UNA BALANZA EQUILIBRADA
Javier Barden es Blanco en esta nueva comedia del
guionista y director español Fernando
León de Aranoa (Los Lunes Al Sol, 2002; Un Día Perfecto 2015). Su personaje es el dueño de una empresa que fabrica
balanzas en un pueblo del interior de España, que espera una visita inminente
de las autoridades, crucial para su futuro empresario. Sin embargo, todo parece
conspirar contra él.
La nueva película de
Fernando León de Aranoa es una comedia costumbrista que gira en torno de un
personaje monolítico (Blanco), personificado
por un extraordinario Javier Barden, en otra de sus grandes actuaciones.
Blanco no solo es el dueño
de la empresa sino también el hombre orquesta de la misma. Todo gira en su
alrededor y no solo pretende estar en cada
oficina, en cada cuestión sino también resolver cada problema tanto de
la empresa como del personal de la misma, e incluso, las cuestiones de índole
privado de cada uno de sus empleados.
El cine español viene
creciendo notablemente en la última década, apropiándose de géneros clásicos que antes no hacía, ya sea
porque no sabía o no se atrevía cómo encararlos. Pero a partir del éxito en
Netflix de la miniserie La Casa de Papel, el cine español se ha animado y ha
comenzado a transitar nuevos caminos.
Producto de ello, la
capacidad productiva se ha expandido. Comenzaron a probar con el género
policial, al cual reciclaron logrando obras valiosas (El Inocente, Alta Mar, El
Desorden que Dejas, Hache, entre otras). Ahora, llama la atención transformando una clásica
comedia a la italiana en una moderna comedia a la española, logrando
hacer funcionar la adaptación con características propias del mejor cine
español.
La actuación de Javier
Barden, extraordinaria, no intenta siquiera copiar a los grandes interpretes de aquellas comedias italianas. Simplemente, actúa. Pero tampoco hace extrañar a un Nino
Manfredi o a un Sordi, quienes parecieran ser la fuente más cercana de inspiración
de Barden. Y por qué no a un Gassman?
El actor español logra que
su personaje, Blanco, sea un típico exponente de la comedia a la italiana
extrapolado al cine español. Y lejos de transformarse en una caricatura, la
gran actuación de Barden, consigue dar vida a un personaje y hacerlo creíble,
haciendo de él a un notable hombre orquesta cuya vida privada es solo un
anexo de su oficina.
El Buen Patrón no solo
permite pasar un momento divertido sino también deja espacio para la reflexión.
Esa pequeña empresa, paradójicamente fabricante de balanzas, tal vez sea todo
lo contrario al equilibrio. Esa fábrica de balanzas nos
muestra un mundo desbalanceado, que se paraliza ante la oportunidad de recibir
a un grupo de funcionarios del Estado que nunca acaban de llegar.
Esas balanzas esconden
algo más que una idea de equidad. Están señalando justamente lo contrario. Un
estado de cosas que bordea al caos. Un dueño sobrepasado por la situación, un
obrero despedido que hace un piquete frente mismo de la fábrica, una pasante
trepadora capaz de todo por alcanzar un lugar en la empresa, un jefe de línea
con problemas de dinero…Ese mundo que describe León de Aranoa es tan solo una
apariencia de normalidad. En la empresa de balanzas nada funciona como debiera.
El equilibrio no existe. Todo es mera coincidencia.
Lo cierto es que Aranoa,
autor también del guion, sabe lo que quiere y busca. Y termina logrando lo que
se propone: 120 minutos de gran comedia que se pasan volando. Y se pone a la
cabeza de un cine con capacidad crítica de la realidad yendo, tal vez, incluso
más lejos que la propia comedia a la italiana de fines de los 50, principios de
los 60, con una factura impecable.
El Buen Patrón es una clásica
comedia a la italiana en el mejor estilo español. Bien escrita y actuada
de maravillas, esta comedia se encuentra entre lo mejor del cine ibérico de los
últimos años. Su capacidad crítica de la realidad, tanto como su factura
impecable, permite sostener un ritmo adecuado a la vez que mantiene al
espectador permanentemente interesado.