viernes, 3 de septiembre de 2021

CICATRICES de Miroslav Terzic

CINE EN EL CINE

LAS VIEJAS HERIDAS DEL PASADO

Después de bastante tiempo, llega una nueva película de los Balcanes a la Argentina. En este caso, una notable producción serbia, que mezcla el melodrama con el policial, transformando el suspenso como eje central de una narración cuyas mayor virtud  es su humanismo, el ser humano como un todo, donde el individuo es la base de un conjunto de personas que conforman una familia, organización que constituye la célula principal de una sociedad.

Las cicatrices a las  que hace referencia el título de la película son aquellas que refieren al cierre natural de una herida. El desgarro producido por una acción, en este caso la desaparición de un bebe momentos después de su nacimiento. La acción transcurre unos 18 años después, casi tantos como los de la caída del muro de Berlín.

La medula del film es el profundo desconsuelo de una madre que durante todo ese tiempo ha sentido que le han arrebatado a su hijo y que, no obstante, cree que ese ser está en un lugar no muy lejano a ella.

El film admite un par de lecturas. Por un lado, el relato humanista que constituye la columna vertebral del film, la búsqueda que realiza una madre que ha perdido a su bebe en el mismo momento del parto. La madre siempre ha sospechado que ese hijo no ha muerto sino que fue secuestrado de su seno. Por otro lado,  es la descripción de una madre que no tiene consuelo, pero a su vez, es una mujer que nunca deja de confiar en su intuición de madre y en su perseverancia. Ella está convencida que debe buscar a su hijo porque pese a los años transcurridos, sabe que él está vivo en algún lugar de la ciudad.

Formalmente impecable, construido de muchas y cortas pequeñas escenas, donde la elocuencia de las imágenes, el manejo de luces y sombras (especialmente estas últimas) y el significado que cobran los silencios se vuelven tan importantes como las mismas palabras, dando protagonismo central al personaje de Ana, interpretado por Snezana Bogdanovic quien, prácticamente, está presente en casi todo el relato. Su composición de una madre que intuye que su hijo esta vivo en algún lugar de la ciudad y nunca pierde la esperanza de encontrarlo, es brillante.

La película también admite una mirada de carácter político. Tal como esa madre que ha perdido a su hijo, un país (Yugoslavia) se ha dividido en varias partes según las etnias que lo conformaban. Ahora se trata de encontrar la identidad de cada una de las partes perdidas, en este caso, Serbia. Un país que pretende ser, con una cultura, una identidad. Este aspecto del film se destaca en la escena cuando ella vuelve al hospital donde dio a luz y más tarde perdió a su hijo. Allí reaparece el miedo. Aquel viejo miedo y que se parece mucho a los viejos temores de la época comunista, enrolado en las formas autoritarias del manejo típico de las dictaduras pasadas, y los aspectos multiculturales propios de los Balcanes.

Cicatrices es un film distinto, muy cerebral que no obstante, apela a los sentimientos. Su mirada eminentemente humanista, nos reconcilia con aquel cine yugoslavo que supo realizar Emir Kusturica, sobretodo en la ambientación realista, donde casi todo esta filmado en la calle, y la presencia casera, el entorno intimo familiar, deja intuir que la desaparición de uno de sus miembros ausente separa entre un pasado siempre presente y la necesidad de vivir la vida.


No hay comentarios:

Publicar un comentario