Esta es la opera prima de John Carroll Lynch, un actor norteamericano
de Denver, Colorado cuya principal actividad es el teatro, no obstante de haber
participado de algunas producciones cinematográficas de importancias como Fargo
(1996) de los Hermanos Coen, Zodiaco (2007) de David Fincher, y Jackie (2016)
de Pablo Larrian.
Basado en el guión de Logan Sparks (Nemesis, 2002, y Constantine,
2005) y Drago Sumonja (Cortez, 2017) narra unos días de la vida de Lucky, un hombre
de unos 90 años retirado de la Marina de los Estados Unidos, sus hábitos y
costumbres, cuando repentinamente su vida se ve afectada por un accidente
hogareño mientras realiza sus ejercicios físicos matinales.
Lucky es una notable reflexión sobre la vejez. El tiempo
pasa, nos vamos poniendo viejos. El film representa un momento en la vida de un
hombre que ha superado los 90 años, que vive en un pueblo del sur de los
Estados Unidos muy cercano a la frontera con México, que está lleno de rutinas
que cumple con obsesión y eficiencia. Para los médicos es una rara avis, no
saben qué recetarle dado que es un hombre sano. Literalmente, su vida pende de
un hilo invisible que para un creyente sería solo cortado por Dios. No obstante
ello Lucky se mueve como un fantasma, y la idea de su propia muerte, parece
acosarlo levemente aunque él trata que la idea no se le vuelva fija.
El hombre, magníficamente interpretado por Harry Dean
Staton, es un sobreviviente. Ha estado en la marina, ha vivido una guerra, se ríe
de los vendedores de seguros como sabiendo que la vida es riesgo puro. Recorre
el pueblo todos los días. Tiene buen humor. Y una tarde, en lo de la mexicana
que atiende un quiosco donde suele comprar leche y cigarrillos, es invitado a
participar de una fiesta familiar durante el fin de semana.
El personaje se encontrará a sí mismo. En el ánimo festivo de la
gente, en la buena comida mexicana, en el canto y en el baile, pero sobre todo
en la calidez y el cariño que recibe encuentra razones para seguir disfrutando
de la vida. La fiesta de Bibi (Bertila Damas), resulta como una inyección de
vida. Más allá de su cansancio, de su vejez, de su hartazgo se da cuenta que la
vida no hace otra cosa que continuar. Todo sigue y hay que vivir hasta donde
Dios mande.
Lucky es también la actuación póstuma de Harry Dean
Stanton, un hombre que trabajo en más de 200 películas, muchas de ellas en
series de televisión (Laramie, Bonanza, El Fugitivo entre otras) y que a partir
de los 70 paso al cine donde descolló una década más tarde a las órdenes de Win
Wenders en Paris, Texas, 1984 (una actuación verdaderamente inolvidable) y en The
Repo Man (1984) dirigido por Alex Cox. Ahora y aquí, con Lucky, nos deja otro
gran recuerdo.
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