sábado, 1 de septiembre de 2018

LA QUIETUD de Pablo Trapero


LA INQUIETUD

Poco de quietud tiene la nueva película de Pablo Trapero. Muy cerca del melodrama de características familiares, y muy imbuido de un espíritu revisionista de la historia argentina más reciente, me refiero concretamente a los últimos 40 años, el consagrado director argentino de Mundo Grúa, Carancho, y El Clan parece haber mojado su pólvora, pero sobretodo, haber perdido su rumbo.

Es lamentable como un director tan dotado para el cine, que incluso comienza la película con un travelling de cámara a ras de piso que deja admirado al espectador en su primera escena, comience a dar golpes bajos tratando de contar una historia relacionada con hechos de alta corrupción sucedidos durante la última dictadura militar.

La película desbarranca con una crítica grosera de la alta sociedad argentina donde Trapero no deja títere con cabeza insinuando un incesto entre hermanas con escena masturbatoria incluida, además de un entrecruzamiento de amores entre cuñados, un matrimonio mal avenido de los padres, y un vergonzoso hecho de corrupción del padre durante la dictadura militar que lo relaciona con la apropiación de tierras de desaparecidos, además de un criminal desenchufe de un respirador artificial que mantiene a un moribundo.
En verdad, la película tiene momentos cinematográficos notables, en los cuales el director logra crescendos sostenidos que dan brío a la narración que efectivamente se sostiene por sí misma, interesando no solo por su factura cinematográfica sino por lo que plantea. Pero el efectismo del director como guionista lo lleva a un desbarranco inevitable toda vez que el espectador deschava las intenciones de una crítica social perimida por el transcurso del tiempo, dando lugar a una pérdida de interés tanto de la narración como de la película en sí misma.

Lo notable del caso es que Trapero es un director que cuando eligió la veta del realismo consiguió realizar sus mejores películas. Ahora trata de ir por la vía de la descripción social y equivoca el rumbo. La situación social que plantea es inexistente. La sociedad que describe dejó de tener vigencia hace más de 50 años atrás. Las acciones que relata la película transcurren hoy en día, por lo tanto, responden más a un imaginario popular que a una real situación social de la Argentina de nuestros días.

El personaje de Graciela Borges, por otra parte muy bien actuado, no existe en esa realidad. Ya no quedan patriarcas ni matriarcas corruptos como el que describe la película porque simplemente todos han muerto porque los hechos que dan lugar a la historia han transcurrido ya hace 40 años. Las herencias se han dividido. Las familias aristocráticas han desaparecido. Los militares están todos encarcelados y ninguno de ellos ha podido mantener siquiera un buen pasar. Los nuevos millonarios de la Argentina no son los nobles de la alta sociedad sino los políticos corruptos, algunos empresarios, sindicalistas y deportistas exitosos. El exitoso ha reemplazado al aristócrata.

La tergiversación de la verdad, la insistencia en el mito pasado, no conducen a ningún lado. Bien podría haber apuntado Trapero a la corruptela actual para darle un viso de credibilidad a esta historia que sin propósitos revisionistas hubiera ganado en humanismo, transformando el intento de sátira social en un buen drama sobre la corrupción que estamos viviendo.

1 comentario:

  1. Bien Charly......lo más lapidario que he leído sobre LA QUIEtUD....y no te falta razón. Saludos.DUFO

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