domingo, 23 de enero de 2022

RIFKIN´S FESTIVAL de Woody Allen

PECADORES CIRCUNSTANCIALES

El estreno casi sorpresivo de la nueva película de Woody Allen, su obra número 48,  llenó de alegría al pueblo cinéfilo dado el magro aporte cinematográfico que ha originado la pandemia. Es evidente que el miedo que genera la misma no solo ataca a los seres humanos sino también otros lugares más insólitos como el de la taquilla cinematográfica, donde se registra una cantidad insignificante de estrenos, y una escasa toma de riesgo artístico y de producción cinematográfica en la mayoría de los países del mundo.

Allen no podía dejar de ser Allen y hace gala de presencia con un muy pequeño pero personal film que llena de humanidad a nuestra cartelera. Su nuevo film no solo nos lleva a un festival de cine sino también a San Sebastián, al país vasco, en España donde se desarrolla habitualmente ese evento.

Allí transcurre la acción y allí llega Rifkin, un escritor en decadencia casado con una productora de cine, una mujer más joven a la que no entiende mucho, ya  que le lleva unos cuantos años de edad, lo cual agranda la brecha del mutuo desentendimiento.

Pero Mort Rifkin, magníficamente interpretado por Wallace Shawn, sospechosamente un alter ego del propio Allen (aunque no coincidan en tamaño), aburrido como una ostra en un festival donde prácticamente no pasa nada a raíz de la pandemia, y sabiendo que su mujer Sue (Gena Gerson) está flirteando con  un director de cine de moda más joven que ella, comienza a enamorase de una médica que también tiene problemas maritales.

La pareja de Wallace y Sue se ha desmoronado. Ambos se sienten atraídos por una persona más joven que ellos. No hay duda que aquí Allen está hablando de sus propios fantasmas maritales que, además, tantos disgustos y problemas judiciales le han acarreado. Pero Allen habla de esto con recato. No intenta poner una barrera ni tampoco busca su auto justificación ni mucho menos. Por el contrario, deja a sus personajes librados al azar, que sigan su propio derrotero porque, simplemente, el Festival está terminando y cada uno debe volver a su casa.

No obstante, algo pasa. Se siente en el aire. La ronda del amor no dejar de rodar en San Sebastián. El personaje de Mort adquiere finalmente una gran relevancia toda vez que asume claramente una responsabilidad cuando va en busca de la médica sabiendo que su matrimonio se acaba.

El film resulta una clásica obra de Allen. Un mundo donde las relaciones amorosas son necesariamente inestables y pasajeras, donde ya no importa ni la edad ni el sexo de las parejas, donde la fascinación por el otro comienza por su popularidad, o su representatividad, o su sex appeal, o su patrimonio. No hay lugar para los ignotos. Solo se trata de gozar, de pasarla bien. No hay condena en ello.


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