sábado, 29 de enero de 2022

EL CALLEJON DE LAS ALMAS PERDIDAS de Guillermo del Toro

Guillermo del Toro es un director mexicano de amplia trayectoria cinematográfica en Hollywood, tanto en televisión como en cine. Consecuencia de su gran labor,  5 años atrás se hizo acreedor del Oscar como mejor director y como autor de la mejor película del 2017 por La Forma del Agua.

En aquella oportunidad expresé: “Es como si el film careciera de una lógica y se enamorara de imágenes que sin lugar a dudas se expresan por si mismas pero que no se unen en el todo. Como si el director Del Toro quisiera dar muestra de su capacidad mostrando estilos narrativos que cuesta conectar, fundiendo la historia principal con las historias paralelas. Consecuencia de ello, se hace difícil llegar a una conclusión concreta sobre lo que se ha visto”.

Ahora vuelve al cine con El Callejón de las Almas Perdidas y el comentario de aquel film vuelve a mostrar aquellos mismos amaneramientos. Basada en la novela del mismo nombre de William Lindsay Gresham, el film transcurre durante la década de los años 30 e influenciada por lo resabios de la Gran Depresión y el devaneo de los Estados Unidos tratando de evitar entrar en la Segunda Guerra Mundial, narra la vida de una serie de personajes que tratan de sobrevivir creando ilusiones y fantasías de un mundo mejor en el terreno de los incautos y desprotegidos, aquellos necesitados de un estímulo que va más allá del alcohol y las drogas. Aquellos capaces de terminar comprando un cuento chino.

En ese ambiente cercano al circo donde reina la fantasía, y como consecuencia de aquello, aparecen los cuenteros que por unos miserables dólares intentan venderle sueños a la gente. En ese ambiente donde reina la marginalidad más absoluta es donde Staton Carslile (un trabajo notable de Bradley Cooper), Toni Collette como Zeena de Seer (su esposa) y Cate Blanchett como la Dra. Lilith Ritter, desarrollan un mundo de fantasía que permite timar a los esperanzados, creyentes y demás víctimas de un estado de situación nacional que permite la injusticia donde el pez más grande siempre termina devorando al más chico.

El film es un melodrama giratorio  donde Stanton Carlisle, es un oportunista inconsciente de sus acciones. En un momento, uno de los feriantes muere por envenenamiento con alcohol de una botella que le dio Carlisle, pero no sabemos si esto fue intencional, un error o un acto de misericordia.  Dos años después,  Carlisle se encuentra con un momento de bonanza. Se le ha ocurrido un acto de lectura mental que realiza con su esposa en elegantes clubes nocturnos. La vida le sonríe. Pero la suerte no le será muy duradera. En ese punto, se encontrará con Lilith Richter (Cate Blanchett), una psicóloga bella, traicionera y peligrosa. ¿Será ella quien lo conducirá nuevamente a la ruina total?.

Drama social que deriva de un momento de gran desesperanza en los Estados Unidos. Después de los 4 años que duró la Gran Depresión, una corta bonanza permitió generar algunos sueños que nunca llegaron a concretarse totalmente porque prontamente el país volvió a encontrarse con la necesidad de ser parte de la Segunda Guerra Mundial. Concentrado en esos años, casi una década donde la desilusión, el crecimiento de la pobreza, y su consecuencia, la marginalidad, fueron factores difíciles de retrotraer, Guillermo Del Toro regresa al cine con una película muy bien actuada, con personajes interesantes pero con un film muy rebuscado, con muchas vueltas, donde el director parece hacer gala de sus capacidades creativas y sobretodo narrativas, generando complicaciones y confusiones al espectador que le hacen perder el hilo de la historia en una vuelta circular que la propia historia americana delimita.

domingo, 23 de enero de 2022

RIFKIN´S FESTIVAL de Woody Allen

PECADORES CIRCUNSTANCIALES

El estreno casi sorpresivo de la nueva película de Woody Allen, su obra número 48,  llenó de alegría al pueblo cinéfilo dado el magro aporte cinematográfico que ha originado la pandemia. Es evidente que el miedo que genera la misma no solo ataca a los seres humanos sino también otros lugares más insólitos como el de la taquilla cinematográfica, donde se registra una cantidad insignificante de estrenos, y una escasa toma de riesgo artístico y de producción cinematográfica en la mayoría de los países del mundo.

Allen no podía dejar de ser Allen y hace gala de presencia con un muy pequeño pero personal film que llena de humanidad a nuestra cartelera. Su nuevo film no solo nos lleva a un festival de cine sino también a San Sebastián, al país vasco, en España donde se desarrolla habitualmente ese evento.

Allí transcurre la acción y allí llega Rifkin, un escritor en decadencia casado con una productora de cine, una mujer más joven a la que no entiende mucho, ya  que le lleva unos cuantos años de edad, lo cual agranda la brecha del mutuo desentendimiento.

Pero Mort Rifkin, magníficamente interpretado por Wallace Shawn, sospechosamente un alter ego del propio Allen (aunque no coincidan en tamaño), aburrido como una ostra en un festival donde prácticamente no pasa nada a raíz de la pandemia, y sabiendo que su mujer Sue (Gena Gerson) está flirteando con  un director de cine de moda más joven que ella, comienza a enamorase de una médica que también tiene problemas maritales.

La pareja de Wallace y Sue se ha desmoronado. Ambos se sienten atraídos por una persona más joven que ellos. No hay duda que aquí Allen está hablando de sus propios fantasmas maritales que, además, tantos disgustos y problemas judiciales le han acarreado. Pero Allen habla de esto con recato. No intenta poner una barrera ni tampoco busca su auto justificación ni mucho menos. Por el contrario, deja a sus personajes librados al azar, que sigan su propio derrotero porque, simplemente, el Festival está terminando y cada uno debe volver a su casa.

No obstante, algo pasa. Se siente en el aire. La ronda del amor no dejar de rodar en San Sebastián. El personaje de Mort adquiere finalmente una gran relevancia toda vez que asume claramente una responsabilidad cuando va en busca de la médica sabiendo que su matrimonio se acaba.

El film resulta una clásica obra de Allen. Un mundo donde las relaciones amorosas son necesariamente inestables y pasajeras, donde ya no importa ni la edad ni el sexo de las parejas, donde la fascinación por el otro comienza por su popularidad, o su representatividad, o su sex appeal, o su patrimonio. No hay lugar para los ignotos. Solo se trata de gozar, de pasarla bien. No hay condena en ello.


viernes, 21 de enero de 2022

KING´S MAN de Matthew Vaughn y AGENTES 355 de Simon Kinberg

EL CINE VERTIGINOSO



Con los estrenos de King’s Man  y Agentes 355, la temporada cinematográfica de verano se renueva no solo en su tipo de estrenos sino también en su estilo. Ya no solo podemos decir que las películas que renovaron la cartelera  son pasatistas sino también que despliegan una inusitada velocidad narrativa que se constituye en el eje de lo que está pasando en la pantalla. Es el vértigo quien domina la acción.

Esto es tan cierto como que tanto en King´s Man como en Agentes 355 poco importa el argumento narrado. El argumento deja de ser la columna vertebral del relato para transformarse en una simple guía de lo que la película pretende ser, y se deja llevar por aquellos caminos que no siempre responden a la lógica del problema sino a las meras y caprichosa vueltas que los guionistas encuentran en pos de mantener un camino que no siempre resulta claro y mucho menos que deje avizorar un final con cierta lógica.

King´s Man está inspirada en el libro La Máquina del Tiempo de H. G. Wells e influida por películas como Escape al Futuro (1979). Lejos está de 2001, Odisea del Espacio de Stanley Kubrick. No obstante ello, se deja llevar por la idea principal para desarrollar una trama que a través de sus sucesivas vueltas de tuerca puedan cambiar la historia real.

Agentes 355 también es una película donde la pretensión de mejorar el mundo está presente a través de la entrada en acción de un grupo de tres mujeres que pertenecen a los servicios secretos. Esta idea también tiene sus antecedentes. Hace unos años atrás Charlize Theron protagonizo Atomic Blond en la cual interpretaba a una agente encubierta que  era enviada a Berlín durante la Guerra Fría para descubrir una lista de agentes dobles.

Pero lo cierto es que las novedades de esta semana tienen poco que ver con esas películas que a lo sumo pueden ser versiones libérrimas de los originales, sino por sus estructuras narrativas. En ambos casos, dichas estructuras son la piedra fundamental del relato. Ambas están basadas en la velocidad narrativa y en el modo de montaje. Un montaje muy rápido, diría Leo Salas, hecho añicos, donde las cosas suceden de tal manera que poco importa el hilo de la acción sino la acción misma.

Ambas películas están contadas en alta velocidad. Poco importa la lógica de su trama. En realidad, no la tiene. Solo importa lograr que el espectador adhiera, enganche y se deje llevar por la trama sin importar la lógica de la misma. Todo sucede en forma vertiginosa. Nunca alcanza el tiempo para desarrollar los personajes. Cada secuencia es un pequeño film es si mismo que comienza y termina en una sucesión de escenas que cuesta enhebrar en un todo si es que lo hay.

No puedo decir que ambas me aburrieron. Más vale me abrumaron. Las dos son exponentes de un cine híper moderno, como también lo fue  la película americana Nadie de Ilya Naishuller, cuya coherencia narrativa no solo estaba llevada en alta velocidad sino que nunca pierde la misma. No estoy hablando de que ambos films pierden la brújula sino que el tobogán en que ambos se deslizan termina siendo un pasatiempo absolutamente inconsistente y banal. Es decir, trivial, insustancial o de poco interés o intrascendencia.

A lo largo de mi vida he visto mucho cine. He acompañado los cambios, lo he entendido, los he seguido y la mayoría de ellos han sido positivos dado que han señalado nuevos caminos. Pero los estrenos de King´s Man y de Agente 355 señalan caminos que terminan en vías muertas, un espacio de tiempo en una sala oscura, lejos del mundanal ruido, disfrutando el confort de un aire acondicionado que nos libra de la peor canícula del verano, pero también permite sumergirnos en la pesadez de lo repetitivo, de lo que intuimos haber visto bajo otra forma más interesante, de aquello que ha perdido la capacidad de conmovernos estéticamente.  El vértigo puro no parece ser la forma.