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LA OTRA CARA DEL ATENTADO
Interpretada por un brillante Michael Keaton en el rol principal del Mediador Keneth Feinberg, y acompañado por las buenas actuaciones de Stanley Tucci y Amy Ryan, el film relata la forma en cómo se resolvió determinar las indemnizaciones que el gobierno americano debería pagar para resarcir los daños tanto materiales como no materiales originados por el atentado que destruyó a las Torres Gemelas.
El film no pretende ser una revisión
respecto de los acontecimientos ocurridos en la mañana del 11 de setiembre de
2001. Por el contrario, es un excelente trabajo de ficción basado en una
dolorosa situación real que en su momento se intentó resolver monetariamente, es
decir aprobar una indemnización por haber sido víctima directa o indirecta de hechos
ocurridos donde, solo hubo víctimas y no se ha podido determinar culpables más
allá de las presuntas organizaciones terroristas que organizaron y ejecutaron
los hechos en medio de una total impunidad internacional. Aún hoy en día, no se
han podido determinar las culpabilidades, por lo tanto, sólo 5 acusados por el ataque siguen presos en la cárcel
de Guantánamo pero nunca han sido llevados a juicio.
Si bien la medula argumental
del relato es harto conocida, la discusión sobre el tema sigue siendo muy
interesante porque concentra el factor humano tanto en la agresión como en los
daños causados. En el hecho se inmolaron 2996 personas, incluidas 19 terroristas,
el film relata la forma en que el gobierno de los Estados Unidos trata de
resarcir a los familiares de las victimas tratando de generar una especie de indemnización
de carácter monetario que, obviamente, solo podía satisfacer materialmente a
las otras víctimas, es decir, a los deudos, aquellos familiares directos de los
que perdieron la vida en el atentado.
Por otro lado, la
indemnización como tal no podría nunca devolver una vida. Por lo tanto, el resarcimiento
monetario daba lugar a la negociación. Cabía preguntar sobre la posibilidad de equiparar a
todos por igual, o debía considerarse a cada deudo como una víctima. Obviamente,
esta última opción multiplicaba la cantidad de indemnizaciones. Asimismo, cabría preguntarse cuál es el valor de
cada una de ellas.
El cine, transforma
a la tragedia en una película cuya mirada es la de su protagonista principal,
un fiscal de Estado que asume la tarea, no de buscar un culpable, sino como resarcir
mediante una suma de dinero a los deudos de la masacre ocurrida en las Torres. Y
esa cantidad son miles de seres humanos.
Con una de las mejores
actuaciones de su carrera, Keaton da vida al abogado y mediador Ed Feinberg, un
hombre que debe ponerle un precio a la vida. No es un hombre cualquiera, es un
hombre apegado a la ley. La decisión que debe tomar es casi un desafío al modo
de vida americano. El precio a poner es una indemnización pagadera a los deudos
de las víctimas. Implica una respuesta materialista que podría contradecir el
respeto de aquellos principios que hablan del valor de la vida y la libertad. El atentado arrolló con
ello. El “American Way of Liife” no devolverá la vida. El resarcimiento
económico es solo un paliativo.
Por momentos densa y
repetitiva, tal vez algo larga en sus casi dos horas de duración, nunca deja de
ser una película atrayente donde cada escena responde a una situación diferente,
nos recuerda un hecho salvaje de indudable carácter terrorista y que aún
permanece en las tinieblas sin resolución judicial para aquellos sospechosos detenidos
aún en Guantánamo, irónicamente en Cuba.
Esta película es el tercer
largometraje de Sara Colángelo. Sus anteriores obras son: La Maestra del Jardín
(2018) y Pequeños Accidentes (2014), no estrenadas en Argentina.
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