Dirigido por Martin Campbell, un director formado casi
prácticamente en la televisión, y que cuenta en su curriculum haber participado
como director de dos grandes éxitos de la saga de James Bond (Golden Eye, 1995
y Casino Royale, 2006), logra sacar a flote a una película de género y
transformarla en un policial más que interesante que evita con altura los
convencionalismos.
Pero no solo Campbell es responsable del éxito. Basada en el
buen libro del escritor Dario Scardapane, que desde su novela propone un
thriller apasionante que origina una profunda reflexión sobre el bien y el mal,
sino también por las dos muy buenas actuaciones protagónicas que llevan a generar no solo un
muy buen entretenimiento sino también plantea un interesante dilema que nos
conduce a reflexionar sobre la poco clara línea que divide el bien del mal.
Liam Neeson y Guy
Pearce son sus actores protagónicos que logran transmitir absoluta credibilidad
con sus notables actuaciones. Alex Lewis (Liam Neeson) interpreta a un asesino a
sueldo que se niega a continuar un trabajo para el cual había sido contratado.
Sabe que con ello ha violado un código de honor entre mafiosos y obviamente queda
atrapado en un dilema moral. Consecuencia de ello, Lewis debe cazar y matar
rápidamente a las personas que lo contrataron antes que ellos y el agente del
FBI Vincent Serra (Guy Pearce) lo encuentren primero.
El problema de Alex es que su memoria ha comenzado a fallar.
Se encuentra en las primeras etapas de la enfermedad de Alzheimer. Consecuencia
de ello, comienza a dudar de sus acciones, y sus límites morales comienzan a desdibujarse. Ello lo llevará a
una toma de conciencia. Es un hombre mayor y sabe que su única salida es no
dejar rastros. Su personaje debe matar a una niña de 13 años, pero Alex se
niega a matar niños. Ello hace que su empleador deba enviar a alguien que
completará el trabajo, matando a Alex (quien se transformará en testigo).
"Asesino Sin Memoria" no solo cumple sino también
supera por lejos a cualquiera de sus películas interpretadas en los últimos
años. Esta no es una película más en la trayectoria de “los policiales” de Liam
Neeson. Es una buena historia, muy bien escrita y es más que un simple thriller
de acción. Es una profunda reflexión sobre el bien y el mal aun donde la líneas
morales tienden a confundirse. La película tiene lugar entre El Paso, Texas, y
México, donde la frontera se vuelve muy permeable, al igual que la línea moral
entre el bien y el mal.
La aparición de un estándar diferente (la intolerancia hacia
el tráfico de niños y jóvenes), es un avance moral para un inmoral. Esto nos
coloca automáticamente como espectadores del lado del asesino a sueldo. Alex y Vincent son dos hombres duros que
habitan lados opuestos de la ley, pero comparten un aspecto que los congracia,
la moral.
Finalmente, el tema de la falla de la memoria, hace aparecer
un Alzheimer temprano que juega un papel fundamental en la trama. La lucha
contra el tráfico va a involucrar el uso de la memoria, y sus fallas,
transformando a este thriller en una profunda reflexión sobre los límites de la
justicia, la corrupción y la intervención policial.
Sin lugar a dudas, este film se transforma en el mejor
policial de la serie realizada con Neeson, con el respaldo de una historia
apasionante, aunque oscura y violenta, pero creíble. Su habilidad actoral se
exhibe con toda su fuerza mientras su personaje lidia con los problemas
mentales de su pérdida de memoria que sufre en las primeras etapas de la
enfermedad de Alzheimer. En una película oscura y melancólica, cuya
interpretación debe ser reconocida como un trabajo excelente en un policial
verdaderamente negro.
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