sábado, 5 de octubre de 2019

JOKER de Todd Philips


UN LLAMADO DE ATENCION

En los años 60, leía sus aventuras en las revistas mexicanas. Más tarde, vería la serie de televisión de Batman y Robín donde Guasón era un villano simpático. En 1966, los héroes pasan al cine. Joker fue personificado por George Romero. En 1989, Warner decide revivir a Batman, Tim Burton en la dirección y Jack Nicholson como Guasón. Se genera una saga que dura toda una década. A mediados de los 2000, reaparece Batman y en 2008 el Joker en El Caballero de la Noche, personificado por Heath Ledger. Su actuación extraordinaria le vale un Oscar. Ahora, la Warner asociada con DC, deciden dar vida propia al Joker. Todo un acierto.

Hace tiempo que el cine americano no produce una joya cinematográfica como ésta. Más allá de las diferentes versiones mencionadas y de sus formas (revistas, televisión y cine), en esta nueva versión con Joaquín Phoenix el personaje se transforma en un ser desclasado, con importantes problemas mentales que representa el desconformismo y el resentimiento de toda una clase social que no ve otra salida que la violencia.

En Joker, tanto el texto de Todd Philips como su dirección, enfatizan en la indiferencia de esa sociedad en estado de cambio donde el trabajo no abunda y mucho menos para aquellos que sufren algún tipo de marginalidad o carecen de los estudios adecuados.
El personaje no es una persona normal. Sufre las consecuencias de una alteración mental que es tratada a través del suministro de unas pastillas que le dan los servicios sociales de la ciudad después de una visita periódica a una asistente social.

Vive en Nueva York con su madre, una anciana que padece de problemas cardiacos severos. Trabaja para una empresa de publicidad en la que encara el papel del hombre sándwich. Es victima permanente de todos los vándalos que habitan el barrio.

Joker es Arthur Fleck, y Joaquín Phoenix lo interpreta realizando la actuación de su vida. Es por definición un looser, un perdedor clásico de esta época violenta, que sueña con ser actor. La madre, durante su juventud, ha sido mucama en una mansión y dado que nunca conoció a su padre, intuye que puede serlo el multimillonario Wayne (el padre de Batman). Son acaso hermanos de padre?

El guion de Philips juega con todos estos elementos dirigiéndolos hacia la tragedia haciendo siempre incapie en las cuestiones sociales. Fleck vive en un departamento en mal estado en un suburbio violento. Se maneja en trenes siempre abarrotados rodeado de gente prepotente y violenta. Su trabajo no es una excepción. Lo consigue solo de vez en cuando y la paga es miserable.

No es descabellado pensar que este sujeto desee poder cambiar algo de su vida. Pretende ser actor. Asiste regularmente buscando una oportunidad a los programas de Murray Franklin, un presentador de televisión interpretado por Robert de Niro (con su solvencia de siempre).

Phillips maneja su guión con una destreza e inteligencia única. Su film adquiere la forma de una farsa que inevitablemente conduce a la violencia. Cada escena es una pieza de un rompecabezas que no solo conforma una personalidad única sino también una serie de situaciones que más allá del crimen y la tragedia, convergerán en el caos social.

Encuentro en Joker influencias del cine neoyorkino de Martin Scorsese. Concretamente de Taxi Driver, donde el personaje que interpreta Robert de Niro (Travis Bickle) arrastra secuelas parecidas aunque con orígenes diferentes. Aquello tenía que ver con la intervención de una guerra sucia y la actualidad con cambios profundos en los paradigmas laborales.

Joker es una de las mejores películas americanas que he visto en los últimos años. Partiendo de un personaje conocido por todos, Philips pone en escena toda una tragedia de nuestra época. La falta de trabajo, las relaciones amorosas inestables, la falta de sensibilidad social de los poderosos, la violencia callejera, la marginalidad de los seres diferentes, la soledad que se sufre en las grandes ciudades, la falta de respeto hacia el otro.

Pinta a Joker como una víctima social que, aunque bajo los efectos de barbitúricos y disturbios mentales, tiene la dualidad de habitar entre el bien y el mal, siendo capaz de generar un caos que no es otra cosa que una llamada de atención a una sociedad que está perdiendo sus valores básicos y sobretodo, éticos.

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