EL CINE VERTIGINOSO
Con los estrenos de King’s Man y Agentes 355, la temporada cinematográfica de verano se renueva no solo en su tipo de estrenos sino también en su estilo. Ya no solo podemos decir que las películas que renovaron la cartelera son pasatistas sino también que despliegan una inusitada velocidad narrativa que se constituye en el eje de lo que está pasando en la pantalla. Es el vértigo quien domina la acción.
Esto es tan cierto como que tanto en King´s Man como en Agentes
355 poco importa el argumento narrado. El argumento deja de ser la columna
vertebral del relato para transformarse en una simple guía de lo que la película
pretende ser, y se deja llevar por aquellos caminos que no siempre responden a
la lógica del problema sino a las meras y caprichosa vueltas que los guionistas
encuentran en pos de mantener un camino que no siempre resulta claro y mucho
menos que deje avizorar un final con cierta lógica.
King´s Man está inspirada en el libro La Máquina del
Tiempo de H. G. Wells e influida por películas como Escape al Futuro (1979).
Lejos está de 2001, Odisea del Espacio de Stanley Kubrick. No obstante ello, se
deja llevar por la idea principal para desarrollar una trama que a través de sus
sucesivas vueltas de tuerca puedan cambiar la historia real.
Agentes 355 también es una película donde la pretensión
de mejorar el mundo está presente a través de la entrada en acción de un grupo
de tres mujeres que pertenecen a los servicios secretos. Esta idea también
tiene sus antecedentes. Hace unos años atrás Charlize Theron protagonizo Atomic
Blond en la cual interpretaba a una agente encubierta que era enviada a Berlín durante la Guerra Fría para
descubrir una lista de agentes dobles.
Pero lo cierto es que las novedades de esta semana tienen
poco que ver con esas películas que a lo sumo pueden ser versiones libérrimas de
los originales, sino por sus estructuras narrativas. En ambos casos, dichas
estructuras son la piedra fundamental del relato. Ambas están basadas en la
velocidad narrativa y en el modo de montaje. Un montaje muy rápido, diría Leo Salas,
hecho añicos, donde las cosas suceden de tal manera que poco importa el hilo de
la acción sino la acción misma.
Ambas películas están contadas en alta velocidad. Poco
importa la lógica de su trama. En realidad, no la tiene. Solo importa lograr
que el espectador adhiera, enganche y se deje llevar por la trama sin importar
la lógica de la misma. Todo sucede en forma vertiginosa. Nunca alcanza el
tiempo para desarrollar los personajes. Cada secuencia es un pequeño film es si
mismo que comienza y termina en una sucesión de escenas que cuesta enhebrar en
un todo si es que lo hay.
No puedo decir que ambas me
aburrieron. Más vale me abrumaron. Las dos son exponentes de un cine híper
moderno, como también lo fue la película
americana Nadie de Ilya
Naishuller, cuya coherencia narrativa no solo estaba llevada en alta velocidad
sino que nunca pierde la misma. No estoy hablando de que ambos films pierden
la brújula sino que el tobogán en que ambos se deslizan termina siendo un pasatiempo
absolutamente inconsistente y banal. Es decir, trivial, insustancial o de poco
interés o intrascendencia.
A lo largo de mi vida he visto mucho cine. He acompañado
los cambios, lo he entendido, los he seguido y la mayoría de ellos han sido positivos
dado que han señalado nuevos caminos. Pero los estrenos de King´s Man y de
Agente 355 señalan caminos que terminan en vías muertas, un espacio de tiempo
en una sala oscura, lejos del mundanal ruido, disfrutando el confort de un aire
acondicionado que nos libra de la peor canícula del verano, pero también permite
sumergirnos en la pesadez de lo repetitivo, de lo que intuimos haber visto bajo
otra forma más interesante, de aquello que ha perdido la capacidad de conmovernos
estéticamente. El vértigo puro no parece
ser la forma.
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