AL BORDE DE UN ABISMO
Es mi primer encuentro con el cine del norteamericano Ira
Sachs, un director independiente afincado en Nueva York, que ya tiene una media
docena de largometrajes en su haber, la mayor parte de los cuales no fueron
estrenados en Argentina. Mi impresión es muy favorable.
Este, su último trabajo, es un film contemplativo,
construido de pequeños momentos, palabras, gestos, miradas, silencios durante
un fin de semana en Sintra, Portugal, donde los personajes son convocados por Frankie
Crémont (Isabelle Huppert), una actriz francesa, en un lugar de vacaciones muy
tranquilo, que organiza una reunión de familia y amigos con el propósito de
pasar unos días juntos, y prepararse para un próximo film.
Su familia involucra a su ex esposo gay (Pascal Greggory), su
actual esposo escocés Jim (Brandon Gleeson), su hijastra (Sennia Nanua), su
hijo Paul (Jérémie Renier) y una pareja de neoyorkinos, Irene (Marisa Tomei) y
Gary (Greg Kinnear), sus mejores amigos que han sido convocados para la
ocasión. Pero ese encuentro será solo un pretexto. Ella tiene un secreto que
revelar.
La película es el sutil relato de una madeja de relaciones
familiares y afectivas que genera un grupo cerrado de personas atrapadas en una
realidad que por otra parte parece atormentarlos y preocuparlos.
No obstante ello, estamos ante un film de atmosferas
desestresadas y visiones contemplativas que nos habla del amor y la amistad,
enfatizando en la fugacidad de la vida. Los personajes pasean, deambulan y
mantiene conversaciones por los bosques estableciendo diferentes niveles de
relación personal que están regidas por tres tipos de patrones: familiares,
amistosas y laborales.
No obstante ello, todos parecen estar afectados por un
estado de apatía, de una necesidad de no preocuparse ni por su posición social ni
su condición económica. Conforman una especie de familia moderna que disfruta
de un fin de semana a pleno descanso.
Ella es una actriz que sabe cómo manejar sus emociones, generando
en consecuencia, un film desestresado. Interpretado por Isabelle Huppert,
resulta un personaje muy diferente a sus creaciones anteriores en donde
prevalecía una mujer de acción y gran carácter. De hecho, en el film, parece más
importante lo que no se dice, aquello que se lee entre líneas, y lo queda en
silencio.
La abulia y la melancolía recorren la mayor del film.
La película avanza tranquila pero firmemente hacia su final. Es un film de
momentos. Cada escena es un pedacito de vida. Transcurre en un lugar donde
impera el silencio y tiene como fondo el paisaje de Sintra en Portugal, donde ocurre
el encuentro.
Frankie es notable como una obra de arte visual. Es una
película reflexiva sobre nuestra situación de precariedad del ser humano, que
nos obliga a pensar y aceptar que pase lo que pase, el mundo continuará sin nosotros.
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