EL QUE ROBA A UN LADRÓN…
Este film americano, dirigido por una mujer, actuado
principalmente por mujeres, y con un tema que hace a la condición femenina es
una comedia policial muy lograda que además nos cuenta una historia muy
interesante.
Trata sobre las actividades que ejercen un grupo de mujeres
que practican una de las profesiones más viejas del mundo. Transcurre en Nueva
York a principios de este siglo XXI, durante el crack financiero de 2008, y
está basada en hechos reales publicados en un artículo del New York Magazine.
Si bien la mirada sobre la prostitución es condescendiente
y las mujeres que ejercen el oficio están acordes al medio lujoso y hasta
glamoroso en que se movilizan, el film narra la historia del nacimiento, apogeo
y caída de un grupo femenino que en tiempos de malaria económica, y ante la
falta de trabajo sostenido, deciden estafar a sus clientes invitándolos a pasar
una noche inolvidable donde reina el sexo, las drogas y la diversión a un costo
de facturación variable acorde con el propio límite disponible de la tarjeta de
crédito del usuario.
El film no impone una mirada moral pero claramente opera
como un espejo de la realidad. Nos muestra como una sociedad puede ganar y
gastar dinero con gran facilidad. La clave es la falta de controles.
Transcurre, no casualmente, durante el crack de 2008. Un
problema de carácter eminentemente financiero estalló en la bolsa de Nueva York
y se propagó rápidamente por todo el mundo ante la incapacidad de reacción de
los protagonistas. Sus víctimas fueron producto de la falta de controles por
parte de la Reserva Federal respecto de las operaciones de redescuento de los
dos bancos hipotecarios privados más importantes de los Estados Unidos. Los
resultados de la crisis desatada no fueron casuales. Sus consecuencias, de carácter mundial y de
largo plazo.
La película confronta un paralelismo en el que se exalta el
liberalismo en su estado más puro. Tanto de un lado (la prostitución) como del
otro (la actividad financiera) muestran una liviandad tal donde ni las fuerzas
policiales ni los controladores de la Reserva Federal muestran capacidad de
reacción. Esto, que en su base es un hecho dramático, da lugar a que la película,
básicamente una comedia clásica al estilo americano, se luzca a través de una
serie de situaciones cómicas muy bien hilvanadas y actuadas, que incluso hasta provocan
un cierto aire renovador en la comedia americana.
Estamos, por un lado, ante una tragicomedia que, en lo social,
destapa las pobres vidas de un grupo de mujeres que intentan insertarse en la
sociedad de consumo ejerciendo un trabajo ilegal. Por otro, una situación donde
un sistema bancario queda fuera de control generando una crisis cuyas secuelas
alcanzan el largo plazo y el plano mundial.
Narrada a toda velocidad, con un gran poder de síntesis, muy
bien actuada en sus roles principales, estupendamente coreografiada y
fotografiada, este trabajo es el tercer largometraje de Lorena Scafaria, que no
solo dirige bien sino también escribe un guión muy interesante. Su habilidad
como escritora y como directora de cine quedan evidenciadas en este obra
compacta, sin fisuras, rítmicamente bien narrada, entretenida, con una mirada
social que se centra en los sectores de aquellos que deben enfrentar la crisis
con menores recursos económicos pero que no están dispuestos a ceder ante ella.
En la coproducción de este film participa Jennifer Lopez, que además tiene el
rol protagónico de la película.
La propuesta resulta interesante. Estamos ante una gran
tragicomedia cuyo tono farsesco está plenamente logrado. Estructurada en base a
un guión muy bien desarrollado muestra que ante la adversidad no se debe
claudicar porque siempre puede encontrarse una puerta de salida. El film en
ningún momento asume una postura de falsa moralina. Por el contrario, deja
observar que el lujo y la concentración de riqueza de una ciudad como Nueva
York no son un obstáculo sino todo lo contrario, una fuente permanente de
oportunidades que incentiva la movilidad social y siempre hay lugar para aquel
sujeto que esté dispuesto a atreverse y tomar riesgos. Aunque como en este
caso, los riesgos conduzcan a la cárcel.
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