viernes, 29 de noviembre de 2019

LA HERMANDAD DE BROOKLYN de Edward Norton



REGRESO AL FILM NOIR

En el film de Edward Norton, autor también del guión, no importa tanto lo que se dice sino el cómo se dice. Repasando el cine estadounidense de todo este año, podemos afirmar que no se ha tratado de un gran año. Particularmente, durante el primer semestre, no recuerdo títulos de interesantes de dicha procedencia. Tampoco resultaron de mi interés las películas que compitieron por los premios Oscar en 2019. Pero estas últimas semanas, el cine americano retornó a mi mejor consideración. He visto Joker, Ad Astra, El Irlandés y ayer La Hermandad de Brooklyn. Estos cuatro films tienen algo en común. Por un lado son cuatro películas que podemos denominar de acción y suspenso. Todas, además, tienen una mirada social muy interesante. Pero lo que más las identifica es su procedencia. No es un cine hecho en Hollywood sino hecho en el Este, producido en Nueva York.

En síntesis, lo que Hollywood no pudo hacer, lo hizo el cine de Nueva York. Cuatro grandes películas que no solo despiertan el interés del espectador, sino también dan una visión del estado de las cosas, del momento que estamos viviendo en el mundo, con una estética variada pero fundamentalmente realista de la situación.
Yendo concretamente a La Hermandad de Brooklyn, su argumento gira en torno de la arbitrariedad con que se maneja la obra pública en aquel distrito. Más allá de la denuncia social, lo que sobresale es una estructura novelada, perfectamente sincronizada, que da lugar a grandes actuaciones de un elenco muy homogéneo.

Lo que más me interesa en el film de Norton es justamente su aproximación cinematográfica al tema. La película está narrada como un film noir, un género de definición bastante imprecisa, películas que giran en torno a hechos delictivos y criminales con un fuerte contenido expresivo y una característica estilización visual. Su construcción formal está cerca del expresionismo, donde las escenas se destacan por una iluminación donde predomina el claroscuro, escenas nocturnas, mucho humo, niebla en el ambiente, música de jazz lento, uso de sombras. La fotografía suele ser en blanco y negro o en colores que tiendan al sepia acentuando la idea de un pasado que tiene retorno.

El trabajo de Norton es narrativo, pero sobretodo, evocativo. Su film, a pesar de comenzar con una estructura coral, de a poco va dejando un espacio que será llenado completamente por Lionel Essrog, el personaje que personifica el propio Norton. O sea, de lo coral pasará a la típica figura del héroe solitario americano que se pone la investigación al hombro, asume sus riesgos y finalmente logra su fin aunque ese objetivo le devengue consecuencias.

Más allá de la gran actuación de Norton, su labor como guionista y como director son sus puntos más altos. Si bien como guionista no sale tan airoso (el film presenta algunos momentos confusos) como director, saca provecho con creces. Norton logra un film noir moderno y estéticamente irreprochable, aprovechando la fotografía de ese maestro de la imagen que es Dick Pope, un fotógrafo inglés que en su haber tiene nada menos que el trabajo realizado para Mike Leigh sobre la obra del pintor William Turner. En el trabajo dirigido por Norton, la fotografía se llena de claroscuros, ambientes pesados de cabarets subterráneos, recreando la atmosfera adecuada para algo que se maneja entre sombras.

Pero el cine es una combinación de imágenes y sonidos. Norton lo sabe. Además es un director americano. Consecuencia, gusta de subrayar las escenas con música. Con buen tino, utiliza un jazz pesado, una obra musical magistral que responde a la inspiración del trompetista Winston Marsalis, quien logra llenar al ambiente de una nostalgia de un tiempo perdido que también tiene que ver con la pérdida del amigo.

Norton, dice: “Necesitaba una balada para un momento emocional importante, para crear una atmosfera de unión y ligereza entre Lionel y Laura", Entonces decidió llamar a Tom Yorke, el cantante de Radiohead. "Sus canciones tienen anhelo y soledad, pero también disonancia", dijo. Hablamos sobre esta noción de lucha, de angustia personal, de una sensación de vivir en tiempos oscuros. Cuando Yorke volvió a la productora, traía bajo su brazo la partitura de "Daily Battles". Una canción que marcará tiempos y momentos inolvidables en el film.

En síntesis, un gran película de Norton que pese a ser su segundo film, y que han pasado 19 años desde su film anterior, sin lugar a dudas ahora ha filmado desde la madurez de su vida, absorbiendo el oficio que le han transmitido los cineastas que lo han dirigido, y el gran elenco que lo acompaña: Bruce Willis, Alec Baldwin, Bobby Cannavale, William Defoe y Gugu Mbatha-Raw.

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