martes, 30 de marzo de 2021

TENET de Christopher Nolan

CLASISISMO VS. MODERNIDAD

Tenet, el nuevo film del director inglés, desde su mismo título, parece desafiarnos tanto a la lectura como a la reconstrucción de un relato. La palabra Tenet, en el film de Nolan, es tan solo el apellido del protagonista. No obstante ello, dicha palabra tiene la particularidad del palíndromo: puede leerse tanto al derecho como al revés. Ese parecería ser el objetivo de Nolan. No importa cómo contar una historia sino que el espectador pueda reconstruir y entender a su manera.

La película podría comenzar en cualquiera de sus escenas. Cada una tiene una particularidad en sí misma. Pero el orden del relato, la sucesión de lo visto, no importa demasiado. Es una especie de rompecabezas. Sin embargo, mantiene una coherencia narrativa que demuestra la capacidad autoral y el manejo cinematográfico (guión, actuación, fotografía, sonido, música, y edición), de un director, en este caso también escritor y productor, realmente extraordinario.

No obstante ello, y más allá del paquete lujoso que presenta, Tenet nos deja con un saldo con gusto a poco. No termina de gustar. Creo que se esperaba más de Nolan. Cuando el film llega a su fin, el espectador vuelve a casa con un rompecabezas bajo el brazo que se transforma en tarea para el hogar.

Lejos de lo formal, de la capacidad creativa de su autor, del desafío que implica ver la película, de la calidad cinematográfica de cada una de sus escenas, es tan solo una obra que retrata superficialmente el mundo complicado y al borde del estallido que vivimos, en el cual un nuevo émulo de un James Bond sin glamour, que se pasea por Rusia y Medio Oriente desafiando todo tipo de escenario, encontrándose varias veces con un villano todo terreno perfectamente interpretado por Keneth Branagh, en una rivalidad que parece no tener fin.

En Tenet, presente, pasado y futuro parecen no ser una continuidad. El film transita libremente el tiempo, yendo y viniendo, con la arbitrariedad misma de un escritor y director que produce su propia película y está decidido a darse el gusto de su vida: una película hecha para sí mismo, la de un estudiante obligado a rendir un examen aunque su libertad creativa sea total. También guionista y productor, por momentos, no parece la obra de un director consagrado sino alguien necesitado de demostrar su capacidad narrativa y de puesta en escena. Es en esa cuestión donde el film alcanza la objeción del espectador que termina por pensar que el film no está hecho para él sino que lo ha hecho para sí mismo (el propio Nolan), como queriendo probar su real capacidad narrativa.

Como emulando, y hasta imitando a los primeros films de la serie los Bond, la visión de Nolan extraña la simplicidad y la continuidad narrativa del género. Tenet es una película de espías, con un bueno y uno malo, muy malo, educado y rencoroso, y que en su maldad le impide a su mujer ver a su propia hija. No obstante, es un ser vulnerable, que sufre de un cáncer terminal, un multimillonario que  posee un dispositivo para destruir al mundo.  Su oponente, el personaje de Praya Singh es un Bond moderno que proviene del futuro, y pudiendo leer el pasado, aparece en un atentado en la Ópera de Kiev para cambiar la historia.

Narrada en forma tradicional cuya primera escena nos deja boquiabiertos. Su continuación es un constante devenir en el tiempo en el cual su director luce una brillante capacidad narrativa contando de manera no tradicional el argumento de un film clásico de espías, y demostrando que la aproximación a una forma narrativa no responde en absoluto al clasicismo del género sino a la propia visión y decisiones del director.

No obstante, Nolan consigue poner en escena su discurso. Lo hace en estrictos términos cinematográficos. Su film resulta frio y distante. Demasiado personal para transitar un género. Obviamente, no resulta su mejor obra. Es un ejercicio de estilo en el cual el director, sin necesidad, se demuestra a si mismo su capacidad creativa y narrativa destruyendo la formas y los tiempos convencionales con el propósito de probarse que su capacidad autoral se mantiene intacta y demostrar que lo ya contado no es un obstáculo si el  objetivo es re visionar las formulas clásicas.

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