Este nuevo film
estrenado ayer en Argentina tiene ya más de un año de haber sido realizado en
los Estados Unidos. Problemas de distribución derivadas de discrepancias en la
interpretación sobre el acoso sexual, el clima de persecución estallado en
Hollywood, y el involucramiento judicial de Woody Allen, determinó que la
empresa productora Amazon haya postergado su estreno en la medida que el tema fue
cobrando resonancia pública.
No obstante ello,
ha llegado esta semana a los cines de Argentina. Si bien la temática del
film versa sobre una pareja de jóvenes que pasa un fin de semana en Nueva York,
por otro lado, parecería ser una reflexión sobre la sociedad que habita la Gran
Manzana y sus criterios morales donde la más amplia libertad prevalece sobre
cualquier tipo de prejuicios.
Vayamos al
argumento. Ashleigh Enright (Elle Fanning), una apasionada estudiante de
periodismo) y Gatsby Welles (Timothée Chalamet), un desapasionado estudiante de
ciencias, mantienen un romance universitario cuando Ashleigh tiene la
oportunidad de reemplazar a una compañera para realizar un reportaje a un
director de cine famoso que está filmando en Nueva York. Ashleigh siente tocar
el cielo con las manos. porque considera que se la dado una gran oportunidad.
Gatsby, a quien le importa poco su estudio, y lo obsesionan los juegos de azar,
la noche anterior ha ganado una pequeña fortuna jugando al póker. Nada mejor
que acompañar a Ashleigh y pasar un fin de semana a lo grande en Nueva York.
El azar es uno de
los grandes temas de Woody Allen. Match Point ya desplegaba todo un discurso al
respecto. Y en “Un Día Lluvioso…” vuelve a tener la oportunidad de desarrollar
este tema en una comedia lujosa, repleta de pequeñas vueltas donde la suerte
decide y nadie es quien parece ser.
Desde el momento
mismo que la pareja pisa Nueva York, todo parece volverse un sueño hecho
realidad. Pero pronto comenzará a llover. Y con la lluvia, todo aquello que
parecía perfecto comienza a mostrar sus flaquezas. El caos se apodera de cada
uno de los personajes. Ya nada volverá a ser igual.
Ese día lluvioso en
la ciudad limpiara y dejara al descubierto cada situación, cada rostro, como si
cada persona desnudara a su otro yo y lo dejara salir en un acto colectivo de
una catarsis mayúscula. Todos tienen algo que esconder. Desde lo más pequeño a
lo más grande. Deseos insatisfechos, engaños, chicanas, mentiras, pasiones y
hasta vidas ocultas.
Solo un gran
cineasta como Woody Allen puede realizar un film tan pequeño como abarcativo.
Son 90 minutos en los que su exactitud en la pintura de cada personaje, delineado
con pequeñas pinceladas, desarrolla una trama que siempre mantiene la
coherencia buscando no perder ese delicado equilibrio de fresco social que
forma parte de un todo que llamamos gran ciudad, en un día de lluvia, cuando de
repente, esa inmensidad parece empequeñecer como consecuencia que la lluvia y
la bruma hacen volver todo más íntimo y personal, dando lugar a que secretos y
mentiras salgan a la luz desnudado la verdad.
El cineasta
neoyorquino trabajo esta vez con la colaboración inestimable del fotógrafo
italiano Vittorio Storaro, aquel que dio luz a Appocalysis Now. Su trabajo es extraordinario
dado que la atmosfera de encierro que consigue es un logro tan importante como
la precisión misma del guión. Ambos elementos logran sacar a luz historias,
secretos, mentiras y sobretodo, insatisfacciones que parecen difíciles de
ocultar en una ciudad tan grande como Nueva York. Completan el cuadro la
maravillosa elección de temas de Errol Garner, cuyas melodías consiguen dar el
clásico toque de ambientación jazzística del autor y sobretodo, una atmosfera
de intimidad, y finalmente un elenco, en el cual destaca ese inmenso actor que
es Liev Schreiber, junto a Judd Law, Diego Luna, y Rebecca Hall.
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