UN TROPEZÓN PROVOCA CAÍDA
Desde que Pulp Fiction ganó la Palma de Oro en Cannes en
1994 y Quentin Tarantino se transformó en gran maestro del cine, y por ende,
director de culto, ha realizado hasta la fecha, 7 largometrajes donde nunca
pudo igualar a aquel ya clásico film, sino lo que es peor, cada película ha
significado un peldaño descendiente respecto de aquel momento de gloria. Con
Erase una vez…, lamentablemente, ha llegado al punto más bajo de su carrera
como guionista y director de cine.
El problema principal no es uno sino dos. En primer lugar,
el marco referencial. En segundo lugar, el propio desarrollo de la trama.
El marco referencial es absolutamente abrumador. Las citas
cinematográficas permanentes, la descripción de la zona donde vive su
protagonista y sus propios vecinos, requieren del espectador una atención permanente,
por otra parte, absolutamente innecesaria para seguir el desarrollo de la trama
que, en definitiva, podría suceder en cualquier otro lado. Tal como lo presenta
Tarantino, resulta una invitación al cholulaje.
En cuanta a la trama, ocurre otro tanto. Cuenta con un
guión muy flojo que apenas llega a delinear a dos personajes que sin lugar a
dudas terminan componiendo los propios dos buenos actores (Leonardo Di Caprio y
Brad Pitt) que personifican los papeles principales dándoles su propia credibilidad
profesional. El resto de los personajes no son siquiera episódicos. Es como si
Tarantino se diera el gusto de contar con una serie de famosos a los cuales conforma
con un bolo que les permite formar parte del cast de la película.
No obstante ello, el guión se parece más al de una comedia
situacional que al de una película de casi tres horas de duración. Una de sus
fallas, es dejar totalmente a la deriva a dichos personajes, los cuales nunca
encuentran un espacio propio aunque viajen de Hollywood a Roma, ida y vuelta, y
recorran Los Angeles hasta sus propios confines sin que claramente aparezca el
propósito de esa proeza.
Los primeros momentos del film parecieran hacernos creer
que estamos ante un homenaje a los actores de televisión y sus dobles, más
tarde a las películas de género de Hollywood. Pero no es así. Las referencias
vagas que utiliza el guionista y director confunden al espectador. Por ejemplo,
al principio del film el personaje de Di Caprio parece inspirarse en la
historia de Clint Eastwood, quien empezó haciendo Cuero Crudo (Rawhide 1959-65)
y más tarde viajo a Italia donde se hizo famoso de la mano de Sergio Leone con
Por Un Puñado de Dólares. Pero esto es una casualidad. No se trata de Eastwood
y mucho menos se trata de un homenaje.
Más tarde en el film aparecen unos vecinos que son nada
menos que Sharon Tate y Roman Polanski. Otra vez pareciera que la cosa toma el
rumbo de narrar las muertes horripilantes que tuvieron lugar en la casa vecina,
pero tampoco sucede ello. Aparecen, en cambio, unos hippies que Tarantino pinta
lejos del amor, paz y rock and roll, lema de aquella época. Pero no hay ninguna
conexión narrativa con el Caso Tate.
En esas pérdidas continúas del rumbo, en ese divagar,
parece concentrarse todo lo que Quentin ha escrito y que parece confiar que al
volcarlo en imágenes logrará contarnos una historia que pueda llegar a un
final. No sucede ello. La historia del actor y su doble, que en definitiva es
el verdadero núcleo del relato, queda totalmente desalineado y desatendido por
Tarantino llegando a un final cuyo dramatismo se pierde en función de la escasa
carnadura que ha dado a sus personajes.
El trabajo de dirección de Quentin es tan errático como su
guión. El film resulta desprolijo, repetitivo y al promediar su metraje
comenzamos a darnos cuenta que no tiene mucho para contar, o que se ha perdido
en su relato, encerrado en su propio laberinto y solo estira la película para
lograr llenar el espacio para el que se lo ha contratado.
La situación por la que atraviesa el cine americano es realmente
preocupante. La temporada pasada de los Oscars fue decepcionante. La decepción
vuelve a repetirse ahora con el estreno de Erase Una Vez en Hollywood, quizás,
el film más esperado del año. En mi opinión, el film de Quentin Tarantino no está
a la altura de las expectativas desarrolladas.
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