En Cines
UNICA Y PERSONAL
El estreno de Cry Macho retorna a las carteleras a Clint
Eastwood, un director que siempre tiene algo valorable que decir. Sus películas,
aun en sus filmes más violentos, siempre han sido un exponente cabal del mejor humanismo
del cine americano, siguiendo la línea de los grandes directores clásicos, en
donde prevalece un punto de vista que sobresale sobre la historia contada, sea
cual fuere el género del relato o la intensidad del mismo. Su cine es profundo.
No busca la llegada fácil. Su mirada siempre resulta interesante.
Su último film retorna a las complicadas relaciones
familiares en el marco de nuestra época, tal como lo había hecho antes en Gran Torino (2004) y La Mula (2018).
Eastwood dirige y actúa en el rol principal, asume el papel de Mike Milo, un
pistolero retirado que mantiene una relación muy particular con la mafia texana.
Es un hombre de edad avanzada que ahora se le adjudican trabajos especiales,
alguno de ellos menores como el que le encargan en esta misión, ir a buscar a
ciudad de México a un niño casi adolescente, y retornar con él a Texas. El film
es la historia de ese viaje de retorno. Una característica “road movie”.
El film busca indagar, y lo logra, en la precariedad de las
modernas relaciones de pareja, donde los hijos prácticamente se transforman en
un botín de guerra. En ese regreso, es donde nacerá una relación en la que los
personajes adquieren la fisonomía de un abuelo y su nieto.
Eastwood es un gran narrador en imágenes. Sus personajes se
dibujan más allá de las palabras por las mismas acciones que realizan. Para
Mike, de quien no conocemos nada de su pasado, es simplemente un pistolero de
la mafia retirado que accede a una oportunidad de reconciliación, sobretodo
consigo mismo. Para Howard, el muchacho, es un viaje iniciático. Ambos son dos solitarios en busca de su
destino.
El film narra un momento en la vida de dos seres marginales.
Por un lado, el crecimiento de un niño que se vuelve adolescente de la mano de
un hombre mayor que simplemente cumple con un mandato, el nacimiento de un
cariño de dos solitarios abandonados por el destino de los cuales no sabemos casi
nada acerca de su pasado aunque es posible deducirlo. Por el otro, una
reconciliación consigo mismo antes de que sea demasiado tarde.
El mayor de los aciertos de la puesta es la agilidad narrativa
y la capacidad descriptiva de la película, narrando el nacimiento de una relación casi imposible entre dos seres
marginales en el mundo. Allí se observa la maestría del director para darle
sentido a una relación en que las partes transitan dos momentos opuestos de sus
vidas.
El lado débil del film es su convencionalidad. No hay
sorpresas, La trama es fácilmente deducible. Ocurre exactamente lo que se
piensa que va a pasar. No obstante, el acierto principal de Eastwood es su
habilidad para dotar de una gran humanidad a sus personajes, los cuales, en ese
viaje, se vuelven creíbles, y tornan al film en una gran aventura entre un
“abuelo y a su nieto” en un viaje de regreso en medio de las montañas del norte
mexicano y el territorio tejano.
Por otro lado, el humanismo del director, siempre presente, hace
gala con esta historia intimista que cala hondo en el espectador. Toda la película
está impregnada de un profundo humanismo, de una esperanza y de una cierta
creencia que el desarrollo de una vida es posible toda vez que el estudio, el esfuerzo,
y el trabajo rijan nuestras vidas, incluso la idea de que nunca es tarde cuando
se quiere corregir el rumbo.
Eastwood hace de Eastwood. A sus 90 años, sigue manteniendo
el carisma que lo transformó en una estrella de cine más allá que como director
de cine haya logrado ser el heredero más cabal de los más clásicos directores
del nacimiento cinematográfico. Su actuación actoral es convincente y como
director, su relato fluye naturalmente porque siempre va a lo seguro, a lo
tradicional, a la narración simple para que nadie tenga dudas de lo que está
contando ni de lo que quiere decir. Una mirada cruda de una realidad donde solo
el calor humano tendrá cabida. Y Eastwood sabe mucho de ello como lo demostró
en sus mejores obras. Su film es único y personal. La convencionalidad del
relato no lo colocará entre sus mejores obras, pero no quedan dudas que ha
logrado en imágenes expresar mucho más que lo narrado.