LOS OJOS DE UNA MUJER
Tal como la semana pasada, el cine italiano vuelve a
decir presente en la cartelera porteña con un film que sorprende no solo por la
calidad del relato sino porque es una propuesta del análisis de la violencia
cotidiana que sufre una mujer, vista y analizada desde la visión del propio sexo.
Ello no solo le da calidez a la propuesta sino también le permite profundizar
en el relato.
El cine de Francesco Costabile se basa en un monumental trabajo de edición.
Fotograma por fotograma, construye la historia donde el primer plano se
desgrana en ciento de pequeños movimientos que responden a la construcción de
un montaje minucioso que marcan no solo el ritmo sino la línea del relato.
Se trata de llevar una práctica al revés. Generalmente,
el cine se ha valido del montaje con el propósito de acelerar el ritmo de la película.
Aquí ocurre exactamente todo lo contrario. El ritmo es lento, parsimonioso,
sostenido pero nunca pierde su objetivo. El relato no deja de avanzar pintando
desde los ojos de su protagonista el drama que encierra su vida.
Femina no deja de ser una película sobre la reivindicación
de una mujer ultrajada por la violencia que arrasa en una población dominada por
la mafia. Ella encierra un secreto difícil de esclarecer. Necesita una
repuesta, y esa respuesta la conseguirá de la misma manera en que la sociedad
se expresa, es decir, mediante un acto violento.
Interpretada en el rol central por Lina Siciliano, luce
con su convincente actuación de una mujer desesperada que necesita hacer
justicia por mano propia porque lisa y llanamente no hay otra justicia que la
del poder de la mafia. Es muy interesante el desarrollo de su transformación sacando
fuerza de su impotencia
En una película típica de la mafia donde la mujer opera
un rol secundario, el rol de Rosa, la mujer en cuestión, es la hija de
una mujer muerta que cobra protagonismo y que se transforma en el rol central
del relato. Rosa se auto percibe
como una víctima cuyo destino está marcado y ya no tiene capacidad para transformar
su vida. Como consecuencia de ello, se envalentona y se dispone a dar batalla
con el propósito de cambiar el estado de las cosas. Decide, nada menos, dejar
de lado a su familia y buscar su propia venganza. No queda claro el porqué.
Pero tampoco importa. La acción prevalece.
Rosa es la típica protagonista de una
tragedia de Shakespeare empujada por la soledad, el silencio, la necesidad de
respuesta, y la injusticia. Costabile dirige con pericia y equilibrio un relato
difícil que no pierde el punto de vista, acompañado de una luz y una fotografía
que siempre contribuyen a la atmosfera de intriga que sostiene el relato.
Femmina es un film diferente dentro de su género. Primero
porque raramente un film sobre la mafia tiene como principal protagonista una
mujer, pero sobre todo, porque no solo revindica con su relato el rol de la mujer
sometida sino que los lleva al lugar de la heroína de la película. El
espectador no puede permanecer ajeno a ello, y parte de la platea responde con
un cálido aplauso.