viernes, 31 de enero de 2020

1917 de Sam Mendes


Recordando a Dos Grandes Maestros

La primera reacción después de ver la película es reconocer el maravilloso despliegue visual que tanto el director Sam Mendes como el fotógrafo Roger Deakins han realizado. No se puede decir que sea cosa nueva para ellos. Trabajaron juntos anteriormente en Skyffall, un film de la serie Bond. Esta nueva obra, sin lugar a dudas, es el resultado de una asociación artística que no puede resultar en otra cosa que algo muy bien hecho.

El film remite a dos grandes films de dos grandes maestros: Alfred Hithcock, siempre presente, con su Rope (La Soga, 1948) y Stanley Kubrick (Paths of Glory, 1958). El primer caso, aporta la idea de una filmación sin cortes. En aquel momento, acotada por la duración de cada rollo de película. Hoy, problema superado por el uso de las técnicas digitales. El segundo caso, aporta no solo en lo conceptual: una guerra sucia, luchada cuerpo a cuerpo, sino también, en lo cinematográfico, a la idea de una filmación narrada con un travelling, ello es, con una cámara que se desplaza acompañando en forma permanente a los personajes, viendo lo que ellos ven o lo que el director decide que el espectador debe ver. 
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El travelling es el principal recurso narrativo de Sam Mendes. Desde que la película comienza hasta que llega a su film no se percibe un solo corte. La prolijidad de la puesta es total. Y la capacidad narrativa del director y su guionista es prodigiosa. El mexicano Alejandro Gonzalez Iñarritu ya había probado también con éxito este recurso en las escenas finales del teatro en Birdman (2014).

Con ese formato tan particular, el film cobra un interés de tipo participativo. Busca que el espectador este allí, en la trinchera, siga a los dos soldados en su peripecia por el campo, disfrute en el estanque, vea un avión que se nos viene encima. 1917 es un film físico que crea la sensación de estar allí, de participar de lo que está ocurriendo. Es un film palpable.

Sin grandes nombres, sin grandes estrellas, el film se impone porque logra atrapar al espectador y colocarlo en medio de aquella guerra, la cual no ha vivido, acaso, incluso, siquiera ha imaginado. Una guerra de trincheras donde los aviones participan por primera vez en una contienda bélica pero que paradójicamente, resulta una guerra donde en su mayor parte se pelea cuerpo a cuerpo a pesar que la época ya generaba producción de carácter industrial. Más allá de la trinchera, el material bélico usado había sido fabricado de aquella manera.

Lo interesante de 1917 no es que el film valga solamente por la destreza técnica con que fue filmada. Más allá de eso, en primer lugar, es un film de características humanistas. Rescata al ser humano sobre la cuestión bélica. Es cierto que ocurre en una guerra. Los protagonistas principales son un par de soldados que deben cumplir con una misión encomendada por el Alto mando. Pero más allá de eso, impera la necesidad de cambiar una orden que hará perder una guerra. Esa es la misión de nuestros dos soldados. En otras palabras, ello es, salvar vidas humanas.

En el film de Mendes, la vida está latente e importa sobre todas las cosas, incluso sobre la guerra misma. Film físico, palpable, sensible, impone un mensaje pacifista más allá de mostrarnos en primer plano una guerra que duró cuatro largos años, produjo 10 millones de bajas, donde fueron movilizados 60 millones de soldados, y actualmente es considerada como uno de los hechos más sangrientos de toda la historia de la humanidad.

lunes, 27 de enero de 2020

PARASITOS de Bong Joon-ho


UNA LUCHA DE CLASES

Entre el parasitismo y la lucha de clases deviene este nuevo y excelente film del director coreano Bong Joon-ho, autor también de otros notables films como Memorias de un Asesino (2003), donde, bajo la forma de un policial, cuenta las desventuras de dos detectives en una provincia de Corea, y The Host (2006) film donde narra la aventura de la aparición de un monstruo en el río Han en Seúl que, por otra parte, lo catapulta hacia el mercado internacional.  Parásitos, es su nueva obra, ganadora, además, de la Palma de Oro en el Festival de Cannes 2019, y el Globo de Oro a la Mejor Película Extranjera, con el cual logra no solo su film más personal sino también su trabajo más exitoso, completo y equilibrado en su doble trabajo de autor y director.

Para su análisis es necesario definir dos conceptos: el parasitismo y la lucha de clases. El primero es un tipo de simbiosis, una estrecha relación en la cual uno de los participantes, el parásito, depende del otro, huésped, (también llamado hospedante, hospedador o anfitrión) y obtiene algún beneficio. Un parásito es un organismo que vive en otro organismo huésped y se alimenta a expensas de él.

La segunda es un concepto que explica la existencia de conflictos sociales como el resultado de un antagonismo inherente a toda sociedad políticamente organizada entre los intereses de diferentes sectores o clases sociales. 

Bong Joon-ho, autor también del guión de la película, desarrolla estos conceptos incorporándolos a una narración muy clara y equilibrada, bajo la forma de una comedia bizarra, describe una situación donde una familia de la alta burguesía comienza a ser penetrada por otra de bajos recursos poniéndose a su disposición para trabajar en la casa realizando tareas básicas del hogar. El film confronta la vida misérrima del personal de servicio con la fastuosidad y la vida holgada que llevan los dueños. No obstante ello, el personal de servicio comienza a realizar una transformación donde cada uno de sus actos constituye una usurpación que se transforma en un pequeño avance sobre el derecho a la propiedad.

Tal como en sus films anteriores, aparece también el concepto de lo monstruoso. Aquí lo son los nuevos empleados de la casa que a medida que se van aclimatando a ella comienzan a realizar una metamorfosis que los va transformando en seres ambicioso que solo parecen perseguir, imitar y hasta envidiar el modo de vida de sus patrones, volviéndose una amenaza permanente cuya relación pareciera terminar necesariamente en una lucha de clases. Pero lo paradójico, es que los dueños de la casa no son menos monstruosos que sus sirvientes. Los patrones se vuelven insensibles, desinteresados, despreocupados por aquellas personas a quienes le dan trabajo como si esa paga fuera suficiente como para cerrar la relación social que establecen.

La película se transforma en un popurrí de géneros pasando de la comedia, al misterio, del suspenso al drama, del romance al terror, en una muestra notable de la capacidad de manejo de parte del director coreano haciendo del film un entretenimiento de características siniestras capaz de hacer reflexionar al espectador acerca del mundo en que está viviendo. Su obra parte de un guión muy bien escrito, con diálogos muy interesantes, que termina componiendo una comedia brillante.

Un punto interesante que plantea el film es como se ven unos a los otros, lejos de todo encasillamiento. La familia pobre no ve la familia rica como su empleador sino como un objetivo en el cual se deben transformar. Por el contrario, la familia rica ve a la pobre como una cosa natural, un personal de maestranza que solo está para servir. En esa dicotomía se minimiza toda posibilidad de permeabilidad social generando una idea de casta.
De esta manera, el aspecto dramático se impone sobre la comedia, sugiriendo que la movilidad social es muy difícil de lograr donde existe un ordenamiento absolutamente rígido de manera tal de no permitir ningún movimiento ni hacia arriba ni hacia abajo de la pirámide social, impidiendo cualquier atisbo de movilidad, lo cual tiende a deshumanizar las partes, y en consecuencia, generar inexorablemente una lucha de clase.

Los antiguos monstruos de Boom Joon-ho vuelven, ya no cerca de un rio o una selva sino dentro mismo de una sociedad que “se cree” permeable, distributiva, dinámica, aunque sus miembros son seres humanos con habilidades y capacidades económicas diferentes que se ven impedidos injustamente del progreso social. Por otro lado, la clase alta, condenada por la impermeabilidad social, padece el mismo parasitismo en sentido inverso: su dependencia de la contratación de mano de obra.

Es en ese estado de la sociedad donde la lucha de clase parece una amenaza permanente y cuya ocurrencia pareciera ser inevitable. Cabe preguntarse qué pasaría en una sociedad donde el desarrollo toma la forma de la robotización prescindiendo de la mano de obra, la sociedad industrial se transforma en una sociedad de servicios, la población continua en crecimiento y los puestos de trabajo disminuyen en forma proporcional.

No hay duda que el film del director coreano es uno de los más lúcidos documentos sobre el porvenir del capitalismo actual, que como sistema económico de distribución no alcanza a cubrir todas las necesidades de individuos que incluso, teniendo acceso a la educación, no consiguen trabajar ni en relación de dependencia ni por cuenta propia, siquiera para cubrir las necesidades propias tales como mantener una familia tipo, más allá que la velocidad reproductiva se ha vuelto más rápida que la capacidad de crear puestos de trabajo de una economía tipo.

Una cuestión que la sociedad debe plantearse al respecto es el cambio de paradigma. Existen vastas regiones del mundo donde aún hoy, el tipo de sociedad a desarrollar responde a un modelo industrial. Cabe preguntarse sobre su vigencia toda vez que los países líderes ya han cambiado hacia un modelo que tiende a desarrollar una sociedad de servicios. La siguiente cuestión es si se puede alcanzar el nivel de educación necesaria para desarrollar este modelo. La pregunta que queda flotando es si la lucha planteada es inherente a un modelo de organización económica social o responde a la propia condición humana.



lunes, 20 de enero de 2020

EL ROBO DEL SIGLO de Ariel Winograd


EL QUE ROBA A UN LADRÓN…

A principios de los años 60 comencé a ver cine. Durante esos años el cine comenzó a cambiar mucho. En los 40 había aparecido el color, aunque su uso se masifica en los 50. En los sesenta, aparecen las vanguardias que intentan cambiar la forma de contar. También aparece la comedia a la italiana que no solo destaca en el registro costumbrista, sino también incursiona por los géneros, particularmente el spaguetti western, el giallo, y las películas de robos.

Dentro de este último género, los italianos hicieron un par de obras maestras. Los 7 Hombres de Oro de Marco Vicario (1965), con Philippe Leroy y Rossana Podestá fue una de ellas, Operación San Genaro, de Dino Risi, fue otra dentro de un estilo farsesco. Un Golpe a la Italiana, del inglés Peter Collinson (1969), con Michael Caine, fue filmada y transcurría en Italia con mucho gusto a lo italiano, cerrando una trilogía inolvidable. La influencia de ese cine llega hasta nuestros días, y sin lugar a dudas anima en el alma de El Robo del Siglo, está buena comedia de suspenso de Ariel Winograd.

La diferencia entre esta y aquellas es que los italianos trabajaron construyendo un guión ficcional.  En cambio, en la película argentina que se acaba de estrenar, la ficción es superada por la realidad. El Robo del Siglo se basa en el atraco real de las cajas de seguridad de Banco Rio en la sucursal Acassuso en el año 2006.

Con guión del propio director, muy bien sintetizado, que se concentra fundamentalmente en la acción de lo que está relatando, dejando mucha libertad de acción a sus actores para que cada uno componga su propio personaje. Dicha libertad, paradójicamente, atenta contra la composición de cada uno de ellos, sobre todo en los dos papeles principales, Fernando Araujo (Diego Peretti), cerebro de la operación, y Luis Vittete Sellanes (Guillermo Francella), el financista de la misma. Peretti y Francella son dos actores con fuerte personalidad a los que se encasilla normalmente en la televisión y parecen estar limitados a componer a sus respectivos personajes en la película a lo que hacen habitualmente en aquel otro medio.

El film puede dividirse en tres partes. La organización de la operación, el robo en sí mismo, y la detención de los criminales. La primera parte es la que permite el mayor vuelo. Si bien se maneja con clisés propios del género, presenta a los personajes, y describe con lujo de detalles la personalidad de los dos ladrones principales, humanizándolos y tratando de sacarlos de la maqueta.

La segunda parte del film desarrolla el robo y reproduce prácticamente lo que los artículos periodísticos relataron en las páginas policiales después de lo ocurrido. La parte más interesante del guión está relacionada con la aparición de un clásico negociador policial (Luis Luque) que busca lograr la libertad de los rehenes. Aquí la trama desarrolla la típica forma del gato y el pícaro ratón, colocando inteligentemente al público del lado de los rehenes haciendo que lo ya conocido forme parte de una escena que logra generar una escena podría llegar a ser antológica de nuestro cine.

El final es lo más flojo de la película, no por conocido, sino por la simpleza de la resolución cinematográfica. Todo lo bueno del guión como de la estructura cinematográfica se cae abruptamente sin ninguna clase de sustento. Los ladrones son atrapados uno por uno con la misma facilidad con la que se hubieran entregado. Esto desperdicia una película que dura casi dos horas haciendo sobrar 30 minutos finales que no aportan nada a lo ya conocido. En este tramo, impera una chatura cinematográfica impropia del film hasta ese momento, y que hace perder relevancia al buen trabajo del director.

En síntesis, El Robo del Siglo es un buen pasatiempo, con algunos pasajes cinematográficamente brillantes, pero hacia el final, se cae irremediablemente dado que la realidad de los hechos supera toda fantasía. No obstante ello, es una película entretenida, que deja verse, lo cual, dentro del panorama actual del cine argentino, no es poco.

sábado, 18 de enero de 2020

JOJO RABBIT de Taika Waititi


UNA OBRA CONCEPTUALMENTE DIFERENTE


Taika Waititi es un actor, guionista y director de cine neozelandés, hijo de padre maorí y madre irlandesa de ascendencia judía.  Debutó como cortometrajista en 2002 con John y Pogo, y en 2007 llego a su primer largometraje (Eagle vs. Shark), contando la historia de dos inadaptados sociales que intentan encontrar el amor. Taika Waititi es considerado una personalidad cinematográfica multifacética, teniendo su cine características originales e innovadoras.

Jojo Rabbit es su quinto y más exitoso largometraje. Además, es un film que no puede pasar inadvertido. Se trata de una obra irreverente, desprejuiciada, que desafía y provoca, y en algunos tramos, hasta descoloca al espectador.

La película no es una simple farsa más sobre el nazismo. Además, Waititi no pretende que su obra pase inadvertida. Su film intenta mostrar una visión del nazismo desde los ojos de un niño alemán de 8 años. Este niño ya ha perdido a su padre en la guerra. Su madre pertenece a la resistencia, y él intenta formar parte de las juventudes hitlerianas pero es expulsado por inepto.

Su capacidad de supervivencia pareciera estar relacionada con su propia manera de escapar de una realidad que está regida por la tragedia.https://ssl.gstatic.com/ui/v1/icons/mail/images/cleardot.gif Su refugio será el propio departamento de su madre donde, además, encontrará escondida en un closet debajo de una escalera a una niña judía que lo dobla en edad. Ella será el vehículo indicado para que el niño tome contacto con la más cruel realidad.

Jojo vive en un mundo propio que crea como una autodefensa que lo protege de lo que lo rodea, es decir, la guerra en general y la persecución de judíos en particular. Vive en una especie de limbo que oscila entre la realidad y la fantasía tratando de absorber ese mundo desquiciado que es la caída de la Alemania Nazi derrotada por los ejércitos aliados que ya están al acecho sobre los límites de la ciudad tratando de tomar Berlín. Las últimas escaramuzas de una guerra despiadada.

En ese mundo imaginario crea una amistad con el mismísimo Hitler, al que invoca en diferentes ocasiones buscando en él un apoyo que, obviamente, nunca encuentra. Por el contrario, cada paso que da, lo acerca cada vez más a la realidad, y en consecuencia, a la verdad. Su primer choque será en un campamento infantil donde su incapacidad competitiva queda reflejada y es burlada en el desarrollo de destrezas infantiles, ente las cuales está la quema de libros.

Waititi maneja esta ida y vuelta entre realidad y fantasía infantil de manera despiadada, no solo dejando sin aliento a propia capacidad de escapismo de su personaje sino también al espectador. Su film es diferente a la mayoría del cine cómico que estamos acostumbrados a ver. De hecho, su visión nos retrotrae muchos años atrás, recordando a El Gran Dictador de Charles Chaplin, o a los años 70 con las primeras películas cómicas de Woody Allen (Bananas), o incluso alguna obra de Mel Brooks. Pero ninguna de aquellas viejas películas se aproxima mínimamente al desparpajo, a la crudeza, a la falta de piedad hacia su personaje que destila esta obra del director neozelandés que deja al espectador al borde del desconcierto.

Esta película es mi primer contacto con el cine de Waititi. No obstante ello, no puedo dejar de reconocer la originalidad y el atrevimiento de su propuesta. Su cine está repleto de apuestas innovadoras, tanto desde lo estético como de lo conceptual. Su cine toma riesgos en ambas dimensiones. Se trata de un director innovador que al revisar su filmografía hasta el momento, demuestra una enorme capacidad para manejarse tanto dentro de los géneros como fuera de ellos, con un estilo propio, muy personal, como hace mucho tiempo que no se veía.

lunes, 13 de enero de 2020

EL ACOSO de Michal Aviad

CRONICA DE UNA MUJER QUE TRABAJA

El cine israelí esta pasado un muy buen momento. Sus películas no solo están muy bien hechas sino también reflejan los problemas de una sociedad moderna más allá de los conflictos de carácter bélico que la afectan.

El Acoso, la nueva película de Aviad, un director con una larga trayectoria en el documental pero con un solo trabajo de ficción en su haber (Lo Roim Alais, 2011, no vista en nuestro país), se concentra en un tema de actualidad como lo es el acoso femenino.

Orna, el personaje principal del film, es una mujer felizmente casada con dos hijos pequeños que vive en Tel Aviv. Ella necesita trabajar para ayudar a su marido que acaba de inaugurar un restaurante de comidas rápidas en el centro de la ciudad, y ha contraído una deuda importante. Su búsqueda se resuelve rápidamente cuando consigue un trabajo en una empresa constructora de departamentos de alto nivel donde se destaca como hábil vendedora, llamando la atención del patrón de la empresa.

Aviad sigue minuciosamente el derrotero de Orna por su nuevo trabajo. Muestra su proceso de adaptación, su aprendizaje de ventas, como gana confianza en sí misma, a la vez que desarrolla una relación de gran camaradería con su jefe que además es el dueño de la empresa. Su desempeño se vuelve muy exitoso. Ello despierta en su jefe un interés particular sobre ella que rápidamente se transforma en un deseo de tipo sexual que termina en acoso.

El film es directo, preciso y concreto transformándose en una crónica minuciosa de hechos que el director muestra con austeridad y economía de recursos pero de gran efectividad. Por lo tanto, su film no pierde tiempo en lateralidades ni se distrae de su discurso, el cual llega con claridad y contundencia al espectador.

Esta no es la historia de un alegato. Aviad no acusa ni juzga. Le habla al espectador en forma directa. De esta manera, le permite tomar distancia de los hechos, analizarlos y dejar que el espectador saque sus propias conclusiones, las que no necesariamente implican un juzgamiento.

El director logra una generalización de esos hechos donde los partícipes necesarios, en este caso un hombre y una mujer, el empresario y la vendedora de departamentos, pueden transformarse en parte de otro hecho (el acoso) que puede o no, conformar un delito. El director expone objetivamente esos hechos. En todo caso, si hay un veredicto, será el espectador el encargado de dictarlo.

El final, inteligentemente, alude muy sutilmente a que frecuentemente estos hechos aberrantes no llegan a la justicia por temor de la mujer a exponer tanto su privacidad como su honradez, dado que un juicio transforma en público un hecho que puede permanecer en la esfera de lo privado. Más allá de la justicia, y con un sentido de amplitud y a la vez de síntesis, nos induce a pensar que ciertos asuntos de conciencia deben permitir que el perpetrador sea juzgado por su familia o se juzgue a sí mismo.


La condena publica de los hechos narrados, más allá de la justicia, puede terminar estigmatizando a la mujer. Entiendo que la posición final de Aviad, prefiere mantener a sus criaturas en un ámbito de privacidad que tiende a proteger la honorabilidad de la mujer.

jueves, 9 de enero de 2020

21 PUENTES de Brian Kirk


NUEVA YORK SIN SALIDA

Este film puede parecer fuera de época (hoy no se hacen muchos filmes que puedan enrolarse dentro de la categoría del “policial negro”, incluso no carece de convencionalismos, no obstante ello, es un film que atrapa de principio a fin aunque parezca predecible e incluso, carezca de grandes estrellas en su casting.

Lo que este film tiene es entretenimiento en estado puro. Y su argumento atrapa al espectador pese a su simpleza o previsibilidad. Todos los rubros están perfectamente atendidos. Su guión es consistente y prolijamente desarrollado, lo que se dice bien escrito, bien musicalizado, mejor fotografiado y por sobre todas las cosas, muy bien dirigido por un director que desde el comienzo sabe que pretende hacer con el material que va a narrar.

Comienza con una escena donde nuestro héroe principal, Andre Davis, magníficamente interpretado por Chadwick Boseman (Black Panther), es suspendido por la policía por una causa relacionada con gatillo fácil. De hecho, Boseman lleva 7 muertes en su haber. Pero dado la falta de personal durante la noche y ante un robo que se ha perpetrado en Brooklyn donde han muerto un par de policías, es vuelto al servicio para que se haga cargo de loa investigación de los hechos.

El film trata de un robo con sabor a traición. Como es habitual en el policial negro, la policía es parte del asunto. La trama comienza en la medianoche en las inmediaciones de un bar en Brooklyn. El bar ya ha cerrado y lo primero que el espectador se pregunta es que buscan esos dos tipos en un lugar tan alejado. La respuesta llega de inmediato. Allí funciona un puesto de distribución de cocaína.
Los dos ladrones que entran a robar nunca pensaron que la cantidad de droga que iban a encontrar allí respondía a un lugar de distribución mayorista. Ellos, simplemente, pretendían cobrarse una vieja deuda. Lo raro es que el lugar se encuentra cerrado y sin custodia. Pero antes que logren llevarse un gramo, la policía llega al lugar. La balacera que se arma parece una guerra. Los héroes logran escapara camino a Manhattan. 

Esta escena inicial se lleva como 20 minutos de película que, para los amantes del cine de acción, no tienen desperdicio. El guión posee una trama principal con un par de derivaciones que es tratada con solvencia por el director Kirk, pero su lucimiento personal está logrado en la ambientación pesada de la noche neoyorquina, la situación de encierro que genera la Gran Manzana en las inmediaciones de Hell Kitchen, y por sobre todas las cosas, su claridad narrativa y la contundencia de sus escenas.
No hay duda que dentro de su clasicismo, el film encuentra una forma narrativa que hace que Kirk parezca un director de cine muy experimentado aunque la mayor parte de su trabajo haya sido hecho para la televisión. No obstante, lo destacable, es la sequedad con que encara la mezcla de suspenso y violencia que se alternan sucesivamente a lo largo del film, atrapando y soltando al espectador en cada vuelta de tuerca que presenta el argumento.

El titulo original es 21 puentes y representa el total de conexiones de la Gran Manzana (Manhattan) con el resto de las localidades que componen la ciudad de Nueva York (Brooklyn, Queens, Bronx y Long Island). Esos puentes son cerrados para evitar cualquier oportunidad de escape de los sospechosos. Desde un punto de vista cinematográfico, el cierre de los pasos concentra la acción íntegramente en la gran manzana, dando al escenario de la acción un marco de lujosa majestuosidad para una película que entretiene y cumple con su cometido.

martes, 7 de enero de 2020

EL CASO DE RICHARD JEWELL de Clint Eastwood


LA MENTIRA COMO VERDAD

Corre la década del`50. Un hombre joven que trabaja como gasista aprovecha una oportunidad y se transforma en actor que se torna conocido a través de una serie de televisión sobre el Lejano Oeste (Rawhigh) a mediados de los años ´60. Más tarde decide probar suerte en Europa y de la mano del italiano Sergio Leone es lanzado a la fama en uno de aquellos filmes que se dieron en llamar genéricamente westerns spaghetti. El film en cuestión era Por un Puñado de Dólares, 1964, que se volvió un éxito descomunal que generó secuelas y recorrió el mundo. El joven actor regresó a los Estados Unidos y durante la década del 60 se volvió una estrella de cine muy popular y además, como no carecía de ambiciones, comenzó a dirigir sus propios films. De a poco ganó prestigio y hoy en día es uno de los directores más famosos y personales de la historia del cine americano.

Estamos hablando de Clint Eastwood, un cineasta que como director ha ido evolucionando tanto temática como estéticamente. Su cine ha crecido paso a paso. La película que nos ocupa da cuenta de ello. Esta semana se ha estrenado su último film: El Caso de Richard Jewell, una obra basada en eventos reales que permite a su director reflexionar sobre el papel de la Justicia, las Fuerzas de Seguridad y el Periodismo en la creación de un relato ficticio que se interpone entre la verdad y la necesidad del propio Estado dejando de lado la realidad y la seguridad del individuo, dando lugar a una irresponsabilidad institucional de características monstruosas.

Richard Jewell fue un joven estadounidense que trabajó como guardia de seguridad y oficial de policía. Su caso se volvió famoso durante los Juegos Olímpicos de Verano en Atlanta, Georgia, Estados Unidos en 1996, donde descubrió una mochila abandonada en el parque que contenía una bomba con tres explosivos. Jewell, quien dió la alerta correspondiente y ayudó en la evacuación del parque antes de que explotara la bomba, fue primeramente aclamado como un héroe pero más tarde fue considerado sospechoso por parte del FBI, aunque finalmente, ante la falta de evidencias en el caso, fue liberado sin ser llevado a juicio.

Eastwood toma un prolijo guión de Billy Ray (Los Juegos del Hambre, 2012; Capitán Philips, 2013) sobre un falso culpable y lo transforma en un film intimista que describe la vida simple de un americano pueblerino, buena persona, que solo busca ser alguien en la vida y para ello sueña con ser policía. Ese es Richard Jewell, un solitario que vive con su madre, alguien incapaz de hacer daño premeditado al prójimo pero seguramente, capaz de soñar con cinco minutos de fama.

La destreza narrativa del director hace simple lo complejo transformando al film en una parábola sobre el destino de este individuo que de la noche a la mañana es tocado por la varita de la fama a la vez que resulta acusado y acosado por el FBI, apoyado por un periodismo sensacionalista que colabora en un penoso papel de malformación de la opinión pública.

El film de Eastwood se levanta contra la injusticia de la indefensión en que se encuentra el individuo ante el poder del Estado. En este caso, una actuación nefasta que le cupo al FBI generando sospechas sobre un falso culpable, y valiéndose de los medios periodísticos sensacionalistas y muy hambrientos de primicias, informando a la ciudadanía en forma equivocada ansiosos por manejar la opinión tapando los errores de investigación que estaba llevando al FBI al lugar equivocado y perdiendo toda objetividad en la comunicación de la noticia.

Esta nueva obra del director se aleja de los héroes individualistas que han caracterizado la mayor parte de su obra tanto como actor como director. Harry El Sucio, o el Bill Munny de Los Imperdonable, o incluso el Walt Kowalski de Gran Torino dan cuenta de ello. En realidad, el personaje de este film se acerca como la contracara de Butch Haynes, el personaje de Kevin Kostner en Un Mundo Perfecto. En aquel film Kostner es un criminal fugitivo, víctima de las circunstancias y las malas compañías cuyos sentimientos afloran protegiendo a un niño que ha secuestrado, dándole una oportunidad de redención.
El director maneja con maestría ese mundo lleno de claroscuros, donde nada es lo que parece ser, donde el bien y el mal se confunden y la realidad da un paso al costado dejando que el relato de los medios pase a ser la verdad que el Poder necesita mostrar ante la falta de evidencias, de pruebas concretas, haciendo que la verdad se vuelva mentira, y la mentira realidad.


El director maneja con maestría ese mundo lleno de claroscuros, donde nada es lo que parece ser, donde el bien y el mal se confunden y la realidad da un paso al costado dejando que el relato de los medios pase a ser la verdad que el Poder necesita mostrar ante la falta de evidencias, de pruebas concretas, haciendo que la verdad se vuelva mentira, y la mentira realidad. Es notable la forma en que Eastwood maneja el relato, yendo de la narración clásica de una sucesión de hechos dejándole siempre al espectador una posibilidad de reflexión. Esa capacidad narrativa le permite a Eastwood dejarnos siempre un espacio para reflexionar sobre lo que estamos viendo. Y es allí donde encontramos la clave del relato.

A pesar que Richard Jewell nunca fue acusado, la vida lo sometió a un "juicio a través de los medios", y durante mucho tiempo, aun estando libre, fue considerado el autor material del atentado y por lo tanto el culpable de las muertes provocadas por el mismo. Finalmente fue exonerado y en 2006, el gobernador Sonny Perdue le agradeció públicamente en nombre del Estado de Georgia el haber salvado la vida de muchas personas. No obstante ello, su padecer no fue indiferente. Jewell murió joven, en agosto de 2007. Tenía 44 años y sufría de una insuficiencia cardíaca provocada por complicaciones de su diabetes. Eastwood lo vuelve conocido e inolvidable colocándolo en la lista de los héroes anónimos que no solo pueblan los Estados Unidos de América sino también el mundo.