EQUILIBRADA, CONVENCIONAL Y POSITIVA
Esta película que data de 2020 y que ha hecho esperar su estreno, pandemia mediante, es una obra interesante del director James D´Arcy, que resulta también muy entretenida toda vez que busca retratar un momento en la vida de un padre y un hijo que se han distanciado por esas cosas de la vida, y que se vuelven a encontrar después de mucho tiempo por un tema sucesorio.
El problema es del muchacho que proyecta realizar una
galería de arte y para eso necesita un dinero que no tiene. Consecuencia de
ello, acude a su padre, que tiene una casa prácticamente abandonada en la Toscana
italiana. El hombre, un pintor ya entrado en la madurez, con ánimo de colaborar
con su hijo, lo invita a viajar a Italia y ver en aquel país que probabilidades
tienen de vender la casa y obtener el dinero que el joven necesita.
D´Árcy, director y guionista del film, maneja con soltura
el material y lo desarrolla de manera dinámica para que el espectador logre
interesarse en un tema conocido, logrando sacarlo a flote en base a las homogéneas
y convincentes actuaciones de todo el elenco y al adecuado equilibrio con que
describe las relaciones personales que se entablan entre el personaje principal
interpretado por Michael Richardson (el hijo), tanto con su padre (Liam Neeson) como con su
vecina (Valeria Nielo).
El film, con buena predisposición, busca siempre el
encuentro. Padre e hijo han estado separados durante bastante tiempo, se han
visto poco y resultan dos extraños cuando Michael reaparece en la vida de su
padre para pedirle dinero. Esta situación podría marcar de entrada un conflicto
de características pecuniarias. Pero no será así. Ni el padre ni el hijo son personas
materialistas. Entre ellos no existen ese tipo de diferencias. Además, ambos creen
en el esfuerzo del trabajo.
El padre es un pintor bohemio, mayor de 60 años, que está
pasando una especie de crisis creativa y necesita hacer un cambio. Su hijo ve
una oportunidad en desarrollar una galería de arte pero carece del dinero
necesario. Está convencido que su futuro está en ello. Parece ser que más que
el amor filial es el arte quien los une.
El hijo convencerá a su padre de realizar el proyecto,
quien tendría un vehículo para exponer sus obras y ganar dinero en el terreno
que lo apasiona: el arte.
La llegada a La Toscana los encuentra con una casa semi
derruida. Después de ese primer gran impacto comienzan a pensar en positivo y
se dan cuenta que nada es imposible. La película avanza en todo momento y no se detiene. Los
personajes van madurando a medida que se van encontrando.
Una casa en la Toscana es sobretodo un film que destaca
la experiencia y donde la esperanza es posible. La aparición de cada personaje
es casi una solución para el otro. Su positivismo es manifiesto, lo cual
permite superar el pasado, dejando tan solo alguna cicatriz. Esa idea de abandonar
el pasado y permanentemente buscar un camino hacia el futuro la vuelve
sumamente atractiva más allá de cualquier idea de inocencia que pudiera
parecer.
Los personajes siempre se mueven dejando atrás
cuestionamientos como si no hubiera facturas pendientes entre ellos. El futuro
se impone haciendo que el presente se transforme en un hacer permanente.
Film agradable de ver, entretenido, algo predecible, muy
bien actuado (el Robert de Liam Neeson será recordable porque además lo saca de
los papeles convencionales de sus policiales negros), bien sonorizado, expresando
una experiencia que facilita y permite las realizaciones de sus personajes. Por
otro lado, los paisajes de la Toscana como telón de fondo son un lugar aparte
que si bien aísla, también seguramente brindan ese ambiente tan íntimo y especial
que desarrolla la película, aunque su belleza real supera largamente a las
fotografías que con mucho tino ilustran el lugar donde se desarrollan las
escenas más importantes del film.
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