REGRESO AL FILM NOIR
En el film de Edward Norton, autor también del guión, no
importa tanto lo que se dice sino el cómo se dice. Repasando el cine
estadounidense de todo este año, podemos afirmar que no se ha tratado de un
gran año. Particularmente, durante el primer semestre, no recuerdo títulos de
interesantes de dicha procedencia. Tampoco resultaron de mi interés las
películas que compitieron por los premios Oscar en 2019. Pero estas últimas
semanas, el cine americano retornó a mi mejor consideración. He visto Joker, Ad
Astra, El Irlandés y ayer La Hermandad de Brooklyn. Estos cuatro films tienen
algo en común. Por un lado son cuatro películas que podemos denominar de acción
y suspenso. Todas, además, tienen una mirada social muy interesante. Pero lo
que más las identifica es su procedencia. No es un cine hecho en Hollywood sino
hecho en el Este, producido en Nueva York.
En síntesis, lo que Hollywood no pudo hacer, lo hizo el
cine de Nueva York. Cuatro grandes películas que no solo despiertan el interés
del espectador, sino también dan una visión del estado de las cosas, del
momento que estamos viviendo en el mundo, con una estética variada pero
fundamentalmente realista de la situación.
Yendo concretamente a La Hermandad de Brooklyn, su
argumento gira en torno de la arbitrariedad con que se maneja la obra pública
en aquel distrito. Más allá de la denuncia social, lo que sobresale es una
estructura novelada, perfectamente sincronizada, que da lugar a grandes
actuaciones de un elenco muy homogéneo.
Lo que más me interesa en el film de Norton es justamente
su aproximación cinematográfica al tema. La película está narrada como un film
noir, un género de definición
bastante imprecisa, películas que giran en torno a hechos delictivos y
criminales con un fuerte contenido expresivo y una característica estilización
visual. Su construcción formal está cerca del expresionismo, donde las escenas se destacan por una
iluminación donde predomina el claroscuro, escenas nocturnas, mucho humo, niebla en
el ambiente, música de jazz lento, uso de sombras. La fotografía suele ser en
blanco y negro o en colores que tiendan al sepia acentuando la idea de un
pasado que tiene retorno.
El trabajo de Norton es narrativo,
pero sobretodo, evocativo. Su film, a pesar de comenzar con una estructura
coral, de a poco va dejando un espacio que será llenado completamente por
Lionel Essrog, el personaje que personifica el propio Norton. O sea, de lo coral
pasará a la típica figura del héroe solitario americano que se pone la
investigación al hombro, asume sus riesgos y finalmente logra su fin aunque ese
objetivo le devengue consecuencias.
Más allá de la gran
actuación de Norton, su labor como guionista y como director son sus puntos más
altos. Si bien como guionista no sale tan airoso (el film presenta algunos
momentos confusos) como director, saca provecho con creces. Norton logra un
film noir moderno y estéticamente irreprochable, aprovechando la fotografía de
ese maestro de la imagen que es Dick Pope, un fotógrafo inglés que en su haber
tiene nada menos que el trabajo realizado para Mike Leigh sobre la obra del
pintor William Turner. En el trabajo dirigido por Norton, la fotografía se
llena de claroscuros, ambientes pesados de cabarets subterráneos, recreando la
atmosfera adecuada para algo que se maneja entre sombras.
Pero el cine es una
combinación de imágenes y sonidos. Norton lo sabe. Además es un director
americano. Consecuencia, gusta de subrayar las escenas con música. Con buen
tino, utiliza un jazz pesado, una obra musical magistral que responde a la
inspiración del trompetista Winston Marsalis, quien logra llenar al ambiente de
una nostalgia de un tiempo perdido que también tiene que ver con la pérdida del
amigo.
Norton, dice: “Necesitaba
una balada para un momento emocional importante, para crear una atmosfera de
unión y ligereza entre Lionel y Laura", Entonces decidió llamar a Tom Yorke,
el cantante de Radiohead. "Sus canciones tienen anhelo y soledad, pero
también disonancia", dijo. Hablamos sobre esta noción de lucha, de
angustia personal, de una sensación de vivir en tiempos oscuros. Cuando Yorke volvió
a la productora, traía bajo su brazo la partitura de "Daily Battles".
Una canción que marcará tiempos y momentos inolvidables en el film.
En síntesis, un gran película
de Norton que pese a ser su segundo film, y que han pasado 19 años desde su
film anterior, sin lugar a dudas ahora ha filmado desde la madurez de su vida,
absorbiendo el oficio que le han transmitido los cineastas que lo han dirigido,
y el gran elenco que lo acompaña: Bruce Willis, Alec Baldwin, Bobby Cannavale, William
Defoe y Gugu Mbatha-Raw.