sábado, 31 de agosto de 2019

LA VIUDA de Neil Jordan


LA MALDAD NUNCA MUERE

Alejado del cine durante estos últimos años, vuelve Neil Jordan, el afamado guionista y director irlandés muy recordado por El juego de las Lágrimas (1992), quizás el film que lo llevó a la fama, y por Michael Collins (1996), su homenaje al patriota irlandés. Su último estreno en Argentina data de 2011, fecha en la que se estrenó Amor sin Límites, aunque tuvo una intensa experiencia televisa entre 2011 y 2013 en la que desarrolló Los Borgia, una de las mejores series vistas en ese medio, de los cuales escribió 29 capítulos, de los que dirigió 6.

Nuevamente lo encontramos en nuestras pantallas, dirigiendo y coguionando La Viuda, una creación original de Ray Wright, un thriller psicológico que resulta una obra típica de género en la que se desarrolla un terror soft que Jordan concentra en el film como un drama de suspenso, acompañado de otra gran creación de Isabelle Huppert en el papel de la viuda Greta Hideg.

No revelaré la trama del film pero es la clásica obra del gato y del ratón donde una joven muy bonita y altruista se ve avasallada por una mujer mayor egoísta y violenta cuyo objetivo pareciera ser poseerla. La trama se desarrolla siguiendo los clásicos clichés del género resultando un film más que interesante.

La experiencia del director rescata la obra enfatizando en una notable pintura de personajes donde la ambivalencia de los caracteres hace que la trama se convierta en un sinfín de mutaciones en sus relaciones de simpatía / antipatía, amor / odio, pasividad / violencia, reacción / sobrerreacción.  

Otro punto fuerte del film es la dirección de actores. Jordan los dirige sacándolos del cliché y volviéndolos naturales, de carne y hueso. Seres cotidianos que habitan en cualquier barrio de una gran ciudad y son portadores de secretos inconfesables. Nueva York aparece como el marco ideal de un gran laberinto donde arden pasiones descontroladas. Una ciudad siempre convulsionada donde los seres anónimos esconden secretos inconfesables. Aprovechando ese marco de alienación permanente, la actuación de Isabelle Huppert vuelve a ser insuperable y fascinante sumando otro gran personaje a su galería de mujeres escalofriantes y desquiciadas.  Muy cercana a la Glenn Close de Atracción Fatal, está a la altura de sus mejores creaciones de mujeres perturbadas como: la Violeta Noziere de Niña de Día, Mujer de Noche (1978); la Jeanne de La Ceremonia (1995); La Erika Cojut de La Pianista (2001) o la Michelle de Elle (2016), entre otros. Por otra parte, luce como toda una revelación, la actuación de Chloe Grace Moretz en el papel de Frances, una adolescente pueblerina, recién llega a la Gran Manzana, llena de buenas intenciones, solidaria y trabajadora que cree encontrar en Greta una sustituta de su madre recientemente fallecida.

Jordan sabe manejar el suspenso y los hilos de la trama. El film se vuelve muy entretenido y atrapa al espectador de principio a fin. Dado su carácter genérico, cae en algunos clichés típicos. Pero en general, la mano experimentada de Jordan logra que el film llegue a buen puerto en todo momento y la historia que narra se nos haga creíble.

Hay en el film un doble final haciendo honor a estos tiempos modernos donde nada es lo que parece. Yo honestamente, me hubiera quedado con el primer final, un final abierto que dejaba al espectador con una incertidumbre sobre el triunfo de la maldad. El segundo final, el real, de alguna manera corporiza la maldad y no deja nada librado a la interpretación del espectador. Es que la maldad nunca muere.

POR LA GRACIA DE DIOS de Francois Ozon


LEJOS DE SEÑOR, CERCA DE LA INFAMIA

Francois Ozon es un prolífico cineasta francés autor de una obra con algunos altibajos pero nunca carente de interés. En esta oportunidad, se ha presentado en la Argentina su último trabajo, Por la Gracia de Dios, reciente ganador del festival de Berlín 2019.

El film es un drama que sigue a un grupo de hombres que se unen para dar a luz el código de silencio que durante años protegió a un sacerdote que abusó decenas de niños en un campamento de una escuela religiosa en Francia hace más de 30 años.

Basado en los sucesos que dieron lugar a la condena del cardenal Philippe Barbarin, en Lyon, en 2018 por ocultar la conducta del padre Bernard Preynat, POR LA GRACIA DE DIOS narra los diversos esfuerzos realizados para dar a luz aquellos abusos, a la vez de ilustrar sobre los efectos de los traumas provocados en los sobrevivientes y sus respectivas familias en esta crónica sobre la resistencia, el poder de la movilización, la vergüenza y el miedo a dar a conocer los hechos ocurridos.

Francois Ozon plantea el drama como una crónica dentro de un espíritu documentalista que recrea la rebelión de una de las víctimas que, dándose cuenta que con un pedido de perdón no basta para resarcir la vergüenza ocultada durante tantos años. En consecuencia, decide continuar la lucha buscando a sus viejos compañeros de colegio con los que había compartido códigos de silencio, uniéndose para desmantelar dichos código y dar a luz aquellas verdades inconfesables que habían ocurrido durante su niñez.

No obstante la sinceridad y la nobleza del relato, el film cae en un alegato que termina resultando repetitivo, aunque esa repetición no hace más que enfatizar en los códigos de silencio que se ha impuesto la Santa iglesia Católica al respecto. Podría interpretarse como si los sacerdotes acusados estuvieran absolutamente fuera de la ley de los hombres y solo estuvieran condenados por su conciencia.

Dado que estos sucesos han ocurrido hace más de 25 años, las acciones legales están prescriptas. En consecuencia, los esfuerzos por obtener una sentencia judicial favorable a las victimas y/o poder condenar al sacerdote acusado ya no existe debido a que el periodo legal para reclamar justicia ha terminado. Solo queda el pedido de perdón de manera religiosa, el cual puede o no ser aceptado por la víctima, pero esta última nunca lograra una condena penal por parte de su abusador.

Cabe aclarar que en general, dado que los abusadores han continuado en su accionar, y dada la labor de estos grupos de damnificados, han continuado apareciendo casos similares que si han podido ser canalizados a través de justicia. No obstante ello, la Iglesia no denuncia los casos sino que son las propias víctimas las que lo hacen.

Incluso, el título original de esta película es la traducción de la frase francesa "Grâce à Dieu".Esta una frase que expresa el ex arzobispo cardenal Barbarin en una entrevista: "Gracias a Dios, estos eventos están sujetos a prescripción", dando a entender como una expresión de alivio de que el perpetrador ya no pueda ser procesado.

El film de Ozon es claro y contundente respecto a su denuncia. No obstante ello, el espíritu reiterativo de los casos, el estilo falsamente documentalista adoptado, la larga duración del film (137 minutos) atentan contra el hecho puramente cinematográfico a pesar de su clara e importante postura formulada.

sábado, 24 de agosto de 2019

ERASE UNA VEZ EN HOLLYWOOD de Quentin Tarantino


UN TROPEZÓN PROVOCA CAÍDA

Desde que Pulp Fiction ganó la Palma de Oro en Cannes en 1994 y Quentin Tarantino se transformó en gran maestro del cine, y por ende, director de culto, ha realizado hasta la fecha, 7 largometrajes donde nunca pudo igualar a aquel ya clásico film, sino lo que es peor, cada película ha significado un peldaño descendiente respecto de aquel momento de gloria. Con Erase una vez…, lamentablemente, ha llegado al punto más bajo de su carrera como guionista y director de cine.

El problema principal no es uno sino dos. En primer lugar, el marco referencial. En segundo lugar, el propio desarrollo de la trama.

El marco referencial es absolutamente abrumador. Las citas cinematográficas permanentes, la descripción de la zona donde vive su protagonista y sus propios vecinos, requieren del espectador una atención permanente, por otra parte, absolutamente innecesaria para seguir el desarrollo de la trama que, en definitiva, podría suceder en cualquier otro lado. Tal como lo presenta Tarantino, resulta una invitación al cholulaje.

En cuanta a la trama, ocurre otro tanto. Cuenta con un guión muy flojo que apenas llega a delinear a dos personajes que sin lugar a dudas terminan componiendo los propios dos buenos actores (Leonardo Di Caprio y Brad Pitt) que personifican los papeles principales dándoles su propia credibilidad profesional. El resto de los personajes no son siquiera episódicos. Es como si Tarantino se diera el gusto de contar con una serie de famosos a los cuales conforma con un bolo que les permite formar parte del cast de la película.

No obstante ello, el guión se parece más al de una comedia situacional que al de una película de casi tres horas de duración. Una de sus fallas, es dejar totalmente a la deriva a dichos personajes, los cuales nunca encuentran un espacio propio aunque viajen de Hollywood a Roma, ida y vuelta, y recorran Los Angeles hasta sus propios confines sin que claramente aparezca el propósito de esa proeza.

Los primeros momentos del film parecieran hacernos creer que estamos ante un homenaje a los actores de televisión y sus dobles, más tarde a las películas de género de Hollywood. Pero no es así. Las referencias vagas que utiliza el guionista y director confunden al espectador. Por ejemplo, al principio del film el personaje de Di Caprio parece inspirarse en la historia de Clint Eastwood, quien empezó haciendo Cuero Crudo (Rawhide 1959-65) y más tarde viajo a Italia donde se hizo famoso de la mano de Sergio Leone con Por Un Puñado de Dólares. Pero esto es una casualidad. No se trata de Eastwood y mucho menos se trata de un homenaje.

Más tarde en el film aparecen unos vecinos que son nada menos que Sharon Tate y Roman Polanski. Otra vez pareciera que la cosa toma el rumbo de narrar las muertes horripilantes que tuvieron lugar en la casa vecina, pero tampoco sucede ello. Aparecen, en cambio, unos hippies que Tarantino pinta lejos del amor, paz y rock and roll, lema de aquella época. Pero no hay ninguna conexión narrativa con el Caso Tate.

En esas pérdidas continúas del rumbo, en ese divagar, parece concentrarse todo lo que Quentin ha escrito y que parece confiar que al volcarlo en imágenes logrará contarnos una historia que pueda llegar a un final. No sucede ello. La historia del actor y su doble, que en definitiva es el verdadero núcleo del relato, queda totalmente desalineado y desatendido por Tarantino llegando a un final cuyo dramatismo se pierde en función de la escasa carnadura que ha dado a sus personajes.

El trabajo de dirección de Quentin es tan errático como su guión. El film resulta desprolijo, repetitivo y al promediar su metraje comenzamos a darnos cuenta que no tiene mucho para contar, o que se ha perdido en su relato, encerrado en su propio laberinto y solo estira la película para lograr llenar el espacio para el que se lo ha contratado.

La situación por la que atraviesa el cine americano es realmente preocupante. La temporada pasada de los Oscars fue decepcionante. La decepción vuelve a repetirse ahora con el estreno de Erase Una Vez en Hollywood, quizás, el film más esperado del año. En mi opinión, el film de Quentin Tarantino no está a la altura de las expectativas desarrolladas.

lunes, 19 de agosto de 2019

SANTIAGO, ITALIA de Nanni Moretti


DE LA POLITICA AL HUMANISMO

Salí encantado de ver este interesante nuevo film de Nanni Moretti, el director italiano aclamado por Caro Diario (1993), La Habitación del hijo (2001) y esa maravilla del 2015 que fue Mia Madre. Su cine ha estado en permanente mutación. En la década del `90, Moretti era un cómico que ensayaba en forma fílmica. A partir del cambio de siglo, comienza a hacer una introspección, y aparece con La habitación del Hijo, un drama familiar de características mayúsculas. Un film donde la muerte de un miembro de la familia deja sin sentido la vida de los demás. Su film resulta ser ganador de la Palma de Oro en Cannes. Hace tres años volvió a deslumbrar con un tema similar con Mi Madre. Ese mismo" yo" de Moretti reaparece ahora en un film intimista, emotivo y personal que pareciera ser la segunda parte de su "Caro Diario", pero con una gran diferencia. La propuesta es ahora un paseo interior que mueve su conciencia política, que produce en él sentimientos encontrados que lo llevan a pensar acaso, sobre la idea de la “muerte del ciudadano” y “la migración”.

Estamos, ante todo, analizando un documental de carácter político que analiza un hecho muy especial, de carácter humanista y clandestino, ocurrido durante la dictadura de Pinochet en Chile después de la caída del gobierno popular de Salvador Allende, ello es la instalación de un centro de refugiados chilenos creado en la propia embajada italiana en Chile.

Con mucho tacto,  casi con un espíritu didáctico, Moretti divide su film en tres momentos diferentes: 1) Los sucesos que originan la caída de Salvador Allende, 2) La enorme represión iniciada por el General Augusto Pinochet, a cargo del nuevo gobierno chileno, y 3) la intervención de Italia en el conflicto chileno dando refugio a perseguidos políticos.
El film se nutre de diferentes fuentes, entre las cuales están las opiniones y recuerdos de diferentes perseguidos políticos entre los cuales se encuentran Patricio Guzmán y Miguel Littin, ambos directores de cine chilenos cuyas obras cinematográficas han dado un gran testimonio de lo ocurrido. Moretti usa parte de ese material no solo para recordar aquella época sino para reivindicar la acción humanitaria que generó el gobierno italiano amparando a cientos de militantes comunistas.

Es así como el cineasta comienza a describir una parábola para el recuerdo que va desde lo político a los sucesos represivos más violentos, salvajes y totalitarios para terminar en una visión humanista del problema. De esa manera, recorre los años 70 mostrando el triunfo de Allende y su intento reformista, la alta conflictividad generada toda vez que el caudal electoral de Allende  apenas alcanzó al 36 % de los votos, terminando en una situación política y social insostenible que indujo el salvaje Golpe de Estado del 11 de setiembre de 1973.

Con gran lucidez narrativa el director italiano culmina su análisis narrando un pequeño episodio ocurrido en medio de aquella gran tragedia. Partiendo de una situación de alta conflictividad política y social, se cae en una represión sangrienta de una ferocidad inusitada, que, no obstante, da lugar a una intervención de carácter clandestino de la propia Embajada de Italia en Santiago. Aquello permitió el asilo de unas 800 personas, las cuales, en su mayoría, terminaron por exiliarse, tomando la ciudadanía italiana, y se radicaron en aquel país que los recibió con solidaridad y trabajo. Una luz en medio de la oscuridad. Un soplo de vida entre la desaparición y la muerte. Una historia tremenda sobre la pérdida de un sueño, el desarraigo y el volver a empezar en un país extranjero.  


No obstante ello, lo interesante del film de Moretti es resalta la aventura humana. La mirada que termina prevaleciendo es la de un humanista, más allá de las nacionalidades, del exilio, de las etnias, del lenguaje, del pensamiento político, la del hombre que solo busca un bienestar, para él y su familia, integrarse a la sociedad y ser parte de ella. Vivir en una sociedad que garantice la igualdad y sobre todo, la libertad.

viernes, 16 de agosto de 2019

LA ODISEA DE LOS GILES de Sebastián Borensztein



EL ESTAFADOR ROBADO

A partir de una novela escrita por Eduardo Saccheri, la cual recibió el premio Alfaguara 2016, que se inspira muy libremente en los sucesos que generó el corralito financiero de diciembre de 2001, Sebastián Borensztein encara su quinto largometraje con suerte diversa.

Reuniendo un gran elenco de notables actores capaces de componer personajes al borde de la caricatura, hace correr una fluida trama de características corales, imbuida de un espíritu de necesidad de justicia que termina generando una especie de venganza.

Los giles a que alude el título del film no son otros que las propias víctimas que generan las pésimos manejos de las arcas públicas de los sucesivos gobiernos que nos han tocado en turno, que aplicando políticas de carácter populista con el ánimo de contener al pueblo terminan por vaciar las arcas del Estado y en consecuencia se ven en la necesidad a recurrir al viejo recurso de hacer una macro devaluación del peso y congelar depósitos bancarios para devolverlos 10 años después.

El film habla indirectamente de la injusticia social que provocan estas políticas y desarrolla, basándose en los personajes de Saccheri, un grupo muy querible de victimas de aquel flagelo compuesto por diferentes prototipos del ser nacional, inclusive con distintas afinidades políticas, que llegan a unirse fraternalmente para recuperar el dinero que el corralito financiero les ha quitado haciendo justicia mediante una venganza en la cual el propio estafador se vuelve víctima de un robo.

Esta cuestión de la unión de caracteres tan diversos es tal vez unos de los puntos más fuertes y positivos que experimenta el film, dejando muy claro que la unión hace la fuerza, pero también, enfatizando que no solo la fuerza logra el objetivo sino también el respeto del uno por el otro, donde el escuchar a los demás no solo infunde respeto sino nutre a uno mismo.

Con un guión que se estructura en base a una narración clásica tipo western suburbano, los mayores méritos de la película se encuentran en el gran entretenimiento que proporciona desde principio a fin del relato. Condimentada con personajes muy bien delineados dentro de un tono tendiente al grotesco criollo, con diálogos agiles, replicas punzantes y graciosas, y con actuaciones que sin lugar a dudas componen personajes delirantes que resultaran inolvidables, el film avanza casi sin obstáculos hacia el aplauso mayoritario de la platea.

No obstante ello, la gran crítica que cabe cuestionar es la mirada naif que provocan estos seres desangelados, solos, perdidos, desorientados. Parecerían ignorar que si votan populismo, a la larga, recibirán populismo. El Estado Nacional gasta más que lo que recauda, genera déficit fiscal, y obviamente, toma deudas o lo que es peor, emite dinero sin respaldo. El peso se devalúa, la economía genera inflación, la gente toma conciencia, comienzan las corridas bancarias, y finalmente el Estado, impone un “corralito” a los depósitos bancarios tomando a todos por sorpresa.

El guión de Borensztein toma estos elementos, los banaliza, crea personajes que por definición son víctimas sociales, y los une en torno a un proyecto que no es más que otro robo, esta vez, a un estafador. No por ser un estafador la acción de restitución deja de ser otro delito. Entramos en aquel dicho que dice que el que roba a un ladrón tiene cien años de perdón.

No sé si la intención de Saccheri o de Borensztein fue señalar el carácter inmoral de toda una sociedad. Honestamente creo que no. Pero la película termina siendo banal al meter a todos sus personajes en una misma bolsa de la que raramente podrían sacar un resultado que tuviera que ver con el respeto de la ley y la satisfacción de un clamor de justicia. Y lo que es peor, se justifica a quien hace justicia por mano propia cuando en realidad, el contrato social ha determinado que la justicia estará en manos de los jueces.
Por otra parte, cabe agregar que un gil es una persona fácil de engañar. Una mirada más profunda del film deja entrever que no siempre las víctimas son giles sino personas que han estado dispuestas a tomar un riesgo mayor, a pensar que “total va a pasar nada” o “el Estado no puede quebrar”. Pero la historia continúa y se repite. La perseverancia en el error de apreciación es lo que nos lleva a esas situaciones sin salida.

Entretenida, siempre interesante, con grandes actuaciones de todo el elenco, Borensztein consigue realizar un film que sin duda será exitoso pero que tal vez esté por debajo de sus anteriores trabajos, especialmente de Un Cuento Chino, y deja un gran interrogante sobre la moral social en Argentina. Robar a un ladrón no constituye un acto de justicia.

viernes, 2 de agosto de 2019

DOGMAN de Matteo Garrone


UN MUNDO PERRO

Matteo Garrone es un director italiano de 50 años que ha ganado los premios más importantes del cine italiano en los últimos 10 años. En 1996 se hizo acreedor del Sacher de Oro por el cortometraje Silhouette (1996), en 2008 es galardonado como el Mejor Director tanto en los European Film Awards como en la entrega de los David di Donatello en Italia donde es reconocido por su labor en Gomorra. En 2012 llega su consagración al ganar la Palma de Oro en Cannes por su film Realidad. Ahora, en Buenos Aires, se estrena su última película, Dogman, presentada en el Festival de Cannes de 2018 que ganó el premio al mejor actor por la extraordinaria labor de Marcello Fonte.

Dogman es una parábola sobre una sociedad salvaje. Una mirada desesperanzada sobre la animalidad del hombre moderno. Narra la historia de Marcello, un peluquero canino divorciado de su mujer con quien ha tenido una hija de unos 8 años con quien mantiene una excelente relación y comparte la pasión por el buceo. Por otra parte, tiene una relación de amistad con Simoncino, un grandote maleducado y drogón que no es bueno para nada.

La inteligencia del guión de Garrone hace que el mismo gire en torno de la figura de Marcello. Ello permite el lucimiento de Fonte no solo en la actuación, sino también la profunda pintura que hace de su personaje principal, en cual, llevado por Simoncino y la droga, comienza un camino de degradación personal hasta transformarse él mismo en un animal.

El problema de Marcello es que su amigo es también un acosador que lo lleva y lo obliga a transitar por la vía del delito. Hay en esa relación una sumisión por parte de Marcello respecto de Simoncino, pero la relación entre ambos cambiará drásticamente después que éste último tenga que pasar una experiencia extrema.

El film realiza una pintura que evoca cierto neorrealismo que hace recordar a Passolini. Específicamente, en algunos pasajes del film, a “Mamma Roma”. Marcello realiza una trayectoria parecida. Un ser errante que parece no tener un objetivo claro en la vida, como si su existencia se escindiera en dos mitades, una buena y una mala que son incapaces de conciliarse. Pero además, parece haber un destino inevitable relacionado con la pertenencia a una clase social. Es como que sabemos que inexorablemente ese andar de Marcello siempre encontrará un obstáculo por delante que está determinado por una cuestión de clase.

Y en ese destino hay un determinismo tal que nos hace saber que por más que el personaje tiene un lado bueno, en el que prevalece el amor por su hija, su placer por el buceo, o el afecto que siente por los perros a quienes cuida, alimenta, embellece, y hasta cura sin ser un veterinario, todo eso no alcanza ni alcanzará nunca para poder salir de lo estanco debido a una situación social que es inflexible y no da oportunidades.

Las tomas largas, mostrando a los personajes perdidos en el paisaje, las casas teñidas de grises por la humedad cercana de la playa, los charcos de agua consecuencia de una asfalto carente de mantenimiento, enmarcan esta historia de marginales que nunca podrán salir de ese pequeño mundo que los rodea y encierra, sobretodo porque no solo son esclavos de una sociedad que los mira con indiferencia sino también porque comienzan a ser esclavos de una droga que los anula y despersonaliza.

Gran película de Matteo Garrone. Una película audaz y adulta a la vez. Una mirada cálida sobre una estado de situación patético que habla de muy poca esperanza y nulidad de salvación. Para pensar.