todo ello deriva en una serie de contradicciones sociales en las que el pesimismo total de Altman queda expresado en las patéticas escenas iniciales de la clínica geriátrica donde trabajan las protagonistas, las que parecen indicar que semejante nivel de evolución no sirve para nada ante la pequeñez y la fragilidad humana, ante ese destino de soledad, incomunicación que reserva la vejez.
Es un film denso, cargado de símbolos y escenas sugestivas. En este laberinto donde todo tiende a marcar la falta de sentido de la existencia de esas vidas que retrata, Altman transita cinematográficamente el camino del suspenso y del misterio haciendo suyo un estilo que varía del realismo inicial de la escena de la clínica, al surrealismo final de la cabaña en medio del desierto donde las mutaciones y los cambios de roles parecen haber arribado a un estado de mutua ayuda y autosatisfacción por parte de las desoladas mujeres.
La actuación de las actrices es homogénea y francamente prodigiosa. Shilley Duvall (Millie) expresa todo su vanidoso y frívolo mundo con una estupenda gama de matices y asiste aislada, como ausente a la vida de Pinky, una no menos estupenda Sissy Spacek que dota a su personaje de toda la rareza y misterio necesario como para transformarlo en el eje principal de la acción. Finalmente, Janice Rule en el papel de Willie muestra el patetismo y la angustia creadora del artista que lucha con sus fantasmas interiores.
Chuk Rosher realizó una labor fotográfica de primera línea, destacándose en los lavados matices de los paisajes, los apastelados tonos de los sueños y la sobriedad de los interiores, como así también en el excelente manejo de las cámaras, ya típico en el cine de Altman.
Gerald Busby compuso una música adecuada que acierta y contribuye al clima, a la atmosfera imperante en todo el film. Altman esta vez no echa mano a la utilización de los planos sonoros sino que emplea mucho dialogo en off de bajo volumen.
Obra difícil del realizador norteamericano. Lo que acabamos de analizar tal vez sea tan solo un breve esquema de las muchas interpretaciones que podrán ser realizadas sobre este interesante film.
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