viernes, 5 de agosto de 2022

UNA CASA EN LA TOSCANA de James D´Arcy

 EQUILIBRADA, CONVENCIONAL Y POSITIVA

Esta película que data de 2020 y que ha hecho esperar su estreno, pandemia mediante, es una obra interesante del director James D´Arcy, que resulta también muy entretenida  toda vez que busca retratar un momento en la vida de un padre y un hijo que se han distanciado por esas cosas de la vida, y que se vuelven a encontrar después de mucho tiempo por un tema sucesorio.

El problema es del muchacho que proyecta realizar una galería de arte y para eso necesita un dinero que no tiene. Consecuencia de ello, acude a su padre, que tiene una casa  prácticamente abandonada en la Toscana italiana. El hombre, un pintor ya entrado en la madurez, con ánimo de colaborar con su hijo, lo invita a viajar a Italia y ver en aquel país que probabilidades tienen de vender la casa y obtener el dinero que el joven necesita.

D´Árcy, director y guionista del film, maneja con soltura el material y lo desarrolla de manera dinámica para que el espectador logre interesarse en un tema conocido, logrando sacarlo a flote en base a las homogéneas y convincentes actuaciones de todo el elenco y al adecuado equilibrio con que describe las relaciones personales que se entablan entre el personaje principal interpretado por Michael Richardson (el hijo),  tanto con su padre (Liam Neeson) como con su vecina (Valeria Nielo).  

El film, con buena predisposición, busca siempre el encuentro. Padre e hijo han estado separados durante bastante tiempo, se han visto poco y resultan dos extraños cuando Michael reaparece en la vida de su padre para pedirle dinero. Esta situación podría marcar de entrada un conflicto de características pecuniarias. Pero no será así. Ni el padre ni el hijo son personas materialistas. Entre ellos no existen ese tipo de diferencias. Además, ambos creen en el esfuerzo del trabajo.

El padre es un pintor bohemio, mayor de 60 años, que está pasando una especie de crisis creativa y necesita hacer un cambio. Su hijo ve una oportunidad en desarrollar una galería de arte pero carece del dinero necesario. Está convencido que su futuro está en ello. Parece ser que más que el amor filial es el arte quien los une.

El hijo convencerá a su padre de realizar el proyecto, quien tendría un vehículo para exponer sus obras y ganar dinero en el terreno que lo apasiona: el arte.

La llegada a La Toscana los encuentra con una casa semi derruida. Después de ese primer gran impacto comienzan a pensar en positivo y se dan cuenta que nada es imposible. La película  avanza en todo momento y no se detiene. Los personajes van madurando a medida que se van encontrando.

Una casa en la Toscana es sobretodo un film que destaca la experiencia y donde la esperanza es posible. La aparición de cada personaje es casi una solución para el otro. Su positivismo es manifiesto, lo cual permite superar el pasado, dejando tan solo alguna cicatriz. Esa idea de abandonar el pasado y permanentemente buscar un camino hacia el futuro la vuelve sumamente atractiva más allá de cualquier idea de inocencia que pudiera parecer.

Los personajes siempre se mueven dejando atrás cuestionamientos como si no hubiera facturas pendientes entre ellos. El futuro se impone haciendo que el presente se transforme en un hacer permanente.

Film agradable de ver, entretenido, algo predecible, muy bien actuado (el Robert de Liam Neeson será recordable porque además lo saca de los papeles convencionales de sus policiales negros), bien sonorizado, expresando una experiencia que facilita y permite las realizaciones de sus personajes. Por otro lado, los paisajes de la Toscana como telón de fondo son un lugar aparte que si bien aísla, también seguramente brindan ese ambiente tan íntimo y especial que desarrolla la película, aunque su belleza real supera largamente a las fotografías que con mucho tino ilustran el lugar donde se desarrollan las escenas más importantes del film.

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