jueves, 16 de septiembre de 2021

A PUERTAS CERRADAS de Costa-Gavras

 EN CINES

LOS PECES DE COLORES

  • El cine del director griego Costa-Gavras nunca anduvo con vueltas. Su cine es directo y concreto, a veces casi panfletario. Apasionado por la política, sus películas siempre tuvieron ese perfil. “Z” no fue su primera película sino la tercera, pero fue la que lo dio a conocer en 1969 y lo hizo famoso. Dos años más tardes, le siguieron dos éxitos consecutivos: La Confesión (1971), y Estado de Sitio (1973). En el nacimiento de la siguiente década, Missing (1981), sobre la desaparición de un periodista americano durante los disturbios que dieron origen al golpe de Estado encabezado por el Gral. Pinochet en Chile, fue uno de los últimos de sus trabajos estrenado comercialmente en Argentina. Con el paso del tiempo, su cine perdió potencia, y atractivo comercial. Sus apariciones se volvieron más aisladas. Ahora filma cada cinco años.
  • No obstante, su cine siempre ha estado vigente porque ha tenido actualidad y se ha convertido en un ejemplo del cine político no documental. El estreno de A Puertas Cerradas, su último film, permite apreciar su nueva obra que trata sobre los sucesos que ocurrieron en Grecia en 2015, cuando la deuda pública de ese país intentó ser calificada adversamente y colocada en la categoría por “debajo del grado de inversión y alta posibilidad de impago”, lo cual hubiese imposibilitado su acceso a nuevos préstamos en mercados financieros internacionales, incluyendo créditos de bancos de la Eurozona y el FMI.

    La nueva película del director de "Z" es un racconto ficcional de los desafíos del gobierno de Alexis Tsipras, presidente de Grecia electo en aquel año durante dicha crisis, afectado en su plan de desarrollo a raíz del vencimiento de la deuda pública. El punto de vista que presenta el film es el de su ministro de finanzas, Yannis Varoufakis, interpretado por Christos Loulis, quien debe convencer al Ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, un hombre de la línea dura europea, de renovar los vencimientos de la deuda griega para no generar el default de los mismos y evitar un deterioro rápido del nuevo gobierno

    La columna vertebral del relato ficcional se basa en hechos reales, una serie de conversaciones mantenidas entre los Primeros Ministros, el alemán y el griego, cuyas posiciones obviamente, eran opuestas, donde termina terciando la máxima autoridad del FMI a través de su directora, en aquel momento, Christine Lagarde.

    El film se vuelve algo repetitivo en su puesta en escena. La mayoría de los diálogos son las conversaciones de carácter telefónico entre ambos ministros, pero la habilidad de Costa-Gavras logra mantener el interés del espectador hasta el final del relato, transformando al film en una película de suspenso, y cargando la responsabilidad del mismo en la actuación extraordinaria de Varoufakis.

    El punto de vista del director es un tanto inocente, la de un militante de una izquierda progresista que, pese a su edad, nunca deja de sentirse como un joven revolucionario que no admite las reglas del juego de las finanzas internacionales donde un gobierno local toma la decisión de financiar al país para realizar obras públicas y termina repartiendo el dinero proveniente de la deuda entre obras que no tienen retorno o en subsidios a aquellos que carecen de la capacidad de devolver.

    Obviamente, más allá o más acá, ese tipo de funcionamiento encuentra un grado de estrangulamiento económico y financiero que no permite el repago de la deuda. De allí a la crisis económica y luego financiera, hay simplemente dos pasos. No descubrimos nada. Ya conocemos los resultados. Son siempre los mismos: el sufrimiento del pueblo como consecuencia de las malas decisiones y la creencia en los peces de colores. Cualquier semejanza con la realidad Argentina no es mera coincidencia..

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