EN NOMBRE DEL PADRE…
El film pretende ser un análisis de algunos aspectos de
la sociedad americana de clase media a través de la historia de una pareja de
jóvenes que se conocen en una iglesia evangelista y emprenden un camino
religioso donde se transforman en importantes predicadores de esa religión,
transformándose en constructores mediáticos a través de los medios, particularmente
la televisión, y ganando fortunas a través de las donaciones que reciben de los
creyentes.
Michael Showalter, director del film, sobresale por su
claridad expositiva, su honestidad, y por su capacidad de expresar sin tapujos
una historia real que relata la historia de dos jóvenes que se conocen en una
iglesia durante su adolescencia, se enamoran y comienzan a ejercer una vida
religiosa que los conduce a la sima de
la iglesia evangelista en los Estados Unidos a través de su enorme capacidad de
convencimiento que lleva a la gente no solo a la iglesia sino también a donar
millones de dólares para el desarrollo de la misma.
La película es una
mirada al ascenso, caída y redención de Tammy Faye Baker y su esposo, el pastor
evangelista Jim Baker, que durante las
décadas de 1970 y 1980, ascendieron desde sus humildes comienzos a crear la red
de transmisión religiosa más grande del mundo, siendo venerados por su mensaje
de amor, aceptación y prosperidad.
Tammy Faye,
además, se hizo famosa por sus pestañas, su estilo de canto y por la forma de abrazar
a las personas. Las irregularidades financieras en la vida del matrimonio, la
envidia de sus pares y su facilidad para escalar el escándalo, más tarde
terminarán destruyendo su pequeño imperio.
Visto con una visión más
amplia, la película constituye una crítica al materialismo americano y del
llamado “american way of life” (en castellano, el modo de vida americano),
donde una sociedad absolutamente materialista parecería encontrar paz y sosiego
espiritual concurriendo a la iglesia y escuchando los sermones del evangelista.
No obstante ello, el tono burlesco que sobrevuela a la
película, la vuelve por momentos absolutamente intranscendente, dado que la
historia que cuenta pierde verosimilitud y solamente las muy buenas actuaciones
de todo el elenco, donde destaca principalmente la labor de Jessica Chastain, y
el ritmo sostenido que nunca decae, salvan al film de un naufragio.
En síntesis, estamos ante un film entretenido, muy bien
actuado, pero ciertamente, convencional. Su tono burlesco de cierto contenido
religioso y la pintura creíble de sus protagonistas, dejan un tono de
ambigüedad donde no queda claro si el film es más una pintura de una pareja muy
religiosa que en nombre del Señor termina amasando una fortuna de dinero, o sin
son simplemente una pareja de embaucadores. En todo momento sobresale en el
film un tono de inocencia adolescente, falsamente creíble que, no obstante, deja
pensando sobre la facilidad de ser embaucada una sociedad tan desarrollada como
la estadounidense.
En síntesis, Los Ojos de Tammy Faye es una gran humorada
sobre la religión y la capacidad de corrupción que puede ejercer el dinero.