HISTORIA DE UN MATRIMONIO de Noah Baumbach
Alguien que me sostenga
Alguien que me lastime profundo
Alguien que se siente en mi silla
Y arruine mi sueño
Y me haga dar cuenta
que estoy vivo…
Alguien que me lastime profundo
Alguien que se siente en mi silla
Y arruine mi sueño
Y me haga dar cuenta
que estoy vivo…
De Being Alive de Stephen Sondheim
Historia de un Matrimonio es la nueva película estrenada
en Netflix del excelente director neoyorkino nacido en Brooklyn en 1969, Noah
Baumbach, perteneciente al movimiento de cine independiente americano.
Baumbach tiene en su haber una docena de films largos, entre
documentales y ficciones, la mayoría de los cuales no fue estrenado en los
cines argentinos. Solo recuerdo haber visto Historias de Familia (The Squid and
the Whale, 2005) y Mientras Seamos Jóvenes, 2014. El resto se lo conoció a
través de DVD y en festivales donde se ha hecho una figura popular en los últimos
años, dado que su prestigio ha crecido considerablemente. Sus películas han
comenzado a verse por Netflix. La crónica que nos ocupa corresponde a su último
film estrenado esta semana justamente por ese medio.
Historia de un Matrimonio narra el proceso del divorcio de una pareja que
tiene un hijo donde la disputa se concentra en el régimen de visitas. El film, notablemente
actuado por un sobresaliente elenco donde destacan los trabajos de Adam Driver
como Charlie y Scarlet Johansson como Nicole refiere a una joven pareja de
artistas. Él, autor y director teatral, y ella, una talentosa actriz en busca
de un papel que le dé popularidad, casados, con hijo pequeño.
La película refleja el desgaste de la pareja como consecuencia de una
vida moderna llena de problemas financieros, cambios de trabajo, la propia inestabilidad
de la actividad artística del matrimonio, el desarraigo común a ambos que han
emigrado de adulto a tentar mejor suerte en la ciudad de Nueva York, la
dificultosa crianza de un niño pequeño en un gran ciudad los lleva a una separación obligada, dado que
ella es contratada por una de las mayores cadenas de televisión para
protagonizar una serie, lo cual da pie a una separación de hecho que la misma
convivencia después de 6 años de matrimonio venia pre anunciando.
Baumbach concentra su film en ese proceso de separación, donde la
intervención de los abogados complica y monetiza la cuestión, transformando al
drama en una sátira donde los abogados estiran y complican los problemas con la
mente puesta en la facturación de honorarios mientras la pareja no encuentra
una solución adecuada a su desencuentro que específicamente es el régimen de
visitas periódicas que el padre debe efectuar al niño.
El guionista y director, con suma destreza y un sentido innato del humor,
indaga en los sentimientos que se rompen en esa pareja haciendo aparecer
sutilmente el sufrimiento que ocasiona la separación en las partes pero sobre
todo al hijo. Su film termina siendo una oda a esos sentimientos encontrados, a
la cosa rota que se va partiendo por dentro, generando una soledad difícil de
expresar cuando en realidad las partes han buscado eso, alejarse una del otro
para que cada uno pueda seguir su propio camino.
En la escena final, un grupo de actores que acompañan a Charlie,
realizan un after hour en un bar del west side neoyorkino. De repente un
pianista sube al escenario y comienza a entonar una canción. Charlie se pone de
pie, toma el micrófono y comienza a cantar con total sentimiento las estrofas
de Being Alive de Stephen Sondheim del musical Company. El momento se llena de
sentimientos confusos, esos mismos sentimientos que parecen gobernar la vida
tumultuosa del artista, aquel que por dar a luz su propia obra, descuida su
propia vida, la de sus amores y hasta la de los propios hijos. En esa escena
desemboca esa especie de espíritu adolescente que los humanos siempre llevamos
dentro cualquiera sea nuestra edad. El recuerdo del amor perdido. La nostalgia
inunda el espacio. El film encuentra su fin.
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